domingo, 6 de noviembre de 2016

MI VISIÓN/VERSIÓN DE LA SEGUNDA REPÚBLICA. (13)


3.- La cuestión religiosa.

Hasta la Iglesia era consciente de que tenía que hacer concesiones a la República
Cuando Alfonso XIII visitó las Hurdes conoció a un sacerdote, Don Pedro Segura, con un envidiable celo y entrega a su misión pastoral y se le ocurrió nombrarlo nada más y nada menos que Primado de España.

El Cardenal Segura sería apresado, conducido a la frontera y acusado de evadir caudales de la Iglesia.

El ambiente anticlerical se mascaba en el Parlamento y se preveía que serían disueltas todas las órdenes religiosas.
Al final, Azaña consiguió que sólo fuera disuelta la Compañía de Jesús (los Jesuitas).
Las demás subsistirían, pero con muchas limitaciones, siendo la más sería el “dejar de enseñar”, quitarles la competencia educativa.
Se dice que fue un logro de la masonería.

Lo cierto es que, a partir de entonces, ser masón facilitaba entrar y ascender en la política (y es que la mitad de los diputados eran masones).
Azaña lo fue, como Martínez Barrio, que llegó a ser la máxima autoridad en la masonería,
Se preocupó por la no politización de la orden, pero no pudo evitarlo. Y muy caro lo pagarían.

En Agosto del 32, el general Sanjurjo, que no se consideraba bien remunerado por su contribución al derrocamiento de Alfonso XIII, intentó acabar con la República, considerándola un error.
Fue la “sanjurjada”, que fue seguida por un pequeño número de tropas.
Fracasó en su intento. Fue juzgado, condenado a muerte, indultado y encerrado en una prisión militar, desde la que continuaría conspirando.

4.- El problema obrero: la conflictividad laboral.

La crisis del 29 afectó a España, aunque menos que a otros países industrializados, porque el motor de la economía española seguía siendo la agricultura.
El paro bajó y las peonadas aumentaros hasta 4 o 5 pesetas.
Pero la idea de “república” traía asociada tanto la Revolución Social como el Reparto de Tierras.

Hubo choques sangrientos con la Guardia Civil y con la recién creada Guardia de Asalto (estamos refiriéndonos a Casas Viejas (Cádiz)), donde murieron, resistiendo, un grupo de anarco sindicalistas y sobre los que sobrevivieron cayeron represalias atroces.
Azaña, mal informado, no se le ocurre otra cosa que decir en el Congreso: “pasó lo que tenía que pasar”, lo que lo llevaría a su fracaso político.

¿Tenía Azaña poca sensibilidad para los temas sociales?
¿Era su partido, típico del liberalismo burgués, muy celoso del Derecho de Propiedad?

La discusión de la Ley de Reforma Agraria duró más de un año (demasiado tiempo para quienes llevaban tanto tiempo esperando esperanzados)

La cuestión era peliaguda porque el objetivo era el de repartir los latifundios pero la primera duda y/o pregunta era “¿qué es un latifundio”? y la siguiente sería: “¿qué indemnización se les daría a sus propietarios?” y ¿cuál sería el destino de las tierras expropiadas?

Mientras, los campesinos esperaban la hora del reparto pero ¿era mejor que el dominio de lo expropiado fuera estatal y que la explotación se encomendara a los Sindicatos Campesinos? – como sostenían y preferían los socialistas.

Se optó por expropiar sin indemnizar a los propietarios, los Grandes de España, lo que era una ilegalidad manifiesta.

Cuando cayó Azaña, en el otoño del 33 sólo se habían asentado 8.000 familias de campesinos cuando eran casi un millón los que esperaban su lote.

Y no sólo en la Agricultura.

La conflictividad también fue urbana, en fábricas, minas y servicios.

Ante la crisis internacional la peseta bajó, lo que favorecía las exportaciones pero los empresarios, ante el panorama tan poco claro, no quisieron invertir en ampliar y modernizar las fábricas.

Se temía, sobre todo en Cataluña, una vuelta al pistolerismo y a las huelgas generales.

Pestaña y Peyró, dirigentes moderados de la CNT, cedieron y dejaron paso al anarquista Durruti y a la F.A.I, lo que preconizaba la Revolución total.

En las grades ciudades, además de Barcelona, como Madrid, Sevilla, Zaragoza, Asturias, País Vasco,..Desde el 32 hasta el 33 se triplicó el número de huelgas y aumentó la violencia contra patronos y esquiroles.

El objetivo inmediato era la subida de salarios, situando el tope en 10-12 pesetas diarias, aunque ya se gozaba de la jornada laboral de 8 horas al día.


Don Niceto se alegraba, se regocijaba, del desgaste del gobierno de Azaña, ya que eran de temperamento e ideales totalmente opuestos.

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