jueves, 25 de abril de 2019

LA DIOSA RAZÓN (RESUMEN) ( 2)




Durante toda la Edad Media los libros sagrados (Torá, Biblia, Corán) serán los guías del pensamiento y los límites irrebasables del mismo.

Entre la “palabra de Dios” y la “palabra de los hombres” no hay opción ni discusión.

Dios siempre es omni-todo y el hombre es omni-nada, infalible por esencia y falible por naturaleza, respectivamente…..

La verdad viene de arriba, de la autoridad.
En nuestro caso, de Dios (la Biblia, “palabra de Dios”), de las autoridades eclesiásticas (los Santos padres de la Iglesia, la Patrística, la Tradición), de los Concilios (asistidos por la presencia real y efectiva del Espíritu Santo), o por alguna autoridad de renombre , “ha dicho el Papa” o “Aristóteles dixit”…

Y si la verdad viene de arriba, ¿para qué investigar?. Preguntemos a los de arriba, a las autoridades divinas o humanas.

Todo este esquema medieval, tras casi 1.000 años, va, poco a poco, haciendo aguas y ya en el siglo XIV se va derrumbando la muralla, la presa o el castillo medieval, alrededor de un personaje eclesiástico, Guillermo de Okham ( el Guillermo de Basquetville de “El nombre de la rosa”), el que separa la Razón de la Fe (ya ni siquiera armonía tomista, menos aún, esclavitud ( “la Filosofía era la esclava de la Teología).

“Lo que se cree no se sabe, lo que sabe no se cree” – muy tosca y bruscamente dicho.
Son dos campos, son dos ámbitos, distintos,  sin intersección ni contacto.

La razón y la fe campan/deben campar cada una por el suyo.

La fuente de la verdad de lo que ocurre en este mundo es la EXPERIENCIA.
Si queremos saber si es verdadero o falso lo que ocurre aquí abajo, en la tierra, preguntémosle, no a las autoridades, sino a la EXPERIENCIA, verifiquémoslo, comprobémoslo, constatémoslo.

La verdad no viene de arriba, las causas de lo que ocurre aquí abajo están aquí abajo.
Si no las vemos es porque están cubiertas, descubrámoslas.
Estarán tapadas, destapémoslas.

El hombre está ocupando el lugar que durante tanto tiempo ha ocupado Dios.

El antropocentrismo está desplazando al teocentrismo.

La Razón se separa de la Fe y comienza a caminar sola.
Al principio, titubeante y, poco a poco, cada vez más suelta.
Como le ocurre al niño al soltarse del brazo de la madre.
Es el comienzo del método y de la ciencia experimental.

La Fe, por su parte, deja de ser monolítica.
Y si ya el cristianismo se había desgajado, y Constantinopla ya no tenía relaciones religiosas ni eclesiásticas con Roma, ahora la división es interna.

El Cristianismo ha dividido al mundo civilizado(¿).
Primero “meridianamente” en Oriente (capital Constantinopla o Bizancio) y después “paralelamente” (Norte, con el protestantismo, Lutero y demás, países del Norte de Europa), y Sur con el Catolicismo, capital Roma)

El Catolicismo ya sólo ocupa la cuarta parte de lo que antes ocupaba.
                                                                                                                                                    
Parte de la Iglesia ha creído que Roma se ha alejado del mandato de Cristo, que no vive como Cristo quiere que viva, que el mensaje de Cristo ha caído en el olvido, que la vida de la jerarquía eclesiástica es la menos ejemplar que uno pueda imaginarse,  que entre lo que dice y lo que hace va un abismo, y necesita renovarse, reformarse, pero desde dentro.

Y como Roma, como cabeza de la cristiandad occidental se niega a ello, la Reforma vendrá desde fuera, separándose de ella y creando otros centros cristianos.
Todos se consideran cristianos, pero no romanos, tienen otras Fes y otros ritos.
Estamos hablando, pues, de Protestantismo, Calvinismo, Anglicanismo….

Se amplía el campo de la fe.
Se amplía el campo del saber.
La separación ha sido fructífera, está vitalizando o revitalizando a ambos.

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