domingo, 31 de julio de 2011

REVOLUCIONES Y RELIGIÓN 3

La 3ª gran revolución, la actual, la que está en marcha y acelerando, la Biotecnológica, la Revolución Genética.
Afecta ya no al modo de dominar la realidad ni al modo de vivir la noticia al instante, en el momento mismo en que se produce, sino que afecta al modo de considerar nuestra propia naturaleza humana, lo que somos.
¡Adiós a nuestro propio concepto de lo que somos, hasta ahora inamovible¡.
La Biotecnología se ha metido dentro de nosotros mismos y no sólo ha cambiado la idea que hasta ahora teníamos de lo que éramos, es que puede cambiar la naturaleza humana.

Hoy podemos hablar de clonación sin referencia a imaginaciones o utopías, sino a posibilidades reales.
La reproducción asistida, la investigación sobre el embrión, la manipulación genética, los transplantes de órganos, las cesáreas programadas… están ya tan en la agenda diaria que los vemos como una labor rutinaria.

“Cortar y pegar” ha pasado del campo informático al campo de la biomedicina, de la genética, en la cadena de ADN.

¿Qué es la “humanidad” del hombre?. ¿Cuál es el límite de lo humano?. ¿Qué distingue al hombre del resto de los seres vivos?.

Nuestra procedencia evolutiva sólo es cuestionada por ciertos grupos fundamentalistas que interpretan literalmente los textos sagrados y consideran históricos y revelados ciertos documentos meramente tradicionales y totalmente humanos.

Ya sabemos que el niño no es totalmente del padre, siendo la madre mero lugar en el que se desarrolla la única simiente del varón.
Ya puede una mujer, sin practicar sexo, quedarse embarazada, sin “conocer varón”, con acudir al Banco de semen y con la ayuda del médico y de la biotecnología.
Ya puede un varón, sin practicar sexo, acudir a comprar unos óvulos en el mercado de la vida y, tras fecundarlos con su semen, poder ser implantados en un vientre de alquiler, pagando por ello como lo haría por una estancia hotelera.
Ya no sólo hablamos de “génesis” sino que podemos practicar la “transgénesis”.
Como podemos intervenir en la reasignación de sexo, de mujer a varón, de varón a mujer.
Ya podemos seleccionar espermatozoides y óvulos “lavados” y exentos de deficiencias genéticas.
Nuestra naturaleza sexual ha dejado de ser necesaria para engendrar vida.

Nuestras visitas a la iglesia, a pedir, y nuestras promesas, a cumplir, si Dios nos concedía ser padres, han sido canceladas y sustituidas por la cita al médico, en cuya mano está la posibilidad de nuestra paternidad.
Las visitas periódicas al Centro de Salud, para el control del embarazo, ha dejado atrás las novenas “para que lo que sea (niño o niña) venga bien, porque “ya sé que es niño o niña y que está bien (porque incluso lo veo en la ecografía tridimensional) y que todos parámetros a tener en cuenta son normales.
Ninguna madre morirá en el parto porque el niño “venga de culo”, la rutinaria cesárea lo sacará a la luz, sin que ella “tenga que dar a luz”. Incluso la cesárea programada. Tal día a las 10 de la mañana serás madre, sin tener que esperar a que el niño comience a llamar con dolorosas dilataciones.

Tengo grabado el recuerdo de mi madre “saliendo a misa” tras la cuarentena del parto de mi hermano pequeño.
Ir a la Iglesia era la obligatoria primera salida de la casa.
Yo tenía apenas seis años y era monaguillo (en mi pueblo los 8 ó 9 chiquillos que éramos, todos éramos monaguillos).
El cura, con el hisopo, y yo, con el caldero de agua bendita, recibimos a mi madre a las afueras de la iglesia. Allí, el cura rezaba no sé qué, en latín. y “velada la cabeza” y con una vela en la mano derecha, asistía a misa, en la primera fila, tras confesar para poder comulgar y quedar “purificada”.
El pecado había sido practicar sexo con mi padre, fruto de lo cual, salió mi hermano.
¿Había otra manera de traer hijos al mundo?.
Sólo la Virgen María fue “cubierta por la sombra del Espíritu Santo”, el resto de las mujeres tuvieron que seguir el mismo método.
¿Por qué era pecado cumplir una orden divina de “creced y multiplicaos y llenad la tierra”?. ¿Obedecer a Dios era pecar contra Dios?.
Entonces, de pequeño, no lo entendía, luego, de mayor, ya lo entendí, ahora, de viejo, lo comprendo perfectamente.
El placer del orgasmo exigía la compensación del dolor al parir.

Hemos burlado a Dios y su “parirás con dolor a tus hijos”.

El sexo, hasta ahora imprescindible para la procreación, ha dejado de ser necesario.
Lo más íntimo, lo más sagrado, las “partes pudendas” han dejado de ser “pudendas” y pueden mostrarse sin pudor en lugares públicos.
La lujuria ya es sólo placer, si es consentido. La obediencia necesita razones para ser acatada. El autoritarismo ha quedado desterrado. El “porque sí” y el “porque lo digo yo” han quedado subordinados a los porqués o razones.
Los nuevos dioses son los hombres.

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