sábado, 30 de diciembre de 2017

15,. LA MUJER EN EL FRANQUISMO: LA MUJER COMO USUARIA (y 3)

Yo recuerdo a mujeres, de clase social baja y sin recursos, con embarazo no deseado, cómo se arriesgaban a provocarse un aborto, con una aguja de hacer punto, con peligro para su propia vida y cómo alguna de ellas quedó marcada en su salud.

Durante toda la historia la mujer ha basculado entre los extremos: poder quedarse embarazada y no volver a quedarse embarazada, de nuevo.

La línea del pensamiento conservador, propiciado por la Iglesia y apoyado por el Estado, durante la etapa franquista, en el fondo, siempre, ha considerado el sexo como algo reprobable e inmoral, a veces incluso dentro del matrimonio, y que el embarazo era el justo castigo a las relaciones sexuales.
Lo que nos lleva a concluir que el “voto de castidad” de curas y monjas es de más valor que el estado matrimonial (aunque, eufemísticamente digan que “están casados con la Iglesia” o que “están casadas con Dios”.

El embarazo ni es un castigo, ni es un milagro ni es una enfermedad, es el término del desarrollo normal de un fenómeno biológico, aunque todavía haya mujeres que recen para quedarse embarazadas, como si eso dependiera de Dios y no de un Doctor.
Pero es verdad que una vez embarazada la mujer pone su embarazo en manos del médico y la consulta diaria a los Centros de Salud para Control y Seguimiento del embarazo está con listas completas y pendientes de pedir y conseguir citas.

El embarazo, pues, fenómenos interno a la mujer, está siendo considerado y tratado como un fenómeno externo a la mujer misma y ya no controlable por ella.
Se pone en manos del médico, que la lleva.

Es como el parto, que no es un “suceso” sino “el final de un proceso” pero, salvo raras excepciones que toman la Biblia como la “palabra de Dios”, las mujeres, tras la dilatación correspondiente solicitan la epidural porque no quieren “parir con dolos a sus hijos”, al no considerar mérito alguno el dolor.
¿Mérito de qué, por qué, para qué?
¿Es que, por eso, va a quererse más al niño que nazca?

El peligro y las complicaciones posibles es la que hace que la parturienta acuda a un hospital-para-enfermos, aunque ya no por creer que el parto sea algo anormal.
Casi el 90% de los partos son normales y sin complicaciones, porque las ecologías previas ya han comprobado cómo el nasciturus está encajado y en posición correcta, pero, si no lo está y durante el proceso de dar a luz no se encaja, y viene de culo o de espaldas,…quizá haya que hacerlo por cesárea.
Además, aún siendo el parto se desea sin dolor, hay que acudir al Hospital.

Y si todo esto se realiza en Clínicas privadas, dotadas de tecnología moderna, mayor beneficio para la clase médica y para la Clínica.

Luego, normalmente, el médico no deja entrar al marido en el parto.
Las salas de espera, en las que los minutos son horas, son testigos del nerviosismo del marido y de los familiares de la parturienta.

¿Qué medicamentos se le administra a la parturienta?
Ella está, totalmente, en manos del médico, no puede controlar nada.
Y si pregunta insistentemente puede ser catalogada como “histérica”, para lo que se le administrará un calmante. Eso será todo.

¿Cuál es la mejor posición para parir?
Para el médico la posición supina. ¿Pero es la mejor para el parto?

La maternidad ha dejado de ser el destino obligatorio de toda mujer que se precie de tal y cada vez se acepta más a una mujer que ha decidido no serlo.

¿Es lo ideal que la madre esté siempre en contacto con el niño durante los primeros años o es preferible que comience el proceso de socialización lo antes posible, poniéndolo en brazos de las cuidadoras y educadoras de las guarderías y escuelas infantiles?
Porque si lo normal es que, algún día, la paloma tenga que dejar el palomar lo ideal sería que se relacionase con las palomas en la escuela y durante algunas horas diarias esté fuera del palomar y lejos de la paloma-madre.

Si la casa la construye un arquitecto, el hogar tienen que hacerlo la familia, comenzando por los padres. Y son los padres, ambos por igual, los que deben contribuir a mantener y a acrecentar ese hogar, tanto en el cuidado doméstico como en el cuidado de los hijos.

Pero no “ayudando” (“echando una mano”), como hasta ahora (aunque hasta ahora ni siquiera eso se haya hecho) sino “compartiendo” tareas y funciones, domésticas y filiales.

“Parir” (fenómeno biológico) no es igual que “criar” y, menos, que “educar” (formación en valores)
Y más ahora, cuando la mujer también sale por las mañanas a su trabajo extra-hogar.

La “paternidad” no ha estado a la altura de la “maternidad”.

Menos mal que la mujer menopáusica ha levantado la cabeza y tiene unas ganas enormes de vivir la vida una vez que ésta ya no es reproductiva.
Ya no es esa mujer irritable, deprimida, arrugada, vieja, cansada,…
El calificativo de “menopáusica” ha dejado/está dejando de tener una connotación peyorativa, negativa.
Para muchas el fin de su capacidad de engendrar no es el fin de sus relaciones sexuales y, muchas veces, es el comienzo de una vida libre y liberada del cuidado de sus hijos (aunque ahora sea el cuidado de los nietos lo que…)
Cuidó hijos y sigue cuidando a los hijos de sus hijos.

El Imserso está haciéndoles un gran favor, con sus viajes baratos.
Son muchos los que, por primera vez, ven el mar.

Sí se ha sugerido la conveniencia de que existan Clínicas Menopáusicas porque sólo este tipo de mujeres suelen tener los mismos problemas, con las mamas y con el útero.
La mamografía ya es casi (si no) obligatoria, para detectar el posible cáncer.

Y lo mismo ocurre con útero y el cáncer de útero por lo que no son raras las histerectomías, para evitar el cáncer de útero.

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