miércoles, 20 de junio de 2012

DIOS NO JUEGA A LOS DADOS (2)


Einstein plantea TRES tipos de religiones:

1ª.- RELIGIONES DEL MIEDO.

El miedo al hambre, a la sequía, a la riada, al trueno y al relámpago, miedo a la enfermedad, a los animales, a los enemigos, miedo a la muerte,….
Es propia de las sociedades primitivas.
Ocurren los hechos (el rayo y la muerte), vienen juntos, yuxtapuestos, pero no se conocen las conexiones causales entre ellos, que uno es causa y el otro efecto, sólo ven la prioridad temporal (uno se da antes y el otro después), no concluyen en la prioridad de naturaleza, que un fenómeno es la causa y el otro es el efecto.

Las sociedades primitivas atribuyen, al mismo tiempo, la aparición y la desaparición de los fenómenos (sea la salud y la enfermedad, la sequía y la riada), al arbitrio, a la voluntad de seres supranaturales.
Todo lo que ocurre o deja de ocurrir, ocurre y deja de ocurrir porque a los dioses les da la gana, todo depende de su santísima voluntad (y nunca mejor dicho).
No ven la “necesidad” de que puesto un fenómeno, como causa, “tiene que ocurrir”, “es necesario” que ocurra el efecto.
La enfermedad no me la ha causado la ingestión de un alimento en mal estado, sino ese dios que está enfadado conmigo por algo que yo le he hecho.
Por lo tanto a esos dioses, causantes de todo cuanto nos ocurre, hay que tenerlos propicios, contentos, aplacar su ira, … con oraciones, sacrificios, rituales,… que se van transmitiendo de generación en generación y que el alma las asimila y forman parte de su naturaleza, porque ¿cómo no van a ser verdaderos si durante tántos años….?.
El criterio temporal (la tradición), como criterio de verdad.
El argumento de autoridad (nuestros antepasados) como argumento de verdad.

Naturalmente, al estar tan alejados esos dioses de ellos mismos, surge la casta sacerdotal, la clase intermediaria e intermediadora, entre los hombres y Dios.

Es la clase elegida por los dioses. Los hombres no tienen acceso directo a sus dioses; tienen que pasar, previamente, por taquilla, para dirigirse a Dios y que auyente o disminuya los males o fenómenos negativos y propicie e incremente los bienes o acontecimientos positivos.
Son dioses a los que se les teme, no son dioses a los que se les ame.

2ª.- RELIGIÓN MORAL O SOCIAL.

La comunidad necesita modelos a seguir que orienten su vida, se da cuenta de que comete errores, de que no es perfecto y, por ello, puede ser castigado, por eso necesita que Dios le diga, expresamente, qué debe hacer, cómo debe obrar y qué no debe practicar, por ser pecado. Necesita mandamientos que cumplir para, así, tener la conciencia tranquila de que él no ha hecho nada que merezca ser castigado, y para poder pedirle perdón, en caso de tropiezo.

Es el Dios Providencia (pro-videre = “mirar por el bien de) que ampara, que interviene, que dispone una cosa o la contraria, que recompensa (aunque también puede castigar, porque, no olvidemos, también es Juez).

Es el Dios que impulsa la vida de la familia y de la sociedad, que “mira por” ellas, que consuela en la desgracia, que custodia las almas de los muertos.
Es el caso del pueblo judío, en el que se mezclan la religión del miedo con la religión social y moral.

Es un Dios que se dirige al pueblo, que trata con él, que firma pactos con su pueblo (la firma divina del arco iris del contrato de que no habrá más diluvios siempre que el pueblo…)

“Tú me das – yo te doy”, pero como tú no cumplas…. te castigo con…
Es un Dios totalmente antropomórfico, con cara, manos, voz,…
¿Qué hace Dios con el pueblo judío sino lo que hace un padre con sus hijos?. Premiar las conductas correctas y castigar las incorrectas.
Es un Dios que, a veces, está alegre y, a veces, se coge unos cabreos…

Pero es un Dios que no se le manifiesta directamente al pueblo, que tiene intermediarios para llegar hasta Él, la casta sacerdotal, la clase elegida, predilecta, la que interpreta la voluntad de Dios, la clase que ordena y prohibe, la clase a la que es necesario acudir y a la que hay que contarle, en confesión, todos los pecados privados para que “en nombre de Dios” se te perdonen tus faltas.

Como siempre, en la historia, los intermediarios son los ganadores. ¿Es de extrañar que, en tiempos de fe, todos quieran formar parte de ella?.

No hay comentarios:

Publicar un comentario