miércoles, 29 de mayo de 2019

EL "DIOS" CRISTIANO Y LA "DIOSA" RAZÓN ( 7 ) LA FRATERNIDAD O JUSTICIA



¿Y LA FRATERNIDAD? ¿Qué decir de la FRATERNIDAD?

Es verdad que en ningún período de la historia los hombres se han comportado “fraternalmente”, pero el siglo XIX es, con mucho, peor que los siglos anteriores.

El siglo XIX es el siglo del “colonialismo”.

Las potencias europeas, las de la Diosa Razón, se lanzan en tromba a la conquista de lo que hoy llamamos tercer mundo para hacerse con el control de las materias primas, que alimentarán su industria y así, al mismo tiempo, asegurarán su prosperidad económica.

¿FRATERNIDAD? ¿JUSTICIA?

Ni dentro ni fuera.
Explotados en el trabajo y/o desposeídos de sus tierras, de sus riquezas, tanto en el suelo como en el subsuelo, como en el aire si ello hubiera sido necesario.

En cualquier caso, en todo momento y lugar, INJUSTICIA.

Lo había proclamado 2.400 años antes el sabio Confucio: “Donde hay JUSTICIA, NO hay POBREZA”.
A cuya sentencia, si le aplicamos el Modus Tollens de la Lógica Matemática, “SI hay POBREZA es que NO hay/NO ha habido JUSTICIA”.

Y si la Injusticia Interna, más o menos, a fuerza de presiones, de negociaciones, sindicatos, legislación laboral, huelgas,…se ha ido, más o menos, edulcorando, dulcificando, las pateras son la firma de la otra Injusticia, la externa.

Los siglos XIX, XX y XXI son los testigos del desencanto con los ideales ilustrados.
La Libertad de una pequeña, pequeñísima, parte de la población, y la Desigualdad e Injusticia por doquier, vigente en la mayor parte de la Humanidad.

¿Qué podía hacerse ante tal panorama?

En el XIX hubo dos grandes intentos:

1.- “La huida hacia delante”, hacia el futuro.
La causa del fracaso estaría en que no se ha profundizado lo suficiente en las Ideas Ilustradas, por lo que es necesario un nuevo impulso.
Sería la solución de Marx y el marxismo.

El capitalismo lleva la contradicción en su interior, padece de metástasis, aceleremos, pues, incrementemos los factores agravantes y que caiga, desde dentro, todo el andamiaje capitalista, con la ayuda protagonista de las masas proletarias, desde fuera.

No esperemos, sentados, a que ello ocurra (que, más antes que después, ocurrirá) sino que hagamos que ocurra cuanto antes y cuanto más fuerte, mejor.

2.- “La huida hacia atrás”, que fue la solución de Nietzsche, una “huida hacia el pasado”
Los modelos genuinos de vida, los más auténticos y a seguir, son los anteriores al “maldito Sócrates”, el que divinizó la Razón y la convirtió en la “única piedra de toque” de nuestra civilización, asfixiando, matando y enterrando a la otra gran fuerza humana, la “Pasión”.

Sócrates es el primer y gran culpable (luego lo sería Occidente) de la entronización de Apolo como el único Dios verdadero y el gran deicida del otro gran dios, ahora ídolo, Dionisos o Baco.

Los presocráticos griegos armonizaban el cerebro (Apolo) con el cuerpo (Dionisos).
El Saber y el Placer, la Reflexión y la Diversión, la Razón y la Pasión.

“No “somos” alma y “tenemos” cuerpo”, somos “almas corporeizadas o cuerpos animados” y debemos alimentarlos a ambos.

Por si todo esto fuera poco llegó el Cristianismo y bautizó el mensaje socrático y la “Razón Monopolista” quedó entronizada como “el Dios monoteísta”.

Hay que volver a los modelos antiguos presocráticos, donde podemos encontrar “hombres y valores” más humanos que los que propicia la sociedad industrial y habrá que “matar al Dios Cristiano”, que éste sí que es antivital.

(En otro lugar me he extendido en “Qué queremos decir cuando decimos “Dios ha muerto”? porque son ¡tántas cosas¡).

Pero, a diferencia de Marx y el Marxismo, Nietzsche no tiene como objetivo cambiar la sociedad, sino que el individuo se cambie a sí mismo, el individualismo.

El super-hombre no es sino el nuevo hombre que todos llevamos dentro, pero en potencia, aún no actualizado porque, sobre todo, el Cristianismo lo ha maldecido como el “gran pecado”, el de soberbia, “super-bios”, super-vida, vida superior.

Pero el Superhombre no es un proyecto colectivo a conseguir.
La salvación no está al alcance de todo el mundo, sólo unos pocos tienen las cualidades (sensibilidad, educación, cultura, fuerza, tesón, constancia, etc.) que les permitirán gozar del nuevo estilo de vida.

No todos podrán llegar, pero todos deben hacerlo o, al menos, intentarlo.

El individualismo conduce al elitismo, pero tú, yo y el vecino del quinto podemos pertenecer a esa élite si luchamos por conseguirlo.

Eso sí, para ello debemos olvidarnos de esta Razón Científica que sólo nos proporciona una visión superficial de las cosas pero que no puede hacerse cargo de las cuestiones fundamentales de la vida.
Ella es “reina” pero sólo reina en el “reino del “tener” pero es nula en el “reino del “ser”.

Querer pasar la vida por el cedazo, por la criba de la Razón es como el que quiere coger agua con una cesta.

Si Marx había gritado y terminaba su Manifiesto con un “Proletarios de todos los países, uníos” es porque seguía siendo un Ilustrado y la Ilustración es un movimiento cosmopolita.

La Razón humana es la misma para todos los hombres y sus “ideas” y sus “ideales” también.

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