miércoles, 8 de julio de 2015

MARÍA MAGDALENA (5): LAS MUJERES DE GALILEA.



¿Qué formación, intelectual y moral, tendría María Magdalena para ser la principal interlocutora de Jesús de Nazaret?
Está históricamente contrastado que las mujeres de Galilea, como la Magdalena, eran más libres que las de Judea.

En los evangelios gnósticos no aparece como una mujer común, sino que es ella la que explica a los apóstoles varones, comenzando por Pedro, los secretos más escondidos de las enseñanzas de Jesús y la que le formula a Jesús las preguntas más comprometidas (en Pistis Sophia) y se muestra como una iluminada, de gran personalidad, capaz de enfrentarse a los varones.

En los primeros escritos gnósticos ya aparece como la “compañera” de Jesús y líder de una corriente cristiana desde el primer momento, muy cercana al Maestro tanto intelectualmente como afectivamente.

Lo que cuentan los evangelios es que era de Magdala, una ciudad floreciente, y económicamente autónoma pues, con sus bienes, ayuda al sostenimiento del grupo.
¿Cuál era su formación cultural?, ¿en qué escuela de pensamiento se habría formado antes de conocer a Jesús para estar a su altura? ¿O ya se conocían desde muy jóvenes y fue el mismo Jesús quien la instruyó?

No hay respuestas históricas a tales preguntas.

Pero ¿cuál era la posición que ocupaba la mujer en aquella sociedad de Israel, en aquella época, tanto las mujeres judías tradicionales como las diferencias entre éstas y otras mujeres no judías de esa misma época?

A las mujeres judías se les prohibía estudiar (salvo alguna excepción), su lugar era el hogar y siempre debían mantener la cabeza cubierta con el manto.
Flavio Josefo afirma que “la mujer judía era inferior al hombre en todos los sentidos”
En el Templo no podía pasar del vestíbulo y en la sinagoga nunca podía tomar la palabra.
No podía leer en público las Escrituras.
La mujer adúltera era condenada a muerte por lapidación.
Su palabra no tenía ningún valor y su testimonio no era válido en los juicios.
En algunos lugares de la Biblia la mujer está catalogada como un bien material de su marido que puede disponer de ella a su antojo.

Jesús, que conocía la situación de la mujer, sin embargo eligió a una a la que va a darle todo el protagonismo.

Tampoco es que en la cultura griega la mujer fuera más apreciada.
Aristóteles dice de ella que “posee una naturaleza defectuosa e inferior a la del varón”
Igualmente en los misóginos intelectuales romanos.
Cicerón afirma que “si no existieran las mujeres los varones podrían hablar con Dios”.
Ya en el Cristianismo posterior San Agustín, un crápula, el mayor sinvergüenza de la historia antes de su conversión, y uno de los mayores santos tras ella afirma que “la mujer es un animal que se complace sólo en mirarse al espejo”.
Ya en el siglo XIII Santo Tomás afirmará “que es dudoso que la mujer tenga alma”.

Tanto en la Ley Mosaica como en la cultura judía la mujer aparece, siempre, devaluada y la civilización grecorromana tampoco le concedía a la mujer especial relevancia, ni social, ni política, ni intelectual (siempre exceptuando algún caso)

Existía una comparación negativa respecto al varón.
Quizá, por eso, todo judío daba gracias a Dios cada día por “no haberlo hecho mujer”
Ni siquiera la esposa de un monarca podía ser reina por derecho o representante real de su esposo.

Las únicas mujeres que la Biblia reconoce como reinas son extranjeras o hebreas que vivían en una corte extranjera.
Había reyes y reinas en Mesopotamia y en Egipto.
En Israel, sin embargo, la mujer va perdiendo algunos derechos que había llegado a tener en los tiempos de los patriarcas.
Por ejemplo, ya no podía ser jueza, ni profetisa, ni maestra, ni discípula.

La mujer quedaba recluida al hogar y a la familia. Su destino era la procreación.
Un matrimonio judío sin hijos era una maldición.
La felicidad consistía en traer hijos al mundo (hijos, varones), porque tener hijas era una desgracia, eran nuevas Evas, causantes de pecado.
La mujer judía, en general, estaba fuera de la cultura de los libros. No podía estudiar la Biblia ni, por supuesto estaba autorizada a comentarla.

Entonces ¿dónde habría conseguido la Magdalena la cultura que le atribuyen todos los escritos gnósticos?
Aunque, como hemos dicho y repetido, en la solvencia económica y la ayuda al mantenimiento del grupo también había otras mujeres.
¿Por qué, si existía ese férreo control de los maridos sobre sus esposas judías, las mujeres que acompañaban a Jesús fueran tan independientes y liberadas?
Algunas de ellas se habían trasladado desde Galilea a Judea y nada se habla de sus maridos, de sus hermanos, de sus padres,…supuestos protectores de las mujeres.
¿Es posible que todas ellas fueran viudas o estuvieran solteras?
Es improbable porque, en aquel tiempo, las mujeres se casaban siendo casi niñas.
¿Y cómo podían gozar de independencia económica?

Y es que Galilea (al norte) era el contrapunto de Judea (al sur). En medio se encontraba Samaria.
En Galilea, con sus prósperas ciudades, el pueblo era diferente, no sólo en su aspecto físico y en su lengua, sino también en sus ideas, sueños, ideales y modos de vivir.
Ello podría explicar que las mujeres judías procedentes de Galilea, incluso las de Samaria, hubiesen conseguido más márgenes de libertad y fueran más abiertas, más receptivas, a las nuevas ideas del Profeta, también él galileo.

Las costumbres en Jerusalén eran más conservadoras y las leyes judías más estrictas, mientras Galilea era más permeable a otras culturas extranjeras, sobre todo a la griega.
Y en Galilea también se había originado la resistencia política, con el fin de librarse del yugo romano.
En Judea, los dos poderes, el religioso y el civil, cohabitaban, llevándose bien. “Yo no molesto, políticamente” y “tú no te metes en asuntos religiosos”.

Los samaritanos eran considerados impuros por los judíos al no seguir la religión de Yahvé.
Samaria había sufrido la conquista persa y era famosa por haber conservado parte de los rituales de las viejas religiones paganas.

María Magdalena, si es que era judía, procedía de Galilea según los evangelios canónicos. Estaba formada, pues, en un judaísmo más abierto a las influencias extranjeras.
Quizá fuera esta permeabilidad lo que las hacía más cercanas a las ideas de Jesús, aunque no se sepa cuándo y cómo la Magdalena conoció a Jesús.

Según una hipótesis la Magdalena pudo haber oído hablar de un profeta inconformista, que quebraba todas las reglas sociales, alabado por los pobres y, ante tanta repercusión pudiera ser que se acercara a él para comprobarlo y como ella poseía una formación más libre que las mujeres de Judea conectaría, enseguida, con las enseñanzas libertarias del Maestro y que se enamorara de él hasta el punto de dejarlo todo para seguirlo y ayudarlo económicamente.
Si, además, había conocido algunas enseñanzas de los gnósticos habría sido más fácil convertirse en una buena interlocutora.
Mientras, los apóstoles, varones, eran simples pescadores y con poca formación cultural.
Es verdad que alguno trabajaba en la Administración judía, pero otros eran analfabetos.

Según otra hipótesis pudieron haberse conocido antes incluso de que el Profeta de Nazaret abandonase su aldea. Es la hipótesis defendida por los que consideran a la Magdalena como compañera sentimental, amante o esposa de Jesús, apoyándose en los escritos gnósticos.

Es difícil creer y sostener que Jesús permaneciera en la insignificante aldea de Nazaret hasta los treinta años, en que comenzaría su vida pública.

Cuando aparece en público, Jesús demuestra una gran cultura, es capaz de discutir con los intelectuales de su tiempo, con los sacerdotes del Templo, con los escribas y fariseos.
Y es capaz de utilizar varias lenguas, se conoce la cultura griega y se revela como un gran polemista.
¿Dónde aprendió todo lo que sabía?

Parece ser que Jesús pudo haber viajado a diferentes lugares durante su juventud. Pudo haber viajado a la India, pudo haber conocido otras culturas, pudo haber encontrado, en alguno de sus viajes, a la Magdalena.

Son hipótesis explicativas de unos hechos pero no existe documento alguno que lo pruebe, aunque la hipótesis no sea absurda y puramente imaginaria.

Existe un misterio acerca de la formación cultural y del origen étnico y religioso de la mujer más importante de los evangelios, después de María, su madre.
La Magdalena fue una verdadera interlocutora y en la que Jesús confió hasta el final.
Nada impide sospechar que fuera su esposa.
La tradición la hace vivir en Éfeso, en Turquía, con María, la madre de Jesús.

Con María y con el famoso “discípulo amado”, si es que esto último no era sino un eufemismo de los evangelistas para ocultar a la propia Magdalena o al hijo de ambos.

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