viernes, 24 de enero de 2014

6.9.- ¡OH, LA PASIÓN¡


 
Sin duda que, en la extensa familia de los sentimientos, la pasión es la que ocupa el escalón más alto de la escalera familiar.

Se la suele definir como “agitación anímica acompañada de alteraciones somáticas”, es una hipertrofia emocional.

La pasión atrae y dirige toda la atención hacia esa actividad por la que se está apasionado, como si nada más que ella existiera, como si sólo ella fuera figura y todo los demás sólo fondo.

Sólo se tiene ojos para eso y se es ciego para el resto. El hombre apasionado es monocromático. Es unidireccional. Nada que no sea el centro le atrae, sin atender a lo demás existente en el círculo.

La pasión, que es energía, que es fuerza, es, moralmente, neutra, todo depende del foco de atención y de atracción, si es la belleza o el sexo, si es la poesía o la telebasura, si se ve al otro como igual, aunque distinto, o como enemigo.

¿Por qué se volvió loco Don Quijote sino por su pasión por la lectura, día y noche, de libros de caballería que, para su consecución, casi se arruina?

Y así: “de tanto leer y de tan poco dormir se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio”

Los que se dejan arrastrar por ella no pueden explicárselo, y los que no la han vivido, gozado o sufrido, no pueden comprenderlo.

Yo, por ejemplo, no comprendo esa obsesión de los montañeros por exponer su vida con tal de coronar “ochomiles” y que, una vez coronado uno, a por el siguiente, y al siguiente,…sin parar.

No lo comprendo.

Supongo que tampoco ellos comprenden mi obsesión por la Filosofía, por la Antropología.

El poder, el amor, la patria, el dinero, la droga, el alcohol, el sexo, el placer,…

Todos ellos, dosificados, son convenientes para ser feliz, pero no son absolutamente necesarios y, menos aún, imprescindibles.

Quien sólo tiene ojos y mente para uno de ellos, se obsesiona por él, es el apasionado.

La pasión es una “psico-patología”

La pasión (fenómeno psíquico) afecta sobremanera al cuerpo (fenómeno somático), desde la aceleración cardiaca a la alteración de la vasomotricidad cutánea (la carne de gallina) y visceral, la variación de las secreciones sebáceas, salivares o gástricas, desde la glucemia hasta el colesterol.

¿Es responsable quien es arrastrado por la pasión como lo es quien es arrastrado por una ráfaga de viento?

Somos responsables de lo que podemos hacer y podemos evitar, de lo que es voluntario y es libre, pero no de lo que hacemos por fuerza o necesidad.

Cuando la pasión se ha desencadenado puede que ya no sea posible echarle el freno.

La pregunta que surge, entonces, es si somos responsables, y culpables, de haber dado los primeros pasos en ese camino, cuando aún eran voluntarios y libres, porque nadie se apasiona de la noche a la mañana, son necesarias muchas noches y muchas mañanas, pero siempre ha habido unas primeras.

La pasión no es ni flor ni fruto de un día.

Decía Erasmo que “Júpiter nos otorga más pasión que razón, en una proporción, aproximada, de veinticuatro a una. Él ha erigido dos irritables tiranos para oponerse al poder solitario de la razón: la Ira y la Lujuria”.

Al final, empujan a la Razón a seguirlas y hasta que, agotada, se rinde y se entrega.

La Pasión ha triunfado.

Ya tenemos a Picasso o a Jack el destripador, a Jesús de Nazaret o a Hitler, a Vicente Ferrer o….

 

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