martes, 12 de marzo de 2013

SOCIEDAD COMPETITIVA Y SOCIEDAD COMPASIVA.


Vivimos en una sociedad contradictoria.

Primero te ordena competir para ganar (primera premisa), para después apiadarse de los perdedores (premisa segunda).

La muerte es algo natural. Sólo muere lo que está vivo y todo lo vivo, antes o después, muere. Porque el mecanismo vital se rompe y la vida queda aparcada. Es lo natural.

Pero se muere tu vecino, de 103 años, y a la hija (porque, seguro que, ya era viudo) le decimos: “lo siento”, “te acompaño en el sentimiento”….Esto es un sarcasmo. Un uso social sin sentido. Es como si alguien se hace una herida y le sale sangre, es algo natural. ¿Tú sientes que la naturaleza actúe como actúa, si no puede actuar de otra manera, si la naturaleza actúa así por necesidad, no es libre para actuar de otra manera?

Lo dices porque hay que decirlo, es una regla de cortesía, pero nada más. Al despedirte, ni sentimiento ni nada. A tu vida y sus afanes.

¿Tú sabes si la familia estaba, ya, deseando que ese “cabrón” se muriera y dejara ya de dar por…., de maltratar?

Se ha cumplido el trámite. El muerto habrá ido al cielo o al infierno, pero la familia se ha quedado en la gloria.

“Te acompaño en el sentimiento”. ¿De alegría o de pena?

¿Cómo vas a apiadarte de algo que estaban deseándolo?

¿Cómo vas a compadecerte de aquellos que ya, por fin, han dejado de padecer?

Mentiras. Puramente mentiras, Piadosas, pero mentiras.

Y es que el que se compadece de otro lo dice desde un lugar superior al del compadecido.

En el fondo, el que se apiada, consciente o inconscientemente, se alegra de no ser él el perdedor.

“Misericordioso” y “miserable” provienen de la misma raíz, “miser”, pero uno es un piropo y el otro un insulto.

Para que haya un misericordioso debe haber un miserable.

Si de “vanidad vanidoso, de avaricia avaricioso, de lujuria lujurioso,….” Todos vicios. ¿Por qué “misericordioso” es una virtud? ¿Tiene el “misericordioso” un “corazón misero” o es que su “corazón se apiada del “mísero”?

¿No serán la piedad, la compasión, la misericordia, la empatía (como ahora gusta tanto decir),… vestimentas, ropajes, para tapar la injusticia?

Es como la caridad. ¿No es un parche, un remiendo, para paliar la injusticia y para calmar la conciencia culpable, aunque sea inconscientemente?

Si hubiera justicia ¿haría falta la caridad?

Los remiendos suponen el traje roto.

En una sociedad competitiva los que suben a los cajones de los ganadores ¿van a tener piedad de, les dan lástima, los perdedores o sus expectativas son, por el contrario, ser aplaudidos por ellos?

¿No es contradictorio competir, para ganar y, luego tener compasión con quienes han perdido?

¿Por qué no se ha dejado ganar?

Competir y compadecerse, juntas, parecen una impostura.

Esto es un dilema.

Si una sociedad no es competitiva, se amuerma, y si lo es va dejando un reguero de perdedores.

¿Competir para ganar y apiadarse de los perdedores? Esto es un sarcasmo.

¿Qué es la beneficencia estatal sino recoger de la cuneta a quienes, previamente, ha ido tirándolos?

¿Para sacudirse el sentimiento de culpabilidad, intrínseca al sistema?

Cuando ante la miseria ajena respondemos: “yo ya pago mis impuestos” ¿se supone que tus impuestos son para remendar el roto de la injusticia o son para seguir manteniendo engrasado el sistema competitivo en el que tu vas ganando y siempre perteneces al bando de los ganadores?.

¿Cómo funciona el mercado? ¿Cuál es la ley que lo rige? Comprar barato y vender caro, pero para que eso suceda alguien, por necesidad, tiene que vender barato y tiene que comprar más caro.

¿Qué sentido tiene apiadarse de los perdedores, si son necesarios para que el sistema funcione?

Esta sociedad competitiva es tan tramposa como cuando el que apuesta dice: “si sale cara, gano yo; si sale cruz, pierdes tu”.

La sociedad mercantil necesita el mercado, éste necesita compradores y vendedores, cuando uno gana, otro tiene que perder, pero…..luego nos apiadamos de los perdedores.

“Todos somos iguales ante la ley” –principio fundamental de la democracia. Pero la pregunta previa debe ser: ¿“qué ley”?

¿Qué tendrá que ver la “igualdad formal”, con la que se nos llena la boca, con la “desigualdad real”, esencia de toda sociedad competitiva de ganadores y perdedores?

No ha lugar sino a una falsa compasión. “Lo siento por ti”. ¿Qué sentido tiene ese “lo siento”?

Oro, plata y bronce.

Sólo uno es el ganador, los demás son perdedores, más o menos, perdedores, pero perdedores.

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