lunes, 10 de agosto de 2015

LA 4ª HUMILLACIÓN.



Estamos asistiendo a ella, la estamos descubriendo y creando. ¡Adiós a nuestras creencias en las que, hasta ahora, tan plácidamente, descansábamos¡

La 1ª gran decepción (con la que quedamos humillados) nos la sirvió un astrónomo polaco, Nicolás Copérnico. (Aunque, en realidad, ya unos griegos presocráticos nos la habían sugerido, pero no estaban los tiempos preparados para tales revoluciones científicas).
La autoridad del pluriespecialista Aristóteles, uno de los pilares del pensamiento occidental,  completada con la del astrónomo y geógrafo (que se lo pregunten a Colón), alejandrino Claudio Ptolomeo, crearon un modelo astronómico geocéntrico, como la base de la mecánica celeste y que perduró más de 1.400 años.
La Iglesia Católica tomó sus teorías del universo como modelo real, por considerarlas de acuerdo con las viejas tradiciones de los judíos y con la Biblia.
Como el mundo de entonces, “grosso modo”, era Europa y Norte de África, esto supuso la aceptación mundial de la teoría geocéntrica y geoestática aristotélico-ptolemaica.
Y ¡a ver quién se oponía a esta concepción¡ (con la Inquisición observando con lupa, vigilando y ejecutando (que se lo pregunten, si no, a la hoguera de Giordano Bruno, o al exilio de Galileo a Siena).

Los estudios astronómicos de Ptolomeo, del siglo II, conocidos con el término árabe “Almagesto” (“el más grande”), con sus 13 volúmenes, estuvo vigente hasta el “De revolutionibus” del POLACO Nicolás COPÉRNICO, en el siglo XVI, pero que ni él se atrevió a publicar, en vida, y tuvo que hacerlo, de forma póstuma, un sacerdote protestante luterano.

Así se llevó a cabo la 1ª HUMILLACIÓN, la ASTRONÓMICA, cuando, de la noche a la mañana (hubo que pasar un tiempo para su aceptación) resultó que Dios no había colocado a la Tierra, como morada del hombre, en el centro del universo. Dejábamos de ser el ombligo del mundo creado por Dios. Éramos uno más de los planetas que giraban en torno al Sol, que había pasado a ocupar el centro del sistema.
Nuestra morada, la tierra, en la que Dios, con tanto amor, nos había colocado, ni era “centro”, ni era “estática”, sino que giraba en “traslación” (alrededor del sol, dándonos las estaciones y los años) y en “rotación” (alrededor de sí misma, dándonos los días y las noches).
El sol “había dejado de “salir-levantarse” por el Este (Levante) y de “ponerse-acostarse” por el Oeste (Poniente). Éramos nosotros, la tierra, la giraba de Oeste a Este. Los sentidos nos estaban engañando. A pesar de que veíamos que…. la razón nos decía que…
Y este primer capítulo de esta primera humillación seguiría con muchos más capítulos, hasta hacer, hoy, de nuestra Tierra “una mota de polvo en un universo ilimitado”.

La 2ª HUMILLACIÓN, la BIOLÓGICA, nos la proporcionó un INGLÉS, Charles DARWIN, sobre todo con sus obras “El origen de las especies por medio de la selección natural”, en 1.859 y, posteriormente, “El origen del hombre”, en 1.871.
Viene a decirnos que descendemos de animales que nos han precedido en la evolución.
Es decir, que “no hemos sido creados, expresamente, por Dios, el sexto día de la creación,…..”, que somos, sencillamente, el fruto final (de momento) de unos ancestros prehomínidos que, a través de una “selección natural”, de una “lucha por la vida”, de una “selección sexual”,… hemos llegado hasta aquí, tras muchos años. Que no aparecimos, de golpe y porrazo, salidos de la mano de Dios, sino de la naturaleza animal, tras muchos avatares.


NI EN EL CENTRO, NI CREADOS. Dos DECEPCIONES. Dos HUMILLACIONES. Nuestro amor propio, herido.

La 3ª HUMILLACIÓN, la PSICOLÓGICA, nos vino de la mano/de la cabeza de un AUSTRIACO-VIENÉS, Sigmund FREUD.
Ya el Inconsciente había sido estudiado en el XIX, pero Freud nos dio la puntilla. Dejábamos de ser “La Perla de la Creación”.
Nuestra conciencia pasó a ser, sólo, a punta del Iceberg, que esconde bajo el agua el 90% de su ser.
El Inconsciente, ese 90% de lo que somos, es el que nos gobierna y nos dirige en nuestra conducta. Nos creíamos que éramos conscientes de nuestro actuar y resulta que no somos dueños de nuestros propios actos.
Esta Humillación sigue, sólo del 1 al 2 % de las funciones cerebrales son conscientes.

