domingo, 1 de diciembre de 2013

10.- EL HOMBRE (1)


Pensándolo bien, un “asesino” es tan racional, o más, que una persona “solidaria”. Uno usándola para quitar vidas, el otro para darla y mantenerse en ella.

Ambos razonan según el fin que se proponen.

La ILUSTRACIÓN había roto el vínculo de la Razón con lo divino, divinizándola a ella, desalojando a los dioses e instalando en la peana al único dios, “La Diosa Razón”.

Pero antes de ser entronizada la Razón debe criticar y desenmascarar a todos los falsos dioses o ídolos: los prejuicios,  la superstición, las creencias,…las metafísicas del pasado.

Hay que liberar al hombre de esas cadenas que lo tienen preso en su minoría de edad y necesitado de tutores varios y variados, sólo así, podrá entrar en la “mayoría de edad”, decidiendo por sí mismo.

Sólo entonces, con el solar despejado, puede proponerse ella como Diosa.

Y esa va a ser la dirección en que camine Darwin.

Le saldría, a la Ilustración, sin embargo, muy pronto, un contrincante en su caminar, el ROMANTICISMO, para el que el hombre no es, fundamentalmente, Razón, sino Creación, Imaginación, Arte, Intuición, Fantasía,…

¿Y qué decir de NIETZSCHE y la recuperación de Dionisos (“lo dionisíaco”, lo festivo, lo jovial,…) en armonía con Apolo (“lo apolíneo”, el orden, lo racional,…?

Contra el Occidente de la Razón a toda costa y contra el Cristianismo y su exaltación del dolor, del sacrificio,…la propuesta de Nietzsche.

(En otros lugares de este blog ya he escrito bastante de y sobre Nietzsche)

¿Y qué decir de FREUD y ese 90% del inconsciente (no racional) en la toma de decisiones? ¿De ese 90% del iceberg bajo el agua y que es el que sostiene y determina a esa conciencia menguada de tan sólo el 10% o bastante menos?

Es UNAMUNO, sin embargo, uno de mis filósofos a los que más asiduamente acudo.

Toda su obra es una meditación sobre la naturaleza humana, en la que incluye elementos ajenos y más allá de la racionalidad.

La pretensión de la vida es su perseverante esfuerzo por perseverar en su ser (como el “conatus” spinoziano), más allá de la pretensión de la razón, que con sus inertes conceptos deja escapar los más básicos anhelos del hombre.

La red, en el agua (como la “razón” en la “vida”), sólo coge piedras o peces, pero se le escapa el agua.

“Ni el adjetivo “humano”, ni el substantivo abstracto “humanidad”, sino el substantivo concreto “el hombre”, “este hombre”, el de carne y hueso, el que sufre, el que se alegra, el que vive, siente y muere….El “hombre concreto”, éste”, el realmente existente, no el “bípedo implume” de la leyenda, no el “contratante social” de Rousseau, no el “homo oeconomicus” de los manchesterianos, no el “homo sapiens” de Linneo o si requiere el “mamífero vertical”.

 Ese hombre que no es de aquí, ni de allí, ni de esta época o de la otra, que no tiene ni sexo ni patria, un idea, en fin. Ese “hombre” es un “no hombre”.

“El hombre” no existe en la realidad, es sólo idea y sólo existe en la mente de quien la piensa. El único “hombre real” es el “individuo concreto”. Y hasta su Dios ha de ser personal y humano, frente al Dios-idea de la tradición filosófica, que no es “querido” sino sólo “pensado”.

¿“Qué son los filósofos, que paren ideas, sino hombres de carne y hueso, cuya voluntad, deseos y sentimientos son, precisamente los que configuran sus ideas, en sentencia de Fichte, según la cual “el tipo de filosofía que se hace depende del tipo de persona que se es”?

El hombre no es un mero intelecto (en la línea de Spinoza, Kierkegaard y Schopenhauer) sino que es su cuerpo concreto y sus afectos personales la sede de lo esencial del ser humano.

Yo no sería yo si no tuviera o fuera este cuerpo que tengo o soy.

“El hombre –dicen- es un “animal racional”. No sé por qué no se ha dicho que es un “animal afectivo o sentimental”. Y acaso lo que de los demás animales le diferencia sea más el sentimiento que no la razón. Más veces he visto razonar a un gato que no reír o llorar. Acaso llore o ría por dentro, pero por dentro acaso también el cangrejo resuelva ecuaciones de segundo grado”.

Una anécdota que oía, de estudiante en mi Salamanca. Unamuno yendo, calle La Rúa adelante camino de la Universidad. Que se detiene en una pescadería y toma un cangrejo de mar. Que llega a clase, lo pone encima de la mesa, éste comienza a caminar, como lo hacen todos los cangrejos de mar, de lado. Unamuno que les llama la atención a sus alumnos para que acudan, prestos a la mesa, “porque el cangrejo, al caminar de lado, está resolviendo ecuaciones de segundo grado”. Los alumnos que lo niegan, que eso no es posible. Y el desafío de Unamuno: “demostradme que no es verdad”.

Pascal ya lo había afirmado: “el corazón tiene razones que la razón no conoce”.

Incluso Freud, con sus impulsos inconscientes que no llegan a emerger al nivel de la conciencia.

Incluso hoy, la tan de moda “inteligencia emocional”, razonando sobre nuestras emociones y sentimientos, ayudándonos a conocerlos y a expresarlos adecuadamente, en beneficio de nuestros estados de ánimo o de nuestras relaciones interpersonales.

Los sentimientos humanos –también según Unamuno- al ser pensados pueden ser modificados, encauzados.

También la ESCUELA DE FRANKFURT, contra el proyecto de la Modernidad y la Ilustración, consideran que la intención de la razón es unificar u homogeneizar, y eliminar las diferencias, que son las que nos individualizan.

La razón parece intentar despersonalizarnos, diluirnos en un foto común de qué sea “el hombre”, perdiendo, en el camino, a los individuos.

Una vez más se rechaza la idea de “hombre” como “res cogitans”, que olvida lo intuitivo y lo artístico (no racional), lo afectivo y sensual (no racional), lo animal y lo dionisíaco (no racional).

Nadie duda de que “el hombre es un ANIMAL RACIONAL,  ¿pero SÓLO RACIONAL?

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