lunes, 30 de octubre de 2017

CHARLES FOURIER Y EL AMOR (1)



Mentar el nombre de Fourier y aparecer, encadenados, los representantes del Socialismo Utópico.

La dulce amorosa utopía de Fourier contrasta con la amarga pesadilla de Sade, al que había leído y cuya base para su teoría es la misma: la orgía y la exteriorización de todo deseo sexual, PERO ocupan los polos opuestos en la concepción del hombre, seráfico, angelical para Fourier y nihilista para Sade.

Pensamiento melifluo, dulce, azucarado frente a pensamiento descarnado y crudo.

El azúcar (los confites, los caramelos, el chocolate,…los dulces, en general) será la base de la alimentación de los falansterios, mientras el pan será un lujo.
Lo dulce en el cuerpo y la dulzura en el alma.

Pero el dulce más apetecido en los falansterios será el amor, con una vida sexual rica y diversa: “la única pasión que nos identifica con la divinidad (no en vano, según dice la Biblia, “Dios es amor”).

Es curioso que en todas las anteriores utopías el amor, la sexualidad, aparezcan como actividades restrictivas.
En La República, los matrimonios, la unión sexual legal, tienen que ser controladas y autorizadas por el Estado entre individuos completamente compatibles.
En La Utopía de Thomas Moro el adulterio lleva penas de esclavitud y/o muerte.
En La Ciudad del Sol de T. Campanella, los matrimonios tienen que ser decididos por los médicos.
En La Nueva Atlántida, de F, Bacon son rechazadas absolutamente la prostitución, la poligamia, el adulterio y la homosexualidad.

Para Fourier nada de eso ocurre en sus falansterios porque, para él, el amor es la fuerza que domina tanto el microcosmos humano como el macrocosmos planetario y estelar.

Es la Ley de la Gravitación Universal de Newton, pero a nivel humano, siendo aquella la manifestación de las “copulaciones astrales”.

Atracción newtoniana entre los cuerpos, entre los seres materiales, atracción fourieriana entre las personas.

Lo más típico, lo distintivo, del hombre es el “amor” carnal, por lo tanto permitamos la libre expresión y expansión del mismo y negando, tajantemente, la sumisión de la mujer.

El progreso social sólo puede venir si la mujer deja de estar sometida al varón y el regreso social, por tanto, está acorde con la pérdida de libertad de la mujer.

“Debe extenderse el privilegio de las mujeres para que haya más progreso social”.

Son los varones los que tienen necesidad de la libertad de las mujeres, como depende, también, de ello la felicidad de las naciones.

El varón sólo podrá ser libre y emanciparse si la mujer es libre y está emancipada.

La emancipación de la mujer es el mejor, o el único, instrumento para ello.

Por lo tanto, habrá que decir NO al matrimonio monógamo.

La inconstancia amorosa es una de las piedras angulares de la vida cotidiana en los falansterios.
Igualmente, para evitar el aburrimiento, debe cambiarse de trabajo cada dos horas y todas las noches debe cambiarse de pareja.

Cuando se termine la jornada laboral todos los miembros del falansterio participarán en una reunión primitiva de goce. Es el comienzo de las bacanales, pero antes de empezar debe satisfacerse el deseo de los “voyeurs” con la exposición pública de los cuerpos desnudos de los participantes.

Luego vendrá la orgía preparatoria, a modo de aperitivo, en la que sólo se tendrá derecho a tocar.

Experimentación infinita y variada en los falansterios y ya irán apareciendo experiencias nuevas.

Exteriorizar el amor contribuirá, no sólo a mantener el orden social, también a aumentar el bienestar del conjunto.


¡Bienvenido, lesbianismo¡

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