domingo, 18 de agosto de 2013

LA RACIONALIDAD.


 

Hoy, más que nunca, la educación tiende a crear científicos y técnicos, teniendo como objetivo principal suministrar mano de obra cualificada a la clase empresarial.

Así se domestica a la juventud y se la hace súbdita del trabajo. Nunca antes ha sido puesta en funcionamiento, tan intensamente, aunque tan sibilinamente,  la “alienación laboral”.

Son muy pocos los que trabajan en una actividad que les resulte gratificante.

Mucha racionalidad científica y tecnológica, mucho nivel de preparación, pero con el que no van parejos los salarios percibidos.

Y si los salarios fallan más falla aún la “racionalidad filosófica” que les ayudaría tanto a crear como a desarrollar la crítica que posibilitaría la libertad y la responsabilidad.

Interesa, para que esta sociedad mantenga su ritmo, mano de obra eficiente y, si puede ser barata, mejor que mejor, no cabezas pensantes.

Desconociendo, una vez más, que la finalidad de la inteligencia no es tanto la adquisición y creación de conocimientos como la consecución de la felicidad.

Pensamos, en primer lugar, para ser felices.

Pero esto no le importa a la clase empresarial, que sólo busca y desea resultados.

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