domingo, 24 de enero de 2016

CON LOS AÑOS A CUESTAS (12) ¿EL VIEJO VERDE?



Y ¿del AMOR? ¿Qué decir del amor en la tercera edad?.

¿Recuerdan lo del cinturón de castidad medieval? ¿Recuerdan lo del cinturón sanitario?. Pues eso es lo que la sociedad, nuestra sociedad, hace cuando el viejo se enamora y quiere, le apetece, tener amores carnales, encuentros sexuales.

Si lo hace el joven, normal. Si lo hace la persona madura, bueno… Pero como se le ocurra al viejo tantear el terreno sexual… Ya no es que sea un “viejo verde”, es que “ha perdido la cabeza”, “está “encoñao”,…..

Cuando uno va por el campo, haciendo senderismo, muchas veces ve esos letreros: “prohibido cazar, coto privado”…
Pues yo no sé por qué ni quién, en el campo erótico, ha colocado el cartel: “prohibido la entrada a los viejos”.

Pero si muchos no serán “cazadores”, ni querrán entrar en ese campo, si tendrán otro tipo de hobbys o preferirán otro tipo de aventuras, pero… ¿prohibírselo a ese viejo que desee entrar?

¡Qué moral más hipócrita¡ ¡Tildar de desequilibrado a ese viejo que quiere aproximarse al sexo o tener una aventura sentimental¡

“Al abuelo se le han cruzado los cables y no anda bien de la cabeza”.

La ignorancia de muchos, el cinismo de más gente todavía y la crueldad de todos (empezando por los familiares) se ceban con el viejo cuyo pecado es que quiere tener momentos gratificantes porque su biología se lo pide o su fisiología se lo permite y su psicología lo desea  intensamente.
O sea, por obrar naturalmente, siguiendo a la naturaleza, lo juzgan antinatural.

Hablamos de “poder hacerlo”, ni siquiera de “hacerlo”.
Ya la mera posibilidad, la incipiente tentativa, es cortada de raíz y calificada de anormal, de inmoral, contra natura,…porque lo natural debe ser reptar por la existencia que le queda hasta que se vaya.

“¡Prohibido el paso. Finca particular¡”. Particular ¿de quien?. ¿Quién es el propietario del horizonte erótico y del campo amatorio?. Pero ¿no es lo placentero uno de los componentes de todos los seres vivos?.

Se le está diciendo al viejo: “tú ya lo practicaste, ya tuviste hijos y ahora tienes nietos”. Olvídate. ¡Vaya ejemplo para los nietos¡.

Pero ¿mal ejemplo de qué?.

Y el pobre viejo tendrá que hacerlo en la clandestinidad, con nocturnidad, pero sin alevosía, sino con ternura.

Creer y afirmar que amor y  sexo van estrechamente unidos al vigor físico de la juventud es, además de cinismo, ignorancia.
Es tener todavía en la mente el esquema anticuado de que el sexo es un acto de fuerza, de poder, de dominio y no un encuentro amoroso horizontal entre dos personas libres, autónomas, conscientes,…

Más aún. El amor del anciano es un amor sano, un amor puro. No tiene que demostrar nada ante nadie. Sólo muestra su amor. No quiere ganar ni vencer, quiere obrar de manera grata en esta su etapa final.

Más aún. El viejo amante sí que cumple, a la letra, el mandato divino: “hasta que la muerte os separe”, y no los jóvenes, al unirse, que lo que hacen es prometer “ser fieles hasta que la vida los separe”, que puede ser pasado mañana. Es un mandado fuera de lugar para el joven, que no ve en su horizonte a la muerte, porque lo que se extiende ante él es un panorama de vida, de futuro, no de final.

Por eso no es tan raro que un viejo muera al poco tiempo de morir su compañera.
La soledad amorosa es una introducción a la tumba, cosa que no ocurre en el joven.

Cuando el viejo ama, ama intensamente, porque pone en el amor la poca vida, pero toda la vida, que le queda. Como si le faltara tiempo. Sería el pecado de amor. Morir sin haberlo dado todo.

Yo creo que, si existe Dios, y la otra vida, y el juicio final, lo que Dios va a mirar es ¿“cómo ha estado de amor”?.
Todo el amor que te haya sobrado y no lo hayas dado, será usado contra ti.
El presentarte con las manos vacías (no con las manos llenas) será lo que haga exclamar a ese Dios: “Venid, benditos de mi Padre…”.

Siempre tuve una curiosidad, que la he convertido en pregunta: ¿por qué muchas mujeres, al enviudar, reverdecen, y esto, por lo general, no ocurre en los varones?.

Se dice que la mujer es de una pieza, que siempre actúa como un todo, que es sin fisuras. Que es intelectual, amante, política, funcionaria, madre, ama de casa… pero, en todo, es mujer, la misma mujer.
Mientras que el varón está hecho con piezas que se ensamblan de manera propia.
No existe el varón total, que actúe como un todo.
Hay un varón en el trabajo, otro varón en la casa, otro en la cama, otro en la política,…y que por eso, cuando le falla y le falta una pieza (la esposa amante) repercute en el todo, que se mueve, que se desequilibra, que está manco, deformado, que le falta una pieza al ensamblaje que es.

La muerte de la amada repercute en el trabajo, en sus relaciones, en su carácter, en sus ideas,…

Hay muchos hombres en un hombre.
Sólo hay una mujer en cada mujer.

De ahí que ella aguante más y mejor la pérdida del amado, sin resentirse tanto el todo que es.

¿Por qué a Los Amantes de Teruel, a Romeo y Julieta, a Abelardo y Eloísa, a Calixto y Melibea,.. se le levantan monumentos?. Sencillamente porque “son jóvenes” y no es “normal” que unos jóvenes mueran de amor.

Si tuvieran que levantar monumentos a todos los viejos-ancianos que han muerto de amor al morir su compañera…Porque esto sí que es normal.

La vida ha perdido el sentido. El sentido se lo daba ella. ¡Me voy con ella¡. ¡Morir de amor¡.

Habitual, normal, en los viejos.
Inusual, excepcional, en los jóvenes, sin embargo….

Si se levantaran monumentos a los viejos amantes, además de que habría muchísimos, causarían, más que admiración, cachondeo, risitas “por lo bajini”,…

¿La tumba de dos abuelos, con sendas estatuas yacentes, además, agarradas de la mano, como los Amantes de Teruel?. Sería una impostura.


¡Qué sociedad más hipócrita y más sádica¡.

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