domingo, 26 de mayo de 2019

EL DIOS CRISTIANO Y LA DIOSA RAZÓN ( 4 )



¿El consumismo es la Felicidad?
¿La Felicidad es el consumir más y más?

Eso es lo que parece si observamos lo que ocurre a nuestro alrededor.

La “Tiranía del Tener”.

¿Qué ha pasado, dónde hemos dejado abandonadas la LIBERTÉ, la AEQUUALITÉ y la FRATERNITÉ?

Si el siglo XVIII fue el siglo de la euforia porque habíamos encontrado la novia ideal, ésta nos había dicho que SÍ y nos habíamos casado con la RAZÓN, ¿cuál ha sido la prole de ese matrimonio? ¿Cómo crecieron y se desarrollaron esas tres hijas, de nombres tan preciosos: LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD O JUSTICIA?

El siglo XIX, como sabemos, es, en parte, el siglo del Romanticismo.

El Romanticismo toma como punto de partida “el fracaso del proyecto ilustrado”
Los Ilustrados habían vaticinado el triunfo definitivo de la Razón sobre todas las fuerzas políticas (el Antiguo Régimen) e ideológicas (tradición, superstición,…) que se le oponían.

Sostenían que el “progreso técnico” llevaría de la mano al “progreso moral” porque es la misma Razón la que está trabajando.
Por eso miraban el futuro con esperanza e ilusión, convencidos de que algo mejor aguarda a la humanidad.
De que las luces de la Ilustración orientarían a los hombres hacia una sociedad más justa, más libre, más igualitaria, fraternal.

Si en algo están de acuerdo los “intelectuales” del siglo XIX (escritores, artistas, filósofos, científicos,…) es que nada de eso se ha producido y que, por tanto, el proyecto ilustrado ha fracasado.

Comencemos por la LIBERTAD.

Las grandes masas de población han tenido que desplazarse desde el campo a las incipientes ciudades industriales, en busca de una vida mejor o, simplemente, para vivir.
Y como ya no son “siervos” sino “hombres libres” pudieron firmar “libremente” sus contratos de trabajo en virtud de los cuales trabajarían setenta o más horas semanales, en una fábrica de condiciones pésimas de salubridad y cuyo salario apenas daba para alimentar a su familia, a su “prole” (así nacieron los “proletarios”).

La verdad era que un esclavo de la antigua Roma vivía bastante mejor que un “proletario” (“libre”, eso sí) europeo de mediados del siglo XIX.

La “libertad política” se había convertido en una trampa.

En el Antiguo Régimen el noble era responsable del bienestar de sus siervos, ahora el proletariado podía morirse de hambre y nadie, salvo él mismo, era responsable de su situación.

El proletario era libre para firmar o no firmar ese contrato leonino de trabajo pero ¿qué otra alternativa tenía?
Si no firma no trabaja, por lo tanto, no cobra un salario y se muere.
Y si firma, trabaja, cobra un salario de miseria y se mata trabajando.

El proletario podía recitar o cantar la copla: “ni contigo, ni sin ti // tienen mis males remedio.// Contigo, porque me matas, // sin ti, porque yo me muero”

LIBRE para morir, de hambre o trabajando.

Las trampas de la LIBERTAD: Libertad Política (para elegir y poder ser elegido) y Libertad Económica.

La Burguesía quiere hacer creer a los demás, y quizá se lo creyera, también, ella misma, que la Ley de la Oferta y de la Demanda, que es la Ley del Mercado, tiene el mismo alcance que la Ley de la Gravitación de Newton.

La burguesía quiere hacer ver que la Ley del Mercado es una Ley Natural, y no una ley histórica, humana,…

El “Laissez fair, laissez passer” es el lema del Liberalismo Económico.
Quiere, exige, que el Estado mire para otro lado cuando hablamos de dineros, de Economía.
Que el Estado “Deje HACER a los burgueses lo que consideren más conveniente y que “Deje PASAR” el capital, el dinero y los productos por las aduanas libremente.

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