La 4ª HUMILLACIÓN, la NEUROCIENTÍFICA, es en la que estamos inmersos. Ahora tenemos que poner en duda la existencia del “YO”, de la “REALIDAD EXTERIOR” y de la VOLUNTAD LIBRE.

Hoy, ya, ni Teología, ni Filosofía, ni Psicología, sino la NEUROCIENCIA.

Hasta hoy creíamos en nuestro “yo” permanente, desde “la cuna hasta la tumba” éramos nosotros, pero si nada en nuestro cuerpo es permanente… y creíamos en la permanencia de la realidad, pero si nada de ella es permanente…

Ya Descartes, en el XVII, había afirmado que “las cualidades secundarias” (colores, olores, sonidos, sabores,…) no existen ahí, en la naturaleza, independientes de nosotros, sino que son creaciones del cerebro, que nosotros las creamos, al sentir.

EL YO

¿Cuándo surge el concepto de “yo” en el desarrollo del hombre?.
El niño, en la primera fase de su vida, no tiene un “yo” diferenciado del “mundo” que le rodea. Es un bloque “yo-mundo”, en un mismo kit, no hay un “yo” (aquí) frente a un “mundo” (ahí), es una fusión niño-mundo.
Chupete-teta de la madre.
A partir de los 2,5 a 3 años es cuando el niño ya ve el mundo ahí, independiente de él, distinto. Ya no es el mundo mágico que al lloro responde a sus necesidades (la madre). El mundo se le opone, es “lo otro” respecto a su “yo”.

Hay culturas con una concepción sociocéntrica del yo, muy distinta a nuestra concepción individualista del mundo occidental.
“Yo sociocéntrico”, difuminado y fundido con el grupo social frente al “yo egocéntrico”, individualizado.

Pero el “yo” ¿es una abstracción?, ¿es una entidad?, ¿es un proceso?, ¿o es una construcción cerebral?.
¿Tenemos una sola consciencia, en nuestro cerebro o cada hemisferio cerebral tiene su propia consciencia  pero aparecen como una sola por la preponderancia de una de ellas o por la fusión de ambas?.


Es lo que se observa en pacientes con “cerebro dividido” o “cerebro escindido”, resultado de seccionar el cuerpo calloso que une a ambos hemisferios para que no se propague al otro una enfermedad.
En estos pacientes, cuando la mano izquierda, controlada por un hemisferio, comete un error, la mano derecha intenta corregirlo.
En estos pacientes existen como “dos yos/yoes”, o “dos personalidades”, o “dos consciencias”.
¿Qué es el “desdoblamiento de personalidad”? (la película “Psicosis”, de Hitchcock?.
¿Nacemos con la potencialidad de desarrollar múltiples personalidades y, con el desarrollo, consolidamos una integración?.
¿Cuál es, por ejemplo, la personalidad de un joven ante: su padre, su novia, su amigo, su profesor, el guardia de tráfico,…?.
Son tan distintos sus comportamientos que parecen proceder de personalidades distintas.

¿No es el yo una entidad que desarrolla el cerebro como cualidad emergente, cualidad con la que no nacemos sino que desarrollamos a partir de la maduración de estructuras corticales y en interacción con el entorno, dependiendo, por tanto, de la cultura en la que la persona se encuentre”.

De nuestro Ortega es la sentencia: “Yo soy yo y mi circunstancia” (aunque, casi siempre, se obvia cómo sigue): “y si no la salvo a ella no me salvo yo”.
En vez de considerar al YO como una suma de un “yo” y una “circunstancia”, habría, más bien, que decir que “el Yo es un yo circunstanciado”
Este YO ¿permanece constante a lo largo de nuestra vida o va cambiando?

Porque mi cuerpo está en renovación constante, aunque cada clase de tejido tiene su tiempo propio de renovación. Las células de la piel se renuevan cada 15 días, las del hígado cada 300-500 días, el esqueleto se renueva cada 10 años, en los adultos.
El promedio de edad de las células está entre los 7-10 años.

Es decir, yo “no soy lo mismo” cada X tiempo, todo mi cuerpo ha cambiado

Pero ¿soy Yo, hoy, el mismo que hace unos años?.

