lunes, 20 de diciembre de 2010

DE ENSEÑANZA Y ORDENADORES.

¡Mira que le he dado vueltas a la cosa!. Pero sigo sin comprender cómo se puede gastar tánto dinero, (con la crisis en que nos encontramos), en regalarles ordenadores a niños, en la Enseñanza Primaria¡.
Creen los políticos (hablo de los de mi comunidad andaluza) que la Informática pertenece a la Educación. Esto es verdad sólo en parte. Pero no en la Enseñanza Primaria, aunque sí puede serlo en niveles superiores.
Pero la Informática sirve, sobre todo, para la productividad (sin descartarla como instrumento del conocimiento, pero en otros niveles).

Hoy es imposible imaginarse “productividad” sin “tecnología”.

En los niveles inferiores de la enseñanza los ordenadores sirven, sobre todo, más que como instrumento educativo, como instrumento de comunicación (chats, correos, reenvíos,….) entre ellos y de entretenimiento, tanto individual como colectivo.

Teóricamente es algo maravilloso. Con la Informática se consigue información y, cuando ésta es asimilada por el alumno, se convierte en conocimiento.
Es la teoría del constructivismo, tan querida por los psicologistas-pedagistas y que está dando tan malos resultados en toda Europa.

¿Por qué el camino largo de que el alumno descubra, por sí mismo, la playa de la Misericordia, cuando el profesor puede enseñársela en muy poco tiempo?.
¿Por qué desconfiar de los conocimientos del profesor?.
Si, además (según el constructivismo) la conversión de la información en conocimiento se consigue “via ludica”, mejor que mejor. Dos pájaros con un solo tiro.
Aquí nadie habla de esfuerzo, de trabajo, de sacrificio, de tesón, de porfía, de competitividad, de hincar los codos.

Dos principios: 1.- La enseñanza tiene que ser lúdica y el niño tiene que aprender como si estuviera jugando. 2.- El centro de la educación es el niño.

Mis alumnos, sobre todo cuando preparaban la selectividad, se cabreaban cuando alguien les preguntaba: “¿Tú, estudias o trabajas?. Como si estudiar no fuera un trabajo, el trabajo correspondiente a la edad en que se encuentran.
La enseñanza, el aprendizaje, no es un juego, es un trabajo y, como trabajo, supone esfuerzo.
Pero nuestros psicologistas-pedagogistas, descubriendo el enigma siempre oculto a lo largo de toda la historia por todas las generaciones, han apostado por la pedagogía de la convivencia más que por la pedagogía del aprendizaje.
Lo importante es que el niño sea feliz en la escuela. La escuela no como lugar de trabajo sino como espacio lúdico, en compañía de sus compañeros.

La meta de la educación, el fin al que debe tender, es hacia una sociedad más justa, que brinde más y mejores posibilidades a todos. Y el niño tiene que ir esforzándose, no en mantener la sociedad en que está, sino en mejorarla.
Si el niño es el centro, todo para el centro. Si el centro es la futura sociedad, siempre manifiestamente mejorable, el niño es un radio, una flecha que debe cooperar, al tiempo que dirigirse hacia la meta.

Por otra parte están los sociologistas. Estos se acercan a la realidad educativa con unos esquemas mentales invariables, así que, rememorando a un filósofo idealista, “si mis esquemas no concuerdan con la realidad, peor para ella”.

Nuestras leyes educativas, emanadas, vía legal, de nuestros parlamentarios, no sólo no están dando los resultados apetecidos sino que, según el último Informe Pisa, nos rebajan la nota, que ya era bastante baja.

1.-Hemos establecido como fundamental el Dº. a la diferencia, así que cada autonomía estudia, sobre todo, su geografía, su historia, su literatura,…relegando la idea del “todo”, perdidos en el terruño en el que se vive

2.- Se le oferta al alumno un abanico de materias optativas y éste, inmaduro y espabilado, en vez de elegir aquellas más en consonancia con su proyecto de vida, opta, tras averiguar qué profesores van a impartirlas, por aquellas que sean más fáciles de aprobar.

La enseñanza, sobre todo en Andalucía, va, cada año, de escalón en escalón, en caída.
El profesorado, en cuanto puede, se prejubila, no alarga su jubilación, deserta.
Ésta es la triste realidad.

Entre los psicologistas-pedagogistas y los sociologistas, desde sus despachos de moqueta, con vistas al Guadalquivir,….

¿Por qué no hacer que sean los enseñantes los primeros en opinar sobre la enseñanza?.

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