lunes, 22 de abril de 2019

LA RAZÓN (1)



Divulgar la filosofía, no es “vulgarizarla”, en el sentido despectivo que tiene esta palabra, sino sacarla a la calle, presentársela al público no especializado en filosofía, al pueblo, al vulgo, en sentido literal, al común de los mortales

Es bajarla de las estanterías, quitarle un poco el polvo y ponérsela a mano al público, para que pueda manosearla, saborearla, gustarla, probarla.

Para que la gente compruebe que el producto merece la pena, que es bueno, muy bueno y, además, es gratis.
Es hacer un poco de Sócrates.

Si estamos donde estamos es por la Razón y no por otras razones o motivos.

Si somos lo que somos es por la razón y no por otras razones.

Los acuerdos, los contratos, las democracias,… son lo que son por ser racionales.
Es racional pactar y ceder en parte, a exponerse a morir y perderlo todo.

La razón y la libertad son amigas inseparables.

Las “cadenas” de las que un día, en un e-mail, nos recordaba Joaquín, pueden ser/deben ser rotas sólo con la lima de la Razón.

Quiero recordar que fue Verlaine el que, taxativamente, afirmó:

“Occidente es: ATENAS (Inteligencia, logos, razón, ciencia,….) más
: ROMA (Sociedad, leyes, derecho, lengua, obras públicas, planificación urbana, política….) más
: JERUSALÉN (Religión, moral-ética, concepción de la vida, visión del mundo, mentalidad….)

Quizá sea por ello mi extrañeza cuando, en la no muy lejana reforma de la Constitución Europea, ciertos sectores insistían e insistían en la necesidad de que constara, expresamente, una alusión, aunque sólo fuera en el Preámbulo, de la importancia de la Religión cristiana en la conformación de Europa.

Cuando, sin desmerecer la influencia de la Religión, (que la ha tenido, por suerte o por desgracia, durante muchos siglos) nosotros somos, al menos hoy día, más hijos de Atenas y de Roma que de Jerusalén.

Hace algunos siglos nos advertía un filósofo europeo de una táctica que el denominaba “astucia de la razón”.
Consistiría en que ella siempre iría consiguiendo sus fines aunque los hombres, en su actuar, creyeran que eran libres para hacer esto o lo otro. En eso consistiría su táctica. En que cuando, a veces, parezca que la razón da un paso atrás, en realidad es para tomar impulso y poder dar un salto mayor. Como hacen los atletas.

Parece como si a lo largo de todo el tiempo que el hombre lleva viviendo sobre la tierra la razón siempre hubiera estado presente, aunque de maneras distintas. Unas veces la razón está, latente, preparándose para su aparición. Es la época de la presencia del mito como mentalidad. Poco a poco el mito comienza a hacer aguas como explicación plausible de la realidad y la razón va asomando, poco a poco, pero de manera segura, preparando sus cimientos y pilares, es el surgimiento de la filosofía como alternativa al mito.

En la época de la razón muchas veces se acierta pero muchas más veces se equivoca, pero siempre avanza, apoyándose en las verdades descubiertas y reconociendo los errores para no volver a cometerlos.

A pesar de que se haya dicho que la historia de la humanidad es la historia de la verdad, más bien habría que decir que es la historia de los errores que, poco a poco, van siendo superados.
Porque lo normal es errar, equivocarse.

Cuando uno está en un cruce de caminos, sin indicaciones, más pronto que tarde uno elegirá el camino equivocado. Aunque reconocer un error ya es un acierto.

Es la época de la aparición y desarrollo de la ciencia o filosofía, con el único criterio de lo racional como verdadero.

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