lunes, 1 de enero de 2018

17.- FEDERICO GARCÍA LORCA Y LA SEXUALIDAD (2) YERMA

 YERMA

Sin embargo sus tragedias están recargadas por un clima sofocante.
Un fatalismo atemporal espesa la zozobra erótica, siempre presente, al tiempo que la muerte aparece inexorablemente atraída por las incidencias sexuales porque el sexo implica servidumbre, desgracia y desastre.

La muerte es la otra cara de la misma realidad.

Las obras trágicas en que expone el tema sexual recogen situaciones reales, son datos sociológicos.

En YERMA, escrita en 1.934, el ansia, la obsesión por la maternidad, a falta de otras satisfacciones, llena todo el ámbito, embebiéndolo de su angustia.
        
         “Cuando me cubre cumple con su deber, pero yo le noto la cintura fría, como si tuviera el cuerpo muerto y yo, que siempre he tenido asco de las mujeres calientes, quisiera ser en aquel instante como una montaña de fuego”

RESUMEN

La protagonista, Yerma, es una mujer del campo andaluz, que lleva dos años de casada con su esposo Juan, pero no pueden concebir hijos y esto es la mayor causa de su descontento.
Su esposo pasa mucho tiempo trabajando en el campo, especialmente de noche, y pone más esfuerzo en ganar dinero que en crear una familia.
Al principio de la obra, Yerma aún tiene la esperanza de que eventualmente podrá tener hijos, pero los embarazos de sus amigas le provocan celos y tristeza.
De hecho, su amiga María le dice que es la única de todas las novias de su edad que aún no es madre.
En una de las primeras escenas, Yerma se encuentra con una Vieja que le pregunta si realmente le gusta su marido. Ella le dice que siempre está dispuesta a tener relaciones con él, pero que sólo ha sentido el deseo verdadero con otro campesino, Víctor, cuando apenas tenía 14 años y éste la cogió en sus brazos para saltar una acequia.

Yerma tiene una amistad con Víctor pero no le es infiel a su marido. No obstante, la gente la ve hablando con él, por lo que se forman los rumores. Por los chismes de las lavanderas nos enteramos de que la vida en la casa de Juan se ha convertido en un infierno y que ha traído a sus hermanas a vivir en su casa para vigilar a su esposa, ya que no le gusta que salga de la casa.

Pasa el tiempo y Yerma aún no ha podido tener hijos, así decide acudir clandestinamente por la noche a Dolores, una conjuradora que ha ayudado a otras mujeres a concebir.
Yerma le dice:

"aunque ya supiera que mi hijo me iba a martirizar después y me iba a odiar y me iba a llevar de los cabellos por las calles, recibiría con gozo su nacimiento, porque es mucho mejor llorar por un hombre vivo que nos apuñala, que llorar por este fantasma sentado año tras año encima de mi corazón".

Y luego agrega:

"Él va con sus ovejas por sus caminos y cuenta el dinero por las noches. Cuando me cubre cumple con su deber, pero yo le noto la cintura fría como si tuviera el cuerpo muerto y yo, que siempre he tenido asco de las mujeres calientes, quisiera ser en aquel instante como una montaña de fuego".

Dolores le manda a recitar algunas oraciones y cuando Yerma está a punto de regresar a casa, llegan Juan y las cuñadas.
Allí, en la casa de Dolores, Juan y Yerma tienen una fuerte discusión en la que Juan le pregunta qué busca una mujer casada fuera de su casa a esas horas y Yerma le responde:

"Te busco a ti. Te busco a ti, es a ti a quien busco día y noche sin encontrar sombra donde respirar. Es tu sangre y tu amparo lo que deseo".

Entonces Yerma trata de abrazarlo, pero Juan la rechaza.

En el próximo y último cuadro de la obra, Yerma acude a una romería que se celebra en una ermita en las montañas para pedir hijos al Santo.
Allí se encuentra con la Vieja que conoció a principio de la obra, y ésta le ofrece su hijo:

"Mi hijo está sentado detrás de la ermita esperándote. Mi casa necesita una mujer. Vete con él y viviremos los tres juntos. Mi hijo es de sangre. Como yo. Si entras en mi casa todavía queda olor de cunas. La ceniza de tu colcha se te volverá pan  y sal para las crías".

Yerma rechaza su oferta y le dice que jamás haría algo semejante.
De repente aparece su marido y le dice que escuchó toda la conversación y que está harto de escuchar su continuo lamento por no tener hijos. Además le confiesa que en realidad no le importa tener hijos:

"Muchas mujeres serían felices de llevar tu vida. Sin hijos es la vida más dulce. Yo soy feliz no teniéndolos. No tenemos culpa alguna".

Yerma le contesta:

"¿Y qué buscabas en mí?".

Y Juan dice:

"A ti misma".

Luego le aconseja que debe resignarse ya y vivir en paz porque a él no le importa tener hijos y le repite:

"A ti te busco. Con la luna estás hermosa... Bésame..., así".

Pero Yerma lo rechaza y le aprieta la garganta hasta estrangularlo.
Después grita:


"No os acerquéis, porque he matado a mi hijo, ¡yo misma he matado a mi hijo!". 

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