lunes, 4 de julio de 2011

BECAS EN ANDALUCÍA.

La Junta de Andalucía dará 3.000 becas, (ampliables), de 400 euros mensuales, a jóvenes, con cargas familiares y en paro, que retomen los estudios, en enseñanza reglada, para terminar la E.S.O., el Bachillerato o la Formación Profesional de Grado Medio.
Van dirigidas a aquellos jóvenes que dejaron de estudiar, para trabajar en la construcción. Salieron voluntariamente del sistema educativo para incorporarse al mercado laboral.
Andalucía, ahora, quiere recuperar su talento, ofreciéndoles una 2ª oportunidad.

Hasta aquí, la información.

Ahora viene la crítica (positiva o negativa).
Salieron voluntariamente del sistema educativo y, en su gran mayoría, no eran buenos estudiantes.
Los sueldos, en la construcción, eran desorbitados. Cualquier peón de albañil o de alicatador, a destajo, ganaba más que un Catedrático de Filosofía, con inversión 0 en tiempo, esfuerzo y dinero.
Recuerdo estar comprando un Seat Marbella de 2ª mano, de color blanco, para que mis hijas fueran practicando la conducción, mientras un adolescente, estaba contratando un Golf deportivo, a estrenar.

Durán i Lleida, de CiU, ha manifestado, públicamente, “mientras nosotros (los catalanes) recortamos gasto público, hay Comunidades que no se enteran de cuál es la situación y gastan y malgastan el dinero”.
Él las denomina: “becas para ni-nis”.

Pero que los catalanes hablen de “malgastar” parece una ironía cuando ellos, no hace tanto, se gastaron 40 millones de Euros en embajadas catalanas en el extranjero.
Además, si no estoy mal informado, la deuda catalana triplica a la andaluza.
No creo, pues, que el diputado catalán sea la persona más indicada para criticar esta medida.

Mi crítica iría por otro lado.
¿Cuántos de estos nuevos becarios lo harán por los 400 euros y cuántos lo harán porque, efectivamente, quieran retomar los estudios?.
Las titulaciones a las que aspiran ¿garantizan calidad de puestos de trabajo, cuando, ahora mismo, das un puntapié a una piedra y te salen no sé cuántos licenciados en paro en no sé cuántas carreras universitarias?.

Antiguos alumnos, doctorandos o en el enésimo máster, sumador de puntos y ampliador de curriculum, se sienten discriminados, como estafados.
Tenían complejo de bolsillo vacío cuando, en los findes, se juntaban con antiguos compañeros, desertores de pupitre, pero con dinero, mucho, fácil y rápido.
Lo han disfrutado, se lo han gastado, y ahora….

He contado, alguna vez, una anécdota.
Rosa María, buena estudiante y mejor persona, había terminado Magisterio. Había seguido estudiando y terminado Psicopedagogía. Estaba esperando convocatoria de oposiciones (sabiendo que Cataluña, País Vasco y Galicia, realmente, era terreno acotado), así que estaba en su proyecto doctorarse. Iba a consultarme sobre el tema elegido: “Metodología en la educación durante la 2ª República”. Cuando estábamos cambiando impresiones, me saludó un antiguo alumno (que sólo lo fue durante el primer trimestre, porque abandonó, “desertó”, por su bien y por el de la clase).
-“Mira, Tomás, ¿ves esa moto Yamaha, 250, de color azul?. Pues es mía.”
-¿Qué haces ahora?.
-Trabajo en Limasa. 5 horas de trabajo, 185 papeles (antes del Euro), nocturnidad, peligrosidad,…

Rosa María, casi se echó a llorar.
-¿Tú crees que hay derecho?.

Lo que sigue pueden imaginárselo.

Lo que no comprendo es la sentencia de un andaluz, Antonio Gala: “En Andalucía sólo trabaja quien no sirve para otra cosa”.
¿Trabaja él?. ¿Considera “trabajo” su actividad “escritoria”?.

No seré yo quien cierre las puertas al estudio a quien desee reincorporarse, pero es discriminación, es una doble ventaja, de las que no han disfrutado los que, desde un principio, optaron por seguir invirtiendo tiempo.

¿Bajará, aún más, el listón de exigencia para que la estadística….?

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