viernes, 18 de octubre de 2019

BARUCH SPINOZA O ESPINOSA ( 9 ) PERSECUCIONES


PERSECUCIONES.

La obra de Spinoza ha ido creciendo con el tiempo tras ser en un principio perseguida y prohibida sin cesar.
De hecho, el filósofo no llegó a ver la Ética editada sino que el libro apareció después de su muerte.

¿Por qué?

En el fondo la Ética de Spinoza es una obra profundamente materialista, una descripción del mundo, y de las relaciones que tenemos los humanos, y de la naturaleza, profundamente surgida de una falta de trascendencia; no tiene ninguna concesión a lo sobrenatural sino que, al contrario, es completamente comprensible y racional todo lo que plantea, desde el mundo a la experiencia humana.

Pero, por otra parte, está llena de un fervor espiritual especial.

La tarea de Spinoza es el más notable esfuerzo moderno para alcanzar la sabiduría a través de un sistema filosófico.

Como en toda sabiduría, la meta principal que se propone Spinoza no es el conocimiento desinteresado y neutralmente objetivo del mundo, sino la liberación subjetiva del hombre.
Por eso llama a su obra maestra “Ética”, acierto genial que desconcierta a quienes suponen que la ética tiene que ver con deberes, obligaciones, normas, recompensas y castigos.
Es decir, con la imposición de someterse a la autoridad  y no molestar a los demás.

La ética de Spinoza rechaza de forma contundente estos supersticiosos parentescos.
Su pretensión es determinar lo que constituye la auténtica conveniencia humana, aquello en cuya consecución reside nuestro más indudable interés.

Para saber lo que nos conviene e interesa, es preciso conocer lo que somos y también nuestra vinculación con el resto de lo existente.

Es ocioso y engañoso, en cambio, inventariar disciplinas, coacciones o amenazas, a las que tradicionalmente nos vemos sometidos para domesticar nuestra conducta.
A este fin, el conocimiento es indispensable, pues el ignorante de la trama universal de causas y efectos se siente siempre sometido al cumplimiento de misteriosas órdenes que no se sabe de dónde proceden, y a eso le llama “moral”, cuando, en realidad, de lo que trata la ética es de buscar, con la ayuda de las propias fuerzas el máximo beneficio.

Nadie nos da órdenes morales ni nos impone obligaciones.

Suponer que el deber es el núcleo central del propósito ético es contemplar con ojos de esclavo, o por lo menos de funcionario, la tarea de la libertad.

Es decir, no es un materialismo que, en modo alguno, degrade o nos convierta en juguetes de fuerzas extrañas, sino que es una vigorización del espíritu humano lo que se encuentra en esa obra tan paradójica y que por lo tanto fue, en un comienzo, tan mal recibida.
Con el tiempo Spinoza ha ido aumentando su influencia.

Hegel dijo que todos los filósofos tenemos dos filosofías: la nuestra y la de Spinoza porque parece que, de alguna forma, su filosofía es algo así como un marco general en el cual se inscriben, por unos u otros detalles, las filosofías de los demás.

Por supuesto, en nuestro tiempo, Spinoza ha vuelto a tener muchas relecturas, algunas polémicas desde un sesgo político, como la de Toni Negri, marxista heterodoxo italiano, considerado responsable de ser el autor intelectual del asesinato del primer ministro, Aldo Moro, a manos de las Brigadas Rojas (finalmente absuelto de vinculación alguna) pero condenado, después, a 30 años de prisión por diversos actos de violencia contra el Estado (a los 4 años quedaría libre exiliándose a Francia, aunque volvería a Italia para cumplir una reducción de condena, con arresto domiciliario)

Spinoza está hoy más presente de lo que estuvo en el siglo XVII y siguientes.

El tema de la corporalidad y de la relación de nuestro cuerpo y nuestro habitar el mundo, su metafísica de la alegría, la necesidad del amor,…


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