viernes, 5 de abril de 2019

DIOS Y EL CÉSAR, EL CÉSAR Y DIOS ( 1 )


LA RELIGIÓN Y LA POLÍTICA: DIOS Y EL CÉSAR.


Ellos son los dos máximos representantes personales de lo religioso y de lo profano.

Cada uno de ellos exigirá, bien a sus fieles creyentes bien a sus ciudadanos/súbditos/esclavos, obediencia y sumisión así como reconocimiento y aportación económica para la administración, bien de los sagrado (la Iglesia) bien de los profano (los servicios públicos).

Uno impondrá sus órdenes bajo amenaza de castigo eterno, tras la muerte, el otro en esta vida con la pena capital, la privación de libertad o la confiscación de propiedades.

Cuando a Jesús, para algunos el Cristo (Dios), le lanzan la “pregunta envenenada” de si hay que pagarle el tributo al César (los que preguntan, intencionadamente, no preguntan si hay que pagar tributos al Templo).

“Envenenado” porque, respondiera Jesús lo que respondiera, afirmativa o negativamente, iba contra Él.
Si hubiera dicho que NO, se le habría echado encima el poder político, pero si hubiera dicho que SÍ, se le habría echado encima el Sanedrín intentando hacerles ver a sus seguidores que Jesús no es, ni puede ser, Dios, al someterse al César.

La respuesta que da es antológica: “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, saliéndose por la tangente, por los cerros de Úbeda y no respondiendo a la pregunta envenenada lanzada, no diciendo ni Sí ni No.

Y comprendo el orden de la respuesta (primero al César), por si acaso, y más segura que la contraria.

Lo normal es que el Estado/César lleve su camino y la Religión/Iglesia lleve el suyo.

O la otra “pregunta envenenada”, la que presentan ante Jesús de Nazaret a una “adúltera” y solicitan una respuesta: “hay que lapidarla, según la Ley de Moisés o no”?

Si responde SÍ, entonces ya no es el “maestro bueno” que se apiada de pecadores, de lisiados, ciegos, paralíticos,…(cuyas minusvalías son las consecuencias de los pecados, suyos o de sus padres).
Pero si responde NO se opone a la Autoridad Religiosa, fiel guardiana de la Torá.

Responda SÍ o Responda NO será condenado.

La respuesta también es antológica: “quienes de vosotros esté libre de pecado, que le tire la primera piedra” (porque no es igual sólo pecar que se sepa, públicamente, ese pecado).

Y dice el Evangelio, que “comenzaron a marcharse comenzando por los más viejos” (que pensarían: “como hemos vivido más años hemos tenido más tiempo para pecar, y Éste es capaza de sacar a la luz nuestros pecados hasta ahora ocultos al público, sacándonos los colores y…).

Respuesta, pues, también antológica, ni SÍ ni NO, incluso interrogando, con su respuesta, a los mismos acusadores, que se sienten preguntados.

Pero la oposición entre los Dos poderes (y lo saben ellos) es mala y/o peligrosa para ambos, así que  la norma ha sido: “vamos a llevarnos bien”, que es lo mejor para los dos. Tú me apoyas y yo te apoyo.

De mis tiempos de monaguillo, en los años 50, recuerdo la misa, en latín y de espaldas al pueblo, la súplica diaria de aquellos curas era: “Pro duce nostro Francisco” (Franco) y Francisco (Franco), a su vez, además de entrar en la iglesia bajo palio, devolvía privilegios varios y eximía de obligaciones que tenía el pueblo llano (el servicio militar, no poder ser juzgado por un tribunal civil, sino eclesiástico, entre ellos, estar presente (curas castrenses) en el ejército, formar para de la Cortes, exención de tributos, ayudas económicas,…

Así, la Autoridad civil, con la fuerza pública, controlaba y castigaba la conducta exterior de los súbditos y, mientras, la Iglesia controlaba las conciencias, desde la catequesis infantil, cuando más y mejor se graban las enseñanzas, de manera que la mala acción, por lo general, era delito a la par que pecado, peligro de muerte o de cárcel o peligro de castigo eterno.

Cuando “se llevan bien”, los dos poderes, por lo general,  se benefician, porque la religión se convierte en Religión Oficial del Estado, es decir, el subsistema religioso forma parte fundamental del sistema general del Estado, porque la religión se convierte en “un” vínculo (si no “el” vínculo) principal de la sociedad.

Es, entonces, cuando la práctica pública de la religión se constituye en un deber de ciudadanía.
A esta imbricación se la denomina “religión política” o “religión civil”.

El día 18 de Julio fue, hasta mis treinta y tantos años un día festivo total, en el que se multaba por trabajar en las labores del campo, al ser fiesta civil y religiosa.

La mejor ilustración histórica de Religión Civil es, sin duda, la romana.


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