Mi yo-profesor, mi yo-alumno, mi yo-esposo, mi yo-padre, mi yo-abuelo, mi yo-hijo, mi yo-amigo, mi yo-lector, mi yo-escribiente/escribidor o escritor, mi yo-ciudadano, mi yo-conductor, mi yo-paseante, etc., etc., etc.,….
¿Es el mismo y único YO, permanente, con roles distintos o son yos distintos, personas distintas y el Yo es sólo una abstracción?


LA REALIDAD.

Hoy sabemos qué es lo que hay en el fondo de la materia, sus últimos (por el momento) componentes.
Eso es lo que hay, pero ¿es eso lo que vemos, sentimos, percibimos?.

Lo que llamamos “realidad” es una realidad construida por el cerebro, que en poco o en nada se parece a la “realidad objetiva”.
El constructivismo es la corriente de pensamiento más cercana a los resultados de la neurociencia moderna.
El cerebro nos engaña porque su finalidad no es que conozcamos la realidad, su meta no es la verdad, sino la supervivencia del organismo en que habita.
Analicemos cómo se produce la percepción, sobre la cual trabaja, luego, el cerebro.

1.- Fase física. Son los estímulos que entran en contacto con los órganos sensoriales. Pero no todos los estímulos. Sólo los que quedan entre los umbrales mínimo y máximo. Por ejemplo, los estímulos visuales que capta el hombre son los que van entre el rojo (por abajo) y el violeta (por arriba). Solo percibimos 1/70 del espectro electromagnético (entre los 390 y los 700 milimicrones), lo que se llama la “luz visible”. Pero ¿y los rayos infrarrojos, los rayos calóricos, radar, ondas de radio y de televisión, las ondas electromagnéticas lentas (por debajo del rojo) y los rayos ultravioletas, los rayos X, los rayos gamma, los rayos cósmicos (por encima del violeta)?. Todos son reales, pero no son “estímulos”, porque no excitan a los conos ni a los bastones, por estar fuera de los umbrales
Desde esta pequeña porción, tan limitada, de estímulos físicos trabajará el cerebro, pero antes de llegar a él tienen que pasar por la

2.- Fase fisiológica, que se origina por la alteración que el estímulo produce en un órgano sensorial y los fenómenos fisiológicos derivados de ella en tres estadios: 1.- “excitación” de las células terminales (retina) que dispara la corriente nerviosa, 2.- “conducción de la corriente nerviosa  hasta el cerebro, y 3.- “recepción”, por parte del cerebro, de la corriente nerviosa.

3.-Fase psicológica, que es la fase del conocimiento.

Pero si el primer momento es de carácter físico (las vibraciones electromagnéticas) éstas causan una descomposición química en los conos y bastones, que contagia a las neuronas bipolares, que poseen una composición química diferente a las anteriores. Nueva descomposición química en las bipolares, que se repite en las siguientes células ganglionares.
Lo que llega a los tálamos ópticos es muy diferente a lo que salió de los conos y bastones.
¿Cuál es, pues, el valor de nuestro conocimiento sensitivo, si entran pocos estímulos y, además, se van transformando en la corriente nerviosa?.
Cuando veo un árbol verde y muy alto, ¿existen, fuera, el color verde y la figura alargada o se trata de puros pareceres subjetivos?.
La realidad no se nos presenta tal como es; nuestra fisiología nerviosa la deforma o, mejor, la reforma, a fin de que caiga bajo nuestro control.
Si tenemos 100 millones de receptores sensoriales y 10 billones de sinapsis en nuestro sistema nervioso, lo que ocurre dentro, bioquímicamente, deforman/reforman lo poco que entra de fuera.
La percepción no es, pues, una copia fidedigna de la realidad exterior.

El cerebro filtra los datos que le llegan y, con ellos, crea la realidad que a él le interesa para la supervivencia del organismo. La realidad objetiva no la descubrimos (no podemos descubrirla), sino que la inventamos, la creamos subjetivamente

¿Cuál es la realidad ontológica?

El filósofo Berkeley se preguntaba: “Cuándo se cae un árbol en el bosque y no hay nadie que oiga el ruido, ¿hay ruido?”.
Evidentemente NO, porque el sonido es una cualidad nuestra, no de la realidad objetiva.

Cuando hablamos del mundo material estamos hablando de imágenes de nuestra mente.

Muchas veces (creo que todos los años) les preguntaba a mis alumnos si en tiempo de Aristóteles existían los virus. Todos deducían: “si hoy los hay, antes también los tenía que haber?.
¿Qué tipo de realidad/de existencia es aquella de la que no tenemos estímulo y no podemos captar?. ¿Realidad de qué?.

