lunes, 7 de noviembre de 2016

MI VISIÓN/VERSIÓN DE LA SEGUNDA REPÚBLICA (14)


Don Niceto había sido elegido miembro de la Academia Española y disfrutaba usando nuevas palabras y nuevas acepciones, hueras, algo que a Azaña nada le importaba, sus ideales y objetivos eran otros no lingüísticos.
Don Niceto se llevaba mejor con el viejo y corrupto Lerroux, el “emperador del paralelo”.
Además, es que Don Niceto alardeaba de una moral religiosa, calvinista, y aunque su sueldo se le había reducido mucho (de 10 millones de pesetas al año con la monarquía, a sólo 2 millones, ahorraba, era austero, por eso, periódicamente informaba a la prensa de las devoluciones que efectuaba a la Hacienda Pública.

A Don Niceto no le gustaba, ni como católico que ni como terrateniente que también lo era, el giro que estaba llevando la República, nada que ver con lo que él mismo le había prometido a sus electores por lo que, aprovechando el desgaste del socialismo de Azaña, disolvió las Cortes.

Las elecciones de Noviembre del 33 le dieron el triunfo, no muy abultado, pero claro, a las derechas.
No había centristas. Había izquierdas, derechas y sus dos extremos.

En Cataluña la Lliga (derechas) batió limpiamente a la izquierda de Esquerra.
También en Asturias el voto rural superó al voto minero industrial. El prado, la vaca y la sidra superaron en votos al carbón.
Incluso en la latifundista Andalucía, aunque la derrota se la achacaron a la consigna de abstención propiciada por los anarquistas.

Se le reprochaba a los socialistas el retraso de la Reforma Agraria y la Ley que impedía dar trabajo a los de otros pueblos mientras hubiera parados en el propio.

¿Y la participación en el voto de la mujer?
Benefició a la derecha en la clase media, no entre los obreros (las mujeres eran iguales o más radicales que los varones).

El vencedor absoluto fue José María Gil Robles, un profesor salmantino y Presidente de la C.E.D.A, (Confederación Española de…..)
Se declaraba ser republicano pero, realmente, no parecía serlo.
Concordaba con Herrera Horia que, en El Debate, proclamaba que los gobiernos, siempre pasajeros, debían estar supeditados a los intereses de la Religión y de la Patria, permanentes.

Gil Robles se hacía proclamar “Jefe, Jefe, Jefe”, como Mussolini lo hacía con “Duce, Duce, Duce”.

Aunque ahí estaba el envejecido y desacreditado Lerroux, el poder efectivo radicaba en él.

A este período de gobierno radical-cedista se le suele llamar “bienio negro”.
Hay quienes no aceptan esta denominación, a no ser por el tremendo episodio de Octubre del 34 (la Revolución de Asturias).

Sus pecados fueron más de omisión que de acción.

Amnistió a los implicados en la Sanjurjada, suavizó las relaciones con la Iglesia y suspendió la Ley de Términos Municipales (la que prohibía contratar obreros de fuera mientras hubiera parados dentro).
Se ralentizó, aún más, la Reforma Agraria.
También en Extremadura se produjo la situación de los “yunteros”.

La contrarreforma agraria, impulsada por empresarios y latifundistas, se hizo notar y Gil Robles parecía no estar ni que se le esperara.

La coalición Radical-Cedista desencantaba a todos.

Se planeó una huelga a nivel nacional como huelga general revolucionaria por el partido socialista, con alguna participación de comunistas y anarquistas pero sólo tuvo consistencia y cuyo resultado fue la Revolución de Octubre del 34, en Asturias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario