martes, 21 de julio de 2015

MARÍA MAGDALENA (11) ¿RESUCITÓ REALMENTE JESÚS?.



El otro tabú, además del posible matrimonio de Jesús con la Magdalena, es el de la resurrección.
Es un dogma fundamental de la Iglesia Católica, según afirmó Pablo: “si Cristo no resucitó vana es nuestra fe” y uno de los artículos del Credo: “y al tercer día resucitó de entre los muertos”.

Pero ¿fue un hecho físico, real, o debe entenderse sólo simbólicamente?

¿Y si un día aparecieran, realmente, el cadáver/los huesos de Jesús de Nazaret? Pues, adiós resurrección.

Para la Iglesia es un dogma de fe la resurrección de Jesús en cuerpo y alma.
Pero esa resurrección ¿fue un hecho físico y atañe a la Física o es sólo un hecho simbólico, en el sentido de que la vida es más fuerte que la muerte y que el espíritu de Jesús sigue vivo en el mundo, aunque su cuerpo se haya podrido como todos los demás cuerpos de los hombres, todos ellos mortales?

La Congregación para la Doctrina de la fe (nombre rimbombante de la Santa Inquisición) ya ha condenado a más de un teólogo por haber defendido el carácter simbólico y no físico de la resurrección.

Lo que afirman los evangelios, por activa y por pasiva, es que Jesús había afirmado varias veces que él resucitaría al tercer día después de la muerte.
Quizá tanta insistencia y repetición haga sospechar que pudo haber sido introducido más tarde, De lo contrario no se explica cómo los discípulos no lo creyeron.
Y no es que él fuera un charlatán, es que los discípulos habían visto que hacía prodigios y cómo había resucitado a su amigo Lázaro.
Y por no creerlo, no creyeron ni a la Magdalena cuando vino a sus escondites a decirles que la tumba estaba vacía, que había resucitado y que se le había aparecido/presentado a ella.

Los tres evangelios sinópticos lo afirman:
Mateo (16, 21): “Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho, de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas y ser matado y resucitar al tercer día”.

Marcos (9, 30-31): “El Hijo del Hombre será entregado en manos de los hombres, le matarán, y a los tres días de haber muerto, resucitará”

Lucas (9, 23): “El Hijo del Hombre debe sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día”

El evangelio de Juan (8, 51) lo afirma de otra manera: “En verdad, en verdad os digo: si alguno guarda mi palabra, no verá la muerte jamás” y esto lo dice Jesús discutiendo con sus adversarios, poco antes de la curación del ciego de nacimiento, lo que servirá de escándalo.
Y como sus adversarios entienden que está hablando de una “resurrección física” se irritan con él y le dicen que está endemoniado, que está loco.

“Le dijeron los judíos: “ahora estamos seguros de que tienes un demonio. Abraham murió, y también los profetas, y tú dices: “si alguno guarda mi palabra ¿no probará la muerte jamás? ¿Eres tú, acaso, más grande que nuestro padre Abraham, que murió?”

Y tanto les indignaron estas palabras de Jesús que, dice Juan (8, 59) “que sus adversarios tomaron piedras para tirárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo”.

¿Por qué nadie lo creyó si nunca había mentido?

En el discurso de despedida, antes de que Judas lo entregara (¿lo entregó?) a sus enemigos vuelve a repetir a sus apóstoles que ya quedaba poco tiempo, que pronto moriría, pero que pronto, también, volverían a verlo. Al tiempo que también ellos sufrirán persecución, pero que después se alegrarán sus corazones, como la mujer que tiene miedo antes de dar a luz pero después siente la alegría de haber dado una nueva vida al mundo.

Todas estas conversaciones debieron de tratarlas los discípulos y la Magdalena también estaría presente en ellas.
Pero hay que convenir, leyendo las escenas de la pasión, que no se lo creyeron o, peor aún, a ver si no se las había dicho y todo ha sido interpolaciones posteriores.

Una vez que vieron que había sido condenado a muerte, trataron de desvincularse de él, no siendo que….y procuraron que nadie supiera que habían sido amigos suyos, y se escondieron.
Y al tercer día ninguno fue a comprobar si estaba o no en la tumba.

¿Era por miedo o porque nunca se lo habían creído?

Cuando la Magdalena va a decírselo, tampoco a ella la creen (es verdad que la mujer era poco creíble en la sociedad judía de aquel tiempo, pero la mujer que se lo dice tampoco era una mujer cualquiera).

Si ellos hubieran creído a Jesús habrían ido el domingo a ver la tumba o, al menos, a la que sí había ido ya la Magdalena y la había visto vacía. Pero no creen eso de la resurrección. Ni creyeron al Maestro ni creyeron a la mujer amada por Jesús.

¿Pero lo había creído la Magdalena?
Tampoco estaría muy segura, porque fue a la tumba con la convicción de encontrarlo muerto, ya que llevaba perfumes y ungüentos para celebrar el rito judío de ungir el cuerpo del difunto.
La Magdalena esperaba encontrarlo muerto, como los apóstoles también se lo creían.

Es más. Cuando la Magdalena ve la piedra descorrida y la tumba abierta no piensa que ha resucitado, sino que han robado el cadáver (los dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y el otro a los pies de donde había estado el cadáver…por qué lloras…porque se lo han llevado y no sé dónde lo han puesto (Juan 20, 11-13)

El primer pensamiento de la Magdalena no es que no esté en el sepulcro porque haya resucitado sino porque se han llevado el cadáver.
¿Y por qué no lo reconoce en un primer momento?

“Dicho esto se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús: “Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?”. Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice; “señor, si tú te lo has llevado dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré” (Juan 20, 14-15)

¿En qué quedamos? En un primer texto “María no sabía que era Jesús” y en un segundo texto: “María reconocer a Jesús inmediatamente”.
¿No parecen dos textos refundidos (mal refundidos, sólo unidos, yuxtapuestos) en uno?

¿Estaría llorando y por eso no lo reconoce “por la vista” pero cuando la llama “María” lo reconoce “por la voz”?

Tampoco ella pensaba en que resucitaría al tercer día, porque al tercer día iba pertrechada de lo necesario para tratar el cadáver.

Es verdad que Jesús era un personaje peligroso tanto desde el punto de vista político como desde el punto de vista religioso.
Lo normal hubiera sido:
1.- El Viernes lo crucifican y muere.
2.- Puesto que el crucificado no puede permanecer colgado, una vez muerto, durante el día del descanso, el Sábado. A toda prisa José de Arimatea, su amigo, tras pedir permiso, cede su sepulcro para enterrar a Jesús.
3.- El sábado nadie puede/debe hacer ninguna actividad, ni siquiera ir a ver la tumba.
4.- “Al alba”, todavía estando oscuro, con una antorcha, el domingo María Magdalena va y…

Lo de la “fosa común” donde iban a parar los cuerpos muertos de los crucificados era lo normal.

Al ver la Magdalena la tumba vacía llegarían a su mente esas ideas y piensa que alguien se lo ha llevado.
Los más interesados en hacerlo desaparecer eran los judíos y los romanos.

En una conferencia de D. José María González Ruiz, canónigo de la Catedral de Málaga, ante mi pregunta sobre la tumba de José de Arimatea, me respondió, tajantemente, “al bajarlo de la cruz harían con su cadáver lo que hacían con todos los cadáveres de los ajusticiados: echarlos a la “fosa común”.

Todos estos detalles que cuenta Juan alguien muy cercano a ellos tuvo que contárselo o que ese alguien sea el autor del cuarto evangelio.

También es, ahora, cuando se lanzan las hipótesis más extravagantes:

1.- Que lo descendieron de la cruz todavía vivo, pero fingiendo que estaba muerto y, una vez curadas las heridas, se habría ido a la India (a Cachemira) donde se casó y tuvo hijos y, a su muerte, habría sido enterrado en el Everest.

2.- Que los apóstoles (“teoría del mártir”) robaron, realmente, el cuerpo de Jesús y lo escondieron dando así origen al “mito de la resurrección”, sobre el que se fundaría todo el cristianismo posterior.

Lo cierto es que NADIE creyó que resucitaría al tercer día, lo que implica que o no lo dijo Jesús o, si lo dijo, nunca lo entendieron como un futuro acontecimiento real.

¿Cómo se le apareció? ¿Cómo era en vida? Entonces ¿por qué la Magdalena no lo reconoció, con la vista (a no ser que estuviera llorando) y sí con la voz? ¿Por qué no lo reconocieron los apóstoles camino de Emaús?

La verdad es que la Iglesia nunca ha creído, ni aprobado, apariciones de la Virgen a gente sencilla (pastores), se ha limitado a seguir la tradición y acudir a los santuarios de turno donde se arremolinan muchos creyentes.
Las apariciones pueden ser fenómenos físicos o sólo psicológicos, producto de la mente de los videntes.

Pero lo cierto es que el Cristianismo se basa, y parte, de apariciones, y en primer lugar a la Magdalena, luego a dos apóstoles, luego a todos y, finalmente, a Pablo, camino de Damasco, cuando aún era Saulo, un judío convencido que se divertía persiguiendo y matando o haciendo matar a quienes, dejando el judaísmo, se convertían a la nueva religión cristiana.

La verdad es que basar todo un cristianismo en fenómenos de apariciones, que pudieran ser fenómenos psíquicos de los videntes y nunca jamás explicados por la ciencia (porque, seguramente, son inexplicables, por ir contra las leyes de la termodinámica) y dejarlo todo en la creencia, más bien credulidad de algunos…

Pero ¿Y si el fenómeno de la resurrección fuera sólo “simbólico” y no “real”?.
No se trataría del cuerpo resucitado sino de que sigan vivas sus enseñanzas, de que no mueren o no mueran, que Jesús siga vivo en su doctrina, que resuciten, de nuevo, sus enseñanzas que, en vida del autor, fueron reales.

¿Que la Paz, la Justicia, la Igualdad,…sigan resucitadas y vivas…?

¿”No morir” el cuerpo o sólo el espíritu?

Poco importa si se les apareció, físicamente o no, y todo fueron meras sensaciones interiores de sus discípulos de querer mantener viva su presencia ya que no estaba él presente.

Que todo hubiera sido el fruto de un deseo ardiente de seguir sintiendo vivo al Maestro fuera o no fuera, además, algo extraordinario y sobrenatural.

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