viernes, 12 de julio de 2013

"LA ILUSTRACIÓN INACABADA": LA MUJER

 LA MUJER EN LA ILUSTRACIÓN.

Significantes y significados. Gramática y Semántica.

¿Por qué tuvo que “salir” “Los Derechos de la mujer y de la ciudadana” si tan sólo unos años antes había sido publicada “La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano”?.

Ese “hombre” ¿es genérico y no específico? ¿Se refiere a “varones y mujeres” o sólo a  “varones”?. ¿E, igualmente, a “ciudadanos”?.

¿Por qué, pues, Olimpe de Gougues publicaría  la Declaración de derechos de la mujer y de la ciudadana?

Seguramente porque Olimpe de Gouges no veía que la 1ª Declaración también incluyera a las mujeres.

En épocas no muy lejanas, 1.993, otra mujer, Alicia H. Puleo ha escrito “La ilustración olvidada” en la que reconstruye los fragmentos de un espejo roto, olvidado, que configuran el pensamiento ilustrado sobre la mujer.

Quizá la pista nos la dé Kant (otra vez Kant) cuando aclara y matiza que “nuestra época no es una época ilustrada sino el tiempo en que ha comenzado la Ilustración”.

Es verdad que varones y mujeres son distintos fisiológica y anatómicamente.

Es verdad que el cuerpo de la mujer es diferente al del varón. Diferentes biológicamente hasta el punto en que sólo ella (y no el varón) puede engendrar tras nueve meses de albergar en su seno el embrión, feto, “nasciturus”.

Pero esa “diferencia” entre los sexos, esa diferencia biológica no debe implicar la “desigualdad” (cultural, jurídica, moral, política,…) y menos aún “inferioridad”.

Para ver las diferencias biológicas no hacía falta ser un experto. Hoy sabemos que la mujer también lo es cromosómicamente.

Aclaremos conceptos.

Lo contrario de “diferente” es “idéntico”, y es verdad que somos “diferentes” y no “idénticos” varones y mujeres.

Pero lo contrario de “igualdad” es “desigualdad”. Y ahora ya no hablamos de cuerpos, ni de anatomía ni fisiología, ni de cromosomas, sino que hablamos de “personas”

Varones y mujeres, DIFERENTES, deben ser IGUALES. No hablamos de cuerpos, sino de personas, IGUALES, no DESIGUALES y, menos aún, INFERIORES.

El feminismo real, no es exaltado, proclamará que la Ilustración fue una “Ilustración inacabada” y que lo que el feminismo intenta es “concluirlo”, “llevarlo a término”.

El Feminismo sería como “Ilustración de la Ilustración”

La mujer, a lo largo de la historia, nunca ha sido un ser “ab-soluto” sino “relativo”.

La mujer siempre ha sido: “hija de….”, “esposa de….”, “madre de…”, “hermana de…”, “amante de….”

La mujer siempre ha sido “la otra” de la historia.

La relación entre los sexos ha sido un problema sin resolver y, aún hoy está enquistado en la mentalidad machista la Inferioridad del sexo femenino.

Por desgracia, y casi a diario, nos desayunamos con la mal llamada “violencia de género” y que, como tantas y tantas veces he escrito y dicho, debe denominarse “violencia de sexo”, por el prejuicio machista de la “pertenencia”, de la “dependencia” y de “la maté porque era mía”.

¿Por qué la “Diferencia biológica” va a seguir llevando aparejada, de la mano, la “Desigualdad”?

Pero si hoy se considera a la mujer  “Igual” al varón, en la Ilustración más que “una” mujer había “varias mujeres” (la cortesana, la aristocrática, la burguesa, la mujer del pueblo, la campesina, la hilandera o trabajadora subordinada en la fábrica,…)

Dominique GODINEAU, profesora universitaria de Historia Moderna y Contemporánea, en Rennes, ha publicado “Las mujeres de París y su revolución francesa” (en español como “Cuatro mujeres en la Revolución francesa” (entre ellas Olympe de Gouges y Etta Palm), con un amplio y extraordinario prólogo de José Sazbón titulado “Sobre figuras y aspectos del feminismo ilustrado”) y afirma Godineau que ya en el período revolucionario, y en sintonía con Olimpe de Gougues,: “americanas y francesas rechazaron, en efecto, la imagen de seductoras coquetas, preocupadas, únicamente, por sus joyas, por su apariencia y la atracción que ejercen sobre los hombres… En una república las mujeres no son, ya, frívolas, débiles y pasivas, sino dignas, enérgicas y activas. Y los hombres deben dirigir una mirada distinta a sus compañeras, apreciarlas por sus cualidades morales, y no por su belleza física… Las americanas insisten en la importancia de la educación de las republicanas, que desarrollará sus cualidades y garantizará su independencia….Las francesas, pertenecientes a una sociedad más rica no se contentan con esta “ciudadanía privada”. No rechazan el reparto de tareas entre los sexos pero no ven la incompatibilidad del mismo con una actividad política, e incluso con el ejercicio de los derechos políticos.

A igual que ellas, todos los partidarios de la existencia política de las mujeres, ponen por delante lo que tienen en común ambos sexos, LA RAZÓN, que definen lo humano, portador de derechos.

Ya Kant, al hablar de “el bello sexo” y de la IGUALDAD como personas, a pesar de la DIFERENCIA de sus cuerpos está invitando a la mujer a que si quiere llegar a la mayoría de edad, tendrá que saltar el obstáculo de los Tutores, que se empeñan en señalar el peligro a quienes se proponen salir de la minoría de edad.

¿Y la mujer española en el siglo XVIII?, siempre bajo la tutela del varón, sea el padre, el marido, el hermano, el cura…. La mujer como monja o como “hija de” y “esposa de” (hacendosa en la casa, administradora y cocinera en la cocina, puta en la cama, señora en la calle, devota en la iglesia)

(Véase en blogdetomasmorales la entrada “Varones y mujeres” del 20 de Octubre del 2.011)

En la futura sociedad comunista –dirá Engels- la mujer será igual al varón y será esta sociedad la que conceda a la mujer su liberación. Y la primera condición de esta liberación de la mujer será la participación de ésta en el trabajo público, en la fábrica, en el taller, en los negocios,….es decir, en el abandono de la TEORÍA DE LAS TRES K (la mujer está, en la sociedad capitalista, destinada a Kinder (niños), Küche (cocina) y Kirche (iglesia).

El feminismo actual anda, todavía, dividido entre el Feminismo de la Igualdad y el Feminismo de la Diferencia, apoyándose en el  hecho cultural de la modernidad.

Y es verdad que la mujer, en cuanto mujer, puede reclamar unos derechos resultantes de la maternidad, “Los Derechos de la Mujer”, no contrarios, sino añadidos a los Derechos que tiene como persona igual al varón.

El exclusivo y particular hecho de la maternidad debe engendrar unos Derechos Específicos.

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