lunes, 8 de julio de 2013

¿QUÉ ES LA ILUSTRACIÓN? (1)


Inmanuel Kant: ¿Qué es la ilustración? (1784), Roberto Aramayo (tr.) Madrid: Alianza, 2009, pp.81-93.

(Es el mejor comentario, de los muchos que he leído, sobre “¿Qué es la Ilustración?”, así que…..COPIO Y PEGO)

1. Definición de Ilustración y minoría de edad.

Ilustración significa el abandono por parte del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo. Esta minoría de edad significa la incapacidad para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro. Uno mismo es el culpable de dicha minoría de edad cuando su causa no reside en la falta de entendimiento, sino en la falta de resolución y valor para servirse del suyo propio sin la guía del de algún otro. Sapere aude! ¡Ten valor para servirte de tu propio entendimiento! Tal es el lema de la Ilustración.

Kant ofrece en este párrafo la definición más conocida de Ilustración: ¡piensa por ti mismo! o lo que es lo mismo, no dejes que otros piensen por ti. Del mismo modo que la ciencia había conseguido progresar al desvincularse del dogmatismo religioso y la filosofía griega (Aristóteles), así también la Ilustración como movimiento cultural aspira a extender esa idea a todas las artes y ámbitos del saber. Mientras el pensamiento y los individuos continúen sometidos a dogmas religiosos o políticos y no sigan su propio camino permanecerán en minoría de edad, una condición de la que son culpables y están obligados a remediar. Un ejemplo especialmente significativo de este “pensar por ti mismo” fue la labor que llevó a cabo la Enciclopedia de Diderot, D’Alambert, Voltaire, Rousseau.. Su objetivo final era la emancipación política y el progreso moral del género humano a través de la difusión del saber

2. Causas de la minoría de edad: pereza y cobardía

Pereza y cobardía son las causas merced a las cuales tantos hombres continúan siendo con gusto, menores de edad durante toda su vida, pese a que la Naturaleza los haya liberado hace ya tiempo de una conducción ajena (haciéndoles físicamente adultos); y por eso les ha resultado tan fácil a otros el erigirse en tutores suyos. Es tan cómodo ser menor de edad. Basta con tener un libro que supla mi entendimiento, alguien que vele por mi alma y haga las veces de mi conciencia moral, a un médico que me prescriba la dieta, etc., para que yo no tenga que tomarme tales molestias. No me hace falta pensar, siempre que pueda pagar; otros asumirán por mí tan engorrosa tarea.

Kant atribuye la causa de la minoría de edad a la “pereza” y la “cobardía” de los individuos. Por un lado el dogmatismo acrítico resulta cómodo, pues nos permite no cuestionar nada del mundo que nos rodea. Podemos, por ejemplo, vivir eternamente hipnotizados por el televisor. Por otro lado, renunciar a los prejuicios y las consignas heredadas es una tarea que requiere cierto valor. Es natural que el vacío de la libertad inspire un cierto temor. Por pereza preferimos que un libro piense por nosotros antes que pensar por nosotros mismos. Esta idea tiene mucha vigencia hoy día pues vemos cómo la mayoría no es crítica con la información que recibe, ya sea a través de los libros, de la televisión o Internet. Por cobardía pagamos al sacerdote para que nos garantice el cielo y así no tener que preocuparnos de una muerte cierta. y al médico para que nos garantice la salud cuando lo único realmente eficaz es mantenerse “moderado en el goce y paciente en la enfermedad”.

Este párrafo guarda cierto parecido con la opinión que Platón expone en La República donde afirma que una sociedad en la que abunden médicos y abogados es una sociedad en segura decadencia. La incapacidad de los mortales para acceder al saber está también presente en la diatriba de Parménides contra los “mortales bicéfalos”.

Un ejemplo más reciente del estudio de la cobardía del hombre común ante la libertad y el librepensamiento es El miedo a la libertad de Erich Fromm.

3. Intereses políticos en mantener a los hombres en minoría de edad. Sexismo.

El que la mayor parte de los hombres (incluyendo a todo el bello sexo) consideren el paso hacia la mayoría de edad como algo harto peligroso, además de muy molesto, es algo por lo cual velan aquellos tutores que tan amablemente han echado sobre sí esa labor de superintendencia. Tras entontecer primero a su rebaño e impedir cuidadosamente que esas mansas criaturas se atrevan a dar un solo paso fuera de las andaderas donde han sido confinados, les muestran luego el peligro que les acecha cuando intentan caminar solos por su cuenta y riesgo. Mas ese peligro no es ciertamente tan enorme, puesto que finalmente aprenderían a caminar bien después de dar unos cuantos tropezones; pero el ejemplo de un simple tropiezo basta para intimidar y suele servir como escarmiento para volver a intentarlo de nuevo.

Los tutores que permanecen interesados en mantener a la humanidad en su minoría de edad en realidad tienen una clara motivación política. Kant se refiere irónicamente a médicos, abogados y sacerdotes como instrumentos del gobierno para manejar a sus administrados. Los peligros inevitables de comenzar a pensar por uno mismo son calificados por dichos tutores como obstáculos insalvables mientras que Kant ve en ellos tropiezos necesarios en el camino a la libertad.

En realidad hacían bien esos tutores, esos administradores del Estado, en luchar contra la expansión de la consigna “piensa por ti mismo” pues en poco tiempo esta sería el germen de revoluciones y desórdenes sociales que cambiarían el mapa de Europa.

El papel de esos tutores es análogo al que desempeñan los sofistas en el mito de la caverna de Platón.

Nótese también el toque sexista que atribuye a algunos hombres la posibilidad de abandonar la minoría de edad pero excluye de esta proeza a la mayoría de los hombres y a todo el “bello sexo”.

4. Dificultades del individuo solitario para liberarse de los grilletes que lo encadenan a la minoría de edad.

Así pues, resulta difícil para cualquier individuo el zafarse de una minoría de edad que casi se ha convertido en algo connatural. Incluso se ha encariñado con ella y eso le hace sentirse realmente incapaz de utilizar su propio entendimiento, dado que nunca se le ha dejado hacer ese intento. Reglamentos y fórmulas, instrumentos mecánicos de un uso racional –o más bien abuso- de sus dotes naturales, constituyen los grilletes de una permanente minoría de edad. Quien lograra quitárselos acabaría dando un salto inseguro para salvar la más pequeña zanja, al no estar habituado a semejante libertad de movimientos. De ahí que sean muy pocos quienes han conseguido, gracias al cultivo de su propio ingenio, desenredar las ataduras que les ligaban a esta minoría de edad y caminar con paso seguro.

En este párrafo Kant compara a los individuos en minoría de edad con los personajes encadenados del mito de la caverna, tan acostumbrados a la oscuridad y las sombras, que de ningún modo desean abrirse paso hasta la luz. Al individuo solitario le resulta extraordinariamente difícil “pensar por sí mismo”, abrirse paso hacia la verdad y la libertad, pues durante toda su vida ha tenido el entendimiento constreñido por dogmas políticos y religiosos. Son muy pocos los que han conseguido abandonar la minoría de edad y guiarse sólo por su propio ingenio.

Observa que la metáfora de los grilletes nos remiten de nuevo al mito de la caverna de Platón. La dificultad para adentrarse en los caminos del saber también estaba presente, por ejemplo, en Heráclito, cuando decía que no están los hombres más cerca del logos antes que después de haberle escuchado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario