domingo, 4 de abril de 2010

¡CUIDADO CON EL LENGUAJE¡

Las cosas pueden decirse de muchas maneras.
Por ejemplo, puede decirse que “los portugueses fueron los primeros en doblar el Cabo de las Tormentas y revelar los misterios del Ganges y las perlas orientales”.
Pero eso mismo también puede decirse “un ramal de nuestra raza forzó el Cabo de las ….”.
¿Por qué no decir que fueron los portugueses?. Porque… ¿cuántos ramales tiene nuestra raza?. Lo importante no eran los “ramales” sino el “nuestra”, y en ese “nuestra” estoy yo, ahí estamos “nosotros”, los españoles, en esa “nuestra raza”.

Es lo que hace D. Marcelino Menéndez y Pelayo, con una escritura dulzona y almibarada que desprende cierto tufo de racismo o nacionalismo o chauvinismo (consideración de que lo propio del país o región al que uno pertenece es lo mejor del mundo mundial y en cualquier aspecto).

¿Por qué no decir que “otro ramal de nuestra rama descubrió América…?. Sin embargo D. Marcelino escribirá: “Cristóbal Colón, bajo la bandera de España, por la ruta del Oeste, se propuso llegar a Oriente, …..”.

“Descubrimos tierras intactas aún de caricias humanas, donde los ríos eran como mares, los montes, veneros de plata y en cuyo hemisferio brillaban estrellas nunca imaginadas por Ptolomeo ni por Hiparco…” (¡Como si éstos no fueran de nuestra raza¡).

“España era o se creía el pueblo de Dios, y cada español, cual otro Josué….” (Toma ya, D. Marcelino y sus Jericós).

“La fe de aquellos hombres, que parecían guarnecidos de triple lámina de bronce, era la fe, que mueve montañas”.

“Es los arcanos de Dios (yo no sabía que Dios tuviera arcanos) les estaba guardado (a los españoles) el hacer sonar la palabra de Cristo en las más bárbaras gentilidades”…. “el hundir en el Golfo de Corinto las soberbias naves del tirano de Grecia”…. “el romper las huestes luteranas en las marismas bátavas con la espada en la boca y el agua a la cintura” (así, con dos cojones, sí señor, ¡Viva España¡).

… “y entregar a la iglesia de Roma cien pueblos por cada uno que le arrebataba la herejía”.

“España, evangelizadora de la mistad del orbe; España, martillo de herejes; España, luz de Trento; España, espada de Roma; España, cuna de San Ignacio…. Esa es nuestra grandeza y nuestra unidad, no tenemos otra”.

“El día en que acabe de perderse (esa unidad y esa grandeza) España volverá al cantonalismo de los arévacos ( (esto es mío) celtíberos asentados entre el Sistema Ibérico y el valle del Duero) y de los ve(c)tones ( (esto también es mío) asentados entre el Duero y el Tajo) o los reyes de Taifas”.

¡Anda que si levantara la cabeza D. Marcelino y contemplara las nosécuantas autonomías (rota la Unidad) y la mediocridad de las mismas (adiós a la Grandeza)….

Sólo le ha faltado gritar: “España, Una, Grande y Libre. ¡Arriba España¡”.

¿O lo ha dicho, pero de otra manera?.

El lenguaje, ni es neutral, ni es inocente, y puede ser peligroso, un arma subversiva en boca de sofistas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario