viernes, 31 de mayo de 2019

EL "DIOS" CRISTIANO Y LA "DIOSA" RAZÓN ( 9 ) CONSECUENCIAS



No hay camino.

Hemos arrancado los postes indicadores, las señales de la carretera de la vida que nos indicaban el camino del cielo y del infierno porque ellos eran productos de la imaginación de un hombre enfermo, enfermizo, infeliz, mísero, pero ansioso y deseoso de que existieran para saber por donde caminar, para orientarnos.
Es lo que Gonzalo Puente Ojea denomina “la falacia conativa”, creer que, porque lo queramos y lo creamos, existe.

Estamos aquí, desorientados, pero tenemos que optar porque la vida es un caminar y no sabemos hacia donde ir.

Y no tenemos la seguridad de acertar, ni sabemos qué camino tomar porque, como nos recordaba el poeta: “caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace camino…”.

Debemos estar alerta, preparados, para saber resguardarnos de las inclemencias del tiempo, de las inclemencias de la vida.
Debemos tener previstas las salidas.

“Al ratón que sólo conoce un agujero, lo pilla pronto el gato” –solía decir y recordar mi analfabeta, pero sabia, abuela M.M.M.

Preparados para poder sortear los peligros de la NO LIBERTAD, DE LA DESIGUALDAD Y DE LA INJUSTICIA.

Como el egoísmo está tomando cuerpo y solidificándose en la naturaleza de cada uno de nosotros, la SOLIDARIDAD brilla por su ausencia.

Y si la SEGURIDAD está ausente, serán la INCERTIDUMBRE y la DUDA nuestras habituales compañeras de viaje.

Si alguien os asegura y os jura que está SEGURO-SEGURÍSIMO, temedlo y rehuídlo, es un farsante, es un embaucador, un estafador que quiere quitaros la cartera.

No existe la tabla de salvación sino aprender a nadar y mantenerse a flote nadando.
Nada hay seguro a lo que poder asirse, a lo que poder agarrarse.
Incluso ese tronco al que te aferras va corriente abajo y ni él ni tú sabéis el destino al que va a llegar.

DIOS HA MUERTO.
LA SEGURIDAD HA MUERTO, HA DESAPARECIDO, SE HA ESFUMADO.

El hombre actual, en un autoengaño cómplice, prefiere no pensar, no mirar y diluirse en la masa, ser un número más, un grano de trigo más, perdido, anónimo, en el montón, que es lo que realmente existe.

Hay miedo a la diferencia.
Pueden señalarte y apuntarte con el dedo.
Se teme a la originalidad, a la singularidad.
Se lleva el “pret a porter”, el uniforme que diluye al individuo en la masa informe.

Dios era y siempre fue:

         .- El dispensador del orden.
         .- El sentido del mundo.
         .- El garante de la verdad.
         .- El garante del Bien
         .- Él era el camino seguro, la verdad cierta, la vida perfecta.

Pero “Dios ha muerto” o, mejor, “lo hemos matado”

¿Cómo puede seguir funcionando todo, todavía, como si Él siguiera existiendo?

Nosotros lo hemos sustituido por un dios alternativo, por nosotros mismos, por nuestra Razón, por la Diosa Razón, en la que confiamos en que, con ella, íbamos a ser más LIBRES, más IGUALES, más JUSTOS, más SOLIDARIOS, más…

Y ¡fíjate a donde nos ha traído, dónde hemos venido a parar¡

Este ateísmo reinante en nuestro mundo, en nuestra vida, no es una campaña contra Dios, es el olvido de Dios, es haberlo apeado y aparcado en la cuneta mientras hemos seguido caminando.

Dios ha dejado de ser necesario en nuestra vida, como algo superfluo de lo que nos hemos desprendido como una carga.
Dios, ahora, abandonado, está muriéndose de aburrimiento, de inanición.

Nuestra Diosa lo ha sustituido.

 La excesiva confianza en nuestras fuerzas, nuestra creída autosuficiencia, el excesivo optimismo, nuestra última gran creencia, la “creencia en la Razón” nos ha dejado/está dejándonos tirados.

La “creencia en la ciencia y en su descendencia” nos ha dejado, de momento, dos guerras mundiales, con millones y millones de muertos y de desplazados, y guerras y más guerras que los occidentales exportamos lejos de nuestras fronteras para no ver su monstruosidad en vivo y en directo.

Y, a diario, estamos asistiendo a la guerra real y universal de la pobreza, de la muerte por hambre, de niños desnutridos, pero que como lo vemos en la tele lo vemos como un espectáculo televisivo más.

Y esta guerra, contra el hambre, contra la muerte, contra la enfermedad,… estamos perdiéndola porque la vemos como un reportaje más, como un drama montado por un director y no como lo que es, como una tragedia real a la que se enfrenta, sin armas, una gran parte de la humanidad, pero como está en otros lugares….

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