jueves, 5 de octubre de 2017

BERTRAND RUSSELL: EL AMOR, EL SEXO Y LA MUJER (1)



“Los filósofos rehúyen el matrimonio porque sólo quieren reproducirse intelectualmente a través de sus escritos, conferencias, tertulias,…”

Además, filosofar nunca es un genuino comienzo.
Uno comienza a enamorarse de un pensador, o de un movimiento cualquiera, va reproduciéndose sin útero, sin semilla y, la mayoría de las veces, sin placer, sin orgasmo, sin disfrutar.

Filósofos solteros han sido muchísimos (ya lo hemos expuesto al escribir sobre Kant) pero en el siglo XIX ha n sido muchos los filósofos casados, con una relación estable y otros, como Sartre y Simone de Beauvoir, acaban compartiendo pupitre, mesa y cama con los estudiantes que asisten a sus clases.
Pero, si ha habido bastantes filósofos que se han casado una vez, otros se han casado dos veces (Aristóteles, Camus,…y más).
Algunos hasta tres veces (Scheller y Levi-Strauss), pero el récord de casamientos lo tiene Bertrand Russell, con tres divorcios y cuatro casamientos.
El pensador británico, perteneciente a la aristocracia, tras tantas y tan variadas prohibiciones en su niñez, incluidas las referentes al sexo, ya a los 12 años tuvo el primer contacto con el sexo y, desde entonces., no paró de practicarlo, defendiendo el amor libre y considerando el matrimonio como una superstición cristiana, con el objetivo de incrementar la grey del Señor, con fieles creyentes y practicantes, feligreses y usuarios, socios y contribuyentes.

¿La masturbación? Por supuesto, lo defiende desde el primer momento, aunque tras masturbarse se sienta algo culpable y con remordimientos de conciencia.

Tras graduarse en Cambridge (y haberse preparado en casa con profesores particulares), aunque en un discreto séptimo puesto en Matemáticas (nadie lo diría, a pájaro pasado) se casa con Alice Smith (“la más emancipada de todas las jóvenes universitarias que, sola, había cruzado el Atlántico y era amiga de Walt Whuitman).
Viaja mucho y escribe más, no en vano ha heredado 20.000 libras de su padre y, tras ser nombrado “Fellow”  en Cambridge comienza la gran obra, junto a Whithead y en la que tardarán 10 años.

Tras 17 años de casado con Alice, tiene que escapar, en bicicleta por la airada reacción de la esposa al confesarle una infidelidad conyugal.

Dora será su segunda esposa y con ella llega su primer hijo, al que acoge emocionado.
En 1.929 publica “Matrimonio y moral”, un libro maldito para la Iglesia, escrito mientras se recupera de una tos-ferina y tras haber contagiado (porque aún no se lo habían diagnosticado) a todos los niños de la escuela que había fundado el matrimonio.

El amor romántico entre un príncipe (azul) y una princesa (rosa) acaba, generalmente, en divorcio al no cumplirse las expectativas (ni ha habido perdices, ni…..)

Y es que, en el matrimonio no sólo está la pareja, también están los hijos, porque si no hay hijos falta “la esencia del matrimonio”

“Sexo, sí, pero no sólo sexo, también la cooperación con los hijos en su educación”.

Cuando la pasión se ha mitigado y medio apagado aún quedan los hijos y, sobre todo, el afecto entre la pareja y el amor de los hijos.

Es defensor de experiencias eróticas tanto antes de casarse como después de casados.

“Puede haber adulterio y seguir el afecto”.

El divorcio sólo es necesario ante la locura el delito y la embriaguez, es lo mejor para la pareja y, también para los niños.

Publica “La conquista de la felicidad”.

Por dos veces se presenta como candidato al Parlamento, por el Partido Laborista, y las dos veces sale derrotado.


Si el primer matrimonio, con Alice, duró 17 años, este segundo, con Dora, sólo dura 11.

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