miércoles, 30 de mayo de 2012
MIRAR Y VER.
El maestro indicó a sus discípulos que “mirasen” por la ventana. Todos se levantaron de sus asientos y “miraron”. Pero la gran mayoría de ellos preguntaron al maestro: “pero qué tenemos que “ver”?.
Porque no es igual “mirar” que ver”.
Nietzsche dice que “no hay hechos, sino interpretaciones”.
Dos personas “miran”, contemplan el mismo hecho, la muerte de una persona, negra, a manos de otra, blanca, y uno lo “ve” como “asesinato”, mientras el otro como “homicidio”.
Y es que, el que “mira” no es un espectador ingenuo y pasivo, sino un sujeto activo que se acerca a los hechos con una mochila cargada de prejuicios, creencias, convenciones, seguridades, dudas, ideología, ideas,…que al “ver” interpreta lo visto.
Las experiencias personales, los códigos culturales, las necesidades, las circunstancias, la moral, la religión, la educación,…. van con-formando al sujeto que, luego, va a captar la realidad, y la captará según es él y sus filtros.
Si uno es o no es racista, al “mirar” el hecho, puede responder desde “algo habrá hecho” a “no hay derecho”
Ya lo habían afirmados los escolásticos medievales: “quidquid recipitur, ad modum recipientis recipitur” (“lo que se percibe se percibe según el modo de percibir del que percibe”, no del objeto o hecho percibido.
El mismo “hecho” dos “interpretaciones”. ¿Cuál es la verdadera?
Imaginarse un objeto, por ejemplo, “una montaña” y ante él varios espectadores: Un pintor, un creyente ingenuo, un geólogo, un botánico, un escalador, un zoólogo, el dueño, un constructor (“el pocero malo”), ¿Qué es lo que “ve” cada uno, al “mirar” lo mismo?..
Interpretaciones distintas, de sujetos distintos, ante uno y mismo objeto.
“No existen hechos (objetivos, neutros) sino interpretaciones interesadas y subjetivas”
Si toda esa escena, de la muerte de la persona negra a manos de la blanca, se desarrollase ante un juez, y sendos abogados defendiesen sus correspondientes interpretaciones, ¿qué pasaría?. Pues que sería la interpretación del juez la que se considerase la verdadera y se convirtiera en “verdad”, con las consiguientes consecuencias.
¿Pudiera equivocarse el juez?. Por supuesto que sí, pero, de momento, el “poder “decide” la verdad de un hecho.
Y no sólo el “poder de la autoridad” (en este caso, “judicial), también del “poder social” (la opinión pública) y del “poder de la mayoría” (poder político).
Además, cualquier imagen que se presente, cualquier texto a interpretar, tienen, al menos, dos lecturas: la superficial o patente, la que, en primer lugar, se manifiesta, la superficial (en cuanto que es la que está en la superficie) y la lectura profunda o latente (lo que, en realidad, quiere decir).
En mis tiempos jóvenes, leer La Codorniz o Hermano Lobo era tener que hacer todo un ejercicio de inteligencia, al estar escritos en clave, para poder evitar la censura franquista, que habría requisado, automáticamente, la edición y los habría cerrado.
Según Marx, la ideología es “un sistema de ideas, al servicio de las clases dominantes, que oculta la realidad real, sin que nos demos cuenta de que la esconde, de que sólo muestra la cara interesada, que es la que quiere que “veamos” de ella”.
La imagen, que es más fácil de captar, persuade y convence, más que la palabra, pronunciada o escrita (aquello de “una imagen vale más que mil palabras”, que es verdad para las personas poco cultivadas y bastante ingenuas. “Lo he visto”, he ahí el argumento, sin discriminar lo que sostiene, ocultamente, esa imagen.
La imagen te “entra más por los ojos” y si, además, te martillean constantemente, repetitivamente, con imágenes interesadas, quedas enredado en ellas, sin ser consciente de ello.
La publicidad es un arma ofensiva.
La educación otro arma, defensiva.
Cuanto más ceda ésta, y menos capacidad crítica y discriminadora haya, más crece la otra. Y pasamos de ser “personas” a ser “masa”.
Nunca olvidemos que tras una “interpretación” siempre, y sólo, hay un intérprete que, muchas veces, por evitar “la fatiga, el cansancio, de pensar”, puede delegar en quien se ha ofrecido a ello.
La manipulación está servida. La clientela también.
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Hay efectivamente verdades basadas en un "lo he visto", cuando estábasado en objetos no opinables, no modificables, no en hechos.Ahí no entra la subjetividad, sin embargo es muy subjetivo todo aquello que puede ser modificado por la forma de ver o entender "lo que tu hayas visto" y puede no coincidir con lo que entiende este otro, que también lo ha visto, pero lo ha entendido de otra manera.
ResponderEliminarY en realidad ¿tiene fuerza lo que otro opine de lo mismo, sea o no sea juez?