jueves, 20 de agosto de 2020

FLORILEGIO 19 ( 2 ) LOS TRABAJADORES, TRABAJO Y FILOSOFÍA


LOS TRABAJADORES.

         A.- Trabajadores de “CUELLO BLANCO” son aquellos cuya vida laboral se desarrolla, básicamente, en una oficina y al mando de uno o varios ordenadotes enchufados a Internet (ejecutivos, administradores, economistas, banqueros, directores de grandes empresas

         B.- Trabajadores de “CUELLO AZUL” son aquellos a los que se asocian a empleos fabriles (mecánicos, operarios, reponedores, conductores,..

         C.- Trabajadores de “CUELLO ROSA” son aquellos relacionados con las tareas realizadas por mujeres (peluqueras, administrativas, enfermeras, asistentes, mujeres de la limpieza,…

4.- EL TRABAJO Y LA FILOSOFÍA.

Filosofar sobre el trabajo sigue siendo una urgencia al menos desde mediados del siglo XX y, sobre todo, en el siglo XXI.

¿Hasta qué punto es el trabajo fuente de la identidad humana?
¿Cómo se relaciona el trabajo con la persona?
¿Qué ha de significar el trabajo en la vida de cada persona?
¿Cómo lograr que el hombre se realice como persona por medio del trabajo?
¿Cómo realizar el trabajo de modo que la sociedad se vigorice y la vida personal no se degrade?
¿Exageraba Voltaire cuando afirmaba que el trabajo era la vida del hombre?
Entonces ¿Qué ocurre cuando llega a su fin la vida laboral? ¿Se acaba la vida humana y ya puede morir el hombre al no ser necesario para la sociedad, sino una carga?
¿Es que no pertenece a la vida del hombre el juego, la contemplación, los sueños, el descanso,…?

Son, todos ellos (y muchos más) problemas filosóficos a los que hay que examinar, buscar y encontrar respuestas.

Porque, por el trabajo, el hombre puede desarrollar muchas de las posibilidades físicas y espirituales que llevan dentro de ellos.

Olvidémonos de que el trabajo sea la consecuencia del pecado de Adán y aquel “ganarás el pan con el sudor de tu frente (no con el sudor del de en frente, como piensan y dicen los malpensados)

Y es que el hombre es espíritu, pero también cuerpo; es razón, pero también manos.

Si el hombre ha progresado ha sido gracias a su inteligencia, pero también gracias a sus manos.
Gozos y penalidades se entremezclan.

Los sueños de transformar el mundo por el trabajo están llevándonos a romper el equilibrio ecológico, a poner en peligro la supervivencia del hombre sobre la tierra.

En nombre de la dimensión objetiva del trabajo, un mayor rendimiento económico, una mayor y mejor producción,…unos hombres han esclavizado a otros o, al menos, no han respetado ni respetan su dignidad personal.

Los hombres somos trabajadores, pero no somos robots.

El trabajo auténticamente humano tiene un valor ético porque quien lo lleva a cabo es un sujeto consciente y libre, es decir, un sujeto autónomo que decide por sí mismo.

La relación del trabajo con la persona repercute enormemente en los problemas sociales que han interesado, e interesan, no a momentos concretos (aunque también) sino a épocas enteras.

Al hombre no debe valorársele, en primer lugar, por el tipo de trabajo que realiza sino por cómo realiza ese trabajo.

Cervantes ya decía que “casa uno en su oficio puede alabar a Dios”

El valor del trabajo viene dado porque quien lo ejecuta es una persona, trabajadora, sí, pero sobre todo, y en primer lugar, persona y tiene relación con  las motivaciones y la perfección con que lo lleva a cabo.
                                                                                       
Lo más importante en el trabajo no es ni el trabajo ni lo trabajado, sino la persona o sujeto que trabaja.

Podemos ser esclavos dando clases de matemáticas en una Universidad y ser hombres libres barriendo las aulas.

Y cuando se juntan el trabajo y el placer de trabajar, como ocurre en la mayoría de los enseñantes y educadores (como fue en mi caso,…)


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