lunes, 16 de octubre de 2017

EL MARQUÉS DE SADE: UNA VIDA DE AVENTURAS (3)


En 1789 (fecha memorable), subiéndose a la ventana y usando el cubo donde depositaba sus heces, para que resonara con mayor eco, grita a la gente que hay en la calle, que se levanten, que luchen para que cierren tan abominable nido de ratas, donde encarcelan a personas.
Esto hizo que entraran los carceleros y sin poder coger nada lo llevasen al manicomio de Charenton.
Lo que llevaba bajo su ropa eran manuscritos terminados.
Se pierden 15 de ellos, aunque más tarde será encontrado “Los 120 días de Sodoma”, que se cree que es de él. 

En 1790 sale en libertad a la edad de 51 años.
La salud le ha abandonado en las celdas, su obesidad casi no le deja andar, la respiración le falta por problemas pulmonares y su visión es casi nula.
Va a ver a su esposa, pero ésta no quiere.
No se sabe el motivo.
La Revolución quemó las casas y propiedades de los aristócratas y esto dejó en la pobreza a muchos de ellos, incluidos a Renée y al Marqués.
Se piensa, que su esposa no quiso recibirlo, para hacer las paces con su madre y así poder dar de comer a sus hijos.

Fue uno de los primeros divorcios de Francia. 

Tras ampararse en un amigo, conoce a Constance Quesnet, una actriz 12 años más joven.
Se van a vivir junto con el hijo de ella.
El Marqués tiene pocos ingresos al vender obras para el teatro.
Poco después se mete en política y ahí es admirado por su trabajo en su distrito.
Sus suegros ahora son los perseguidos, y él, al contrario de buscar venganza tras los 13 años que su suegra lo mantuvo en prisión, les da amparo. 

En 1793 vuelve a ser detenido, esta vez ni él sabía el motivo.
En la cárcel en que lo meten, él lo llama el paraíso, comparándola así con las anteriores en las que estuvo. Su compañera, Constance, no deja de visitarlo.
Desde su ventana, veía la guillotina diariamente cómo segaba las cabezas.
Uno de esos días, su nombre estaba en esa lista.
Tampoco se sabe, por qué pudo salvarse, se cree que fue por su compañera, que moviera cielo y tierra, o hiciera algún favor, o sobornara a quien tocara firmar la sentencia de muerte.
Un año más tarde, vuelve a la libertad. Aún así, seguía intentando vender sus obras a los teatros, porque él y su amiga, vivían en la autentica miseria. 

Sade no para de tener críticas negativas hacia sus novelas. 
“Aline y Valcour”  considerada como un escándalo, y de “Justine”, llegó a decir el mismísimo Napoleón: «Es el libro más abominable jamás engendrado por la imaginación más depravada»
Aunque no se sabía realmente el autor de esta obra, todos los dedos le señalaban a él y vuelve a ser encarcelado en una institución, donde había asesinos, prostitutas, enfermos de neumonía, sífilis, ladrones, y todos con la peores condiciones imaginables de la época.
Morían diariamente entre heridas, golpes o desnutrición. 

Su compañera sigue pidiendo su puesta en libertad, además de que Renèe y sus hijos consiguen que lo trasladen a otro manicomio menos inhumano.
La escusa para ingresarlo en tal lugar, fue una enfermedad inventada: “La demencia libertina”.

Allí vive mejor, le vuelven a poner una biblioteca en su celda, y pasa horas leyendo, matando las horas robadas.
Al quedar ciego, fue su compañera Constance, quien se hacía pasar por su hija para poder estar con él y así era ella quien le diera las alas para volar fuera de aquel lugar, al ir leyéndole las obras.

Logró montar un teatro entre los enfermos del lugar, que fueron los actores.
Fue todo un éxito.
Tanto fue así, que empezaron a venir a ver las funciones altos cargos políticos, actores o cantantes de ópera. 

Fue prohibida la obra por, de nuevo, decirse, que Sade, mantenía relaciones anales con la hija de 13 años de una de las enfermeras a cambio de dinero.
De nuevo, no se sabe si es real o no, o era la manera más fácil de hundir de nuevo al escritor. 

De lo que leyera Sade, se sabe, por las referencias que el propio Marqués dejó en sus escritos.
Algunas de las obras o autores fueron: La Biblia, Miguel de Cervantes, Maquiavelo, Homero, Séneca, La Mettrie, Boccaccio, Cicerón, Defoe, Dante, Voltaire, Pompadur, Pedro Abelardo, Petrarca, Erasmo, Hobbes, Moliere, Holbach, Linneo, Marcial, Locke, Mirabeau, Montaigne, Moro, Montesquieu, Rabelais, Swift, Racine, Richelieu, Virgílio, Rousseau, Stael o Salustio, entre otros. 

El Marqués critica al judaísmo por creerse ellos los elegidos en los que Dios se ha fijado, egocéntricos, para los cambios del mundo.

Tampoco escapa de la crítica al cristianismo, del que dice que la Biblia está llena de triquiñuelas, mentiras y tonterías para que un judío loco sea así seguido. 

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