En la física cuántica, el acto de observar un fenómeno afecta a lo que está observándose. Lo mismo hace el cerebro durante la percepción.

Y, para terminar de liarlo, en el conocimiento, además del elemento físico y del elemento biológico/fisiológico, intervienen el elemento cultural del sujeto cognoscente y la imaginación más o menos creadora del mismo.

¿Qué es un reloj de pulsera para ti/para mí y para un Masai africano?. Todos lo tenemos entre las manos, la estructura nerviosa es más o menos idéntica. Ambos lo miramos, pero ¿qué vemos?. ¿Por qué?.
Yo sé que para ti, que esto lees, es un cronómetro y que lo llevarás puesto en la muñeca, porque es el mejor lugar para poder ver qué hora es, pero ¿qué es para un Masai ese objeto raro que hace tic-tac, que se mueven tres palitos de distinta longitud, que sólo cuando el más largo llega arriba se mueve el segundo y que sólo cuando el segundo llega arriba se mueve el tercero?. ¿Es un objeto diabólico que se mueve sin que nadie lo mueva?. ¿Es un objeto mágico?. ¿Servirá como adorno y colgárselo de la oreja?. ¿Servirá como una señal divina y habrá que adorarlo?

Construcción de la realidad. Los cuatro factores que intervienen en el conocimiento.

¿LA VOLUNTAD LIBRE?.

Porque si no somos libres….
¿”Somos libres” o sólo “creemos que somos libres”?
Las implicaciones son varias y contundentes, porque la libertad es la clave de la civilización occidental.
La manifestación general de lo que es la libertad es cuando decimos: “porque quiero”, “porque me da la gana”. ¿Y si no fuera así?.
Libertad es “la capacidad de hacer lo contrario de lo que, realmente, hacemos”

¿Pero es la libertad una realidad o una ilusión, una ficción cerebral?.

La Neurociencia nos dice que “no somos libres de tomar decisiones cuando estamos ante la posibilidad de elegir entre varias opciones”.
Los experimentos realizados constatan que, antes de dar el paso de la decisión, el cerebro ya se ha puesto en marcha de manera inconsciente.
La actividad inconsciente del cerebro precede a la impresión subjetiva de voluntad, de querer, nada menos que 6 segundos.

¿Libertad sí o libertad no, o lo que existen son grados de libertad, por lo que, también en los animales, aunque en menor grado, según el desarrollo del cerebro?.
Nosotros, los humanos, tendríamos “más grados de libertad”.

¿Por qué elegimos eso y no lo otro?.

En el universo material lo que reina y rige es la necesidad, el determinismo. ¿El cerebro no es material?. “¿Por qué va a ser él una excepción?” –se preguntaba Einstein.

¿Somos libres porque nuestras acciones surgen de nosotros mismos?. ¿Y los condicionamientos inconscientes de los que hablaba Freud y que dirigen nuestro consciente?.
Porque sobre el inconsciente el consciente no tiene control.

Spinoza decía que llamamos libertad a la ignorancia de las razones que determinan las acciones. No que no existan esas razones. Es porque no las conocemos por lo que decimos que somos libres.

¿Podéis imaginaros las consecuencias si no existiera la libertad?.
.- Religiosamente no podría haber pecado, porque el hombre obra de manera necesaria, sin libertad.
.- Jurídicamente no podría haber delito, porque al no ser libre no se puede ser responsable, luego ningún acto puede ser imputado al hombre, luego no puede haber castigo o pena.
.- Moral y éticamente no puede existir la responsabilidad moral, no puede haber remordimientos de conciencia, ni propósito de la enmienda.
.- Socialmente nadie podrá afearnos una conducta, ni acto alguno será meritorio, puesto que no hemos podido no hacerlo.



¿Tiene algo que ver el CEREBRO y la ESPIRITUALIDAD?.

Hoy es posible provocar, experimentalmente, experiencias espirituales, religiosas, místicas,…
Basta con estimular determinadas regiones del lóbulo temporal, pertenecientes al cerebro emocional.

El cerebro, pues, es capaz de producir espiritualidad.

El cerebro es materia, pero no cualquier tipo de materia.

¡Lo que nos deparará, incluso a corto plazo, el desarrollo de la Neurociencia¡


Ya se han descubierto las neuronas que son la base de la empatía, bastaría estimular estas neuronas para…. Y quizá, también, las del lenguaje y las de la moralidad.

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