¿Y qué decir de la enfermedad
de las personas mayores?
Con el funcionamiento, todos
los mecanismos se desgastan o se desencajan o se rompen. Y nuestro cuerpo es
una máquina.
Deben ser normales los
achaques, los fallos, las enfermedades. Pero la sociedad no ve igual la
enfermedad del joven que la del mayor.
En el joven, una vez
suprimida, se reincorporará a la carrera competitiva productivista.
En los mayores no ocurre así,
se cure o no, ya está fuera de la cadena productiva.
Por eso, un joven “PUEDE”
estar enfermo; un viejo “ES” enfermedad, gravosa para la sociedad.
Y está bien que al viejo le
funcione la cabeza, pero la presencia del pensamiento nunca compensa del todo
la ausencia de otras facultades (movilidad, artrosis, aparato respiratorio,
procesos reumáticos, próstata,…)
Pero, como hemos dicho antes
del amor, la enfermedad no existe, sino enfermedades.
Y “el enfermo” no existe,
sino enfermos concretos.
Enfermedades concretas en
enfermos concretos.
Y, aquí, cada uno es un
mundo. La misma enfermedad es llevada de distinta manera por uno u otro
enfermo.
Una cierta dificultad para
caminar en Pedro, que tiene 18 años, no es igual que en Pablo, que ronda los
82.
El insomnio, en un joven, es
una patología, en la vejez, no tanto.
Dicen que el joven duerme
profundamente porque apenas tiene algo que recordar, mientras que el viejo
necesita robarle horas al sueño para sentirse vivo paseando por la memoria.
Son tantos los recuerdos, tantas
las experiencias acumuladas, que el mismo sueño le suele angustiar, por eso
renuncia a él.
Quiere sentirse vivo. Incluso
el descanso es un duermevela.
Es normal que el viejo dé
cabezadas en cualquier momento del día.
Lo normal en un coche, al
usarlo constantemente, es que un día se pinche una rueda, otro día se le vaya
la batería y otro día haya que cambiar las bujías o un intermitente.
Es lo normal.
Igualmente ocurre en y con
nuestro cuerpo, es normal, que algo falle, lo importante es que no sea el
motor.
Será la próstata o la vagina,
el estómago que se resiente, la tensión, la glucemia o el colesterol que se
sube por las nubes.
Es lo normal.
Es normal que en un tejado
viejo haya alguna gotera, habrá que retejarlo y seguir bajo techado.
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