martes, 5 de diciembre de 2017

5.- LA MUJER EN EL FRANQUISMO: LA MUJER-OBJETO (1)

LA MUJER-OBJETO.

Siempre que se trata el tema de la mujer-objeto sale algún machista redomado que afirma que a él le gustaría ser varón-objeto, por el complejo de semental que detenta, capaz de esparcir semen como lo haría un toro, un cerdo o un animal-macho cualquiera.

Durante la etapa franquista la mujer, como persona, nunca fue objeto de estudio, sólo en sus connotaciones de hija de, madre de, esposa de,…
Nunca como una persona autónoma, “absoluta”, sino “relativa” (su ser se agotaba en una “relación a”, generalmente a un varón).

Quizá los únicos que trataron el tema “mujer” fueron los ginecólogos (casi todos varones), debido, sobre todo, a su profesión y trato con ellas, de ahí que la percepción que de ella tenían era la de ensalzarla como un ser casi sobrenatural por su capacidad de engendrar vida (una de las pocas cosas (si no la única) que no estaba al alcance del varón o, por el contrario considerarla como un ser generador y transmisor de enfermedades.

Ambas imágenes de la mujer concuerdan en que la mujer no trabaje fuera de su casa, ni ocupe, por lo tanto, puestos activos en la sociedad.

Aunque a estas dos imágenes de la mujer habría que añadirle la de considerarla ni superior ni inferior al varón, sino “diferente”.

Aunque (también hay que recalcarlo) esta tercera imagen, como las dos anteriores, excluyen a la mujer de una valoración de “igualdad”, relegándola a funciones maternales, femeninas o de mero adorno.

Yo, muchas veces, ya he afirmado que las mujeres son “iguales” (como personas) pero “diferentes” (en cuanto mujeres del sexo opuesto).

La mujer es “igual” al varón, por ser persona exactamente igual a él, con los mismos derechos y deberes, en cuanto “persona igual”, pero “diferente” en cuando que es mujer (hembra) y no varón (macho).

Lo opuesto a “igual” es “desigual”, mientras lo opuesto a “idéntico” es “diferente o distinto”.
De ahí mi aseveración de que la “mujer es “igual” pero “distinta o diferente”.
“Igual” en tanto persona y “distinta-diferente” en cuanto “tal tipo de persona”.

El triángulo isósceles es “igual” de triángulo que el equilátero y que el escaleno (todos tienen “tres lados”), pero “distinto” de ellos, porque sólo tiene dos lados iguales y uno desigual, mientras los otros bien tienen los tres lados iguales o los tres desiguales.

¿Quién no ha oído hablar y/o leído escritos de Gregorio Marañón o de Ramón y Cajal?

Pues ambos, que consideran a la mujer como “diferente”, también la consideran “inferior” al varón.
Y mientras el primero la considera con una “personalidad amorfa, inestable, ambivalente y de alma contradictoria”, el segundo la considera como un complemento del varón, absorbida “en lo pequeño” (la casa, los hijos, la educación,…) para que el varón pueda dedicarse “a lo grande” (al estudio, a la investigación, a los descubrimientos, a la creación…)
“Objetivos grandes masculinos” vs “objetivos pequeños femeninos”
Sólo así queda liberado el genial esposo de inquietudes domésticas (objetivos pequeños) para poder dedicarse “a lo suyo”, los grandes objetivos.

Quien promovió una cierta liberación (más bien “pseudo-liberación”) de la mujer, al sacarla de sus hogares y hacerles cumplir funciones activas fue (y no se rían) la Sección Femenina, al mando de la cual se encontraba Pilar Primo de Rivera.
También las mujeres deben cumplir con la Patria, no sólo creando y aumentando la familia, sino educando a los hijos en la tradición, comprendiendo (aunque no aprobando) y perdonando las malas cualidades de los otros.
Junto con la educación deportiva y la tradición folklórica debe prepararse para ser “el verdadero complemento del varón”
“Lo que no haremos nunca es ponerlas en competencia con ellos, porque “jamás llegarán a igualarlos” y lo que conseguirían sería alterar la convivencia”.
“Y ya veréis cómo estas mujeres, formadas, así, con la doctrina cristiana y el estilo nacional-sindicalista, son útiles en la Familia, en el Municipio y en el Sindicato”.

En los tiempos del franquismo, y acorde con la ideología que mana de la Sección Femenina, “el valor del hombre se mide por su coeficiente de trabajo, como el de la mujer por el de la maternidad”

Mientras, biológicamente, el varón (el macho animal) está creado para el “cosmos exterior de la lucha por la existencia” la mujer (la hembra animal) está biológicamente orientada hacia el “endocosmos” de la reproducción y de la prole.

Ayudar, pues, a la mujer proporcionándole medios para dejar de reproducirse a su voluntad es entregarle un arma contra su propia feminidad.

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