jueves, 29 de junio de 2017

EL AMOR EN SAN AGUSTÍN (1) REPROCHE DE FLORIA EMILIA.

SAN AGUSTÍN  Y EL AMOR


CONFESIÓN de Floria, en respuesta a las CONFESIONES.

Ella, Floria Emilia, representando los valores modernos de la filosofía clásica, cuestiona el represivo oscurantismo de la cultura cristiana en el que él, Aurelio Agustín, decide adentrarse cuando opta por el celibato y renuncia a los placeres terrenales.
Floria advierte al teólogo y padre de su único hijo, Adeodado, del peligro que supone creer en un Dios castigador y vengativo que no permite al hombre disfrutar de sus creaciones, pues tal vez el mayor pecado del ser humano sea la soberbia de pensar que le espera otra vida más elevada y despreciar, como consecuencia, todo aquello que la única vida que, con seguridad existe, ésta, le ofrece a través del mundo de los sentidos.
“Que el Dios del Nazareno os perdone por toda la ternura y amor que rechazáis” - escribe Floria.
Así, esta excelente NOVELA del autor de El Mundo de Sofía, con admirable sencillez, va exponiendo los absurdos presupuestos sobre los que se edificó la Iglesia católica, esa “gran multinacional del miedo” que todavía tiene “sucursales por todo el globo”.
La novela VITA BREVIS, de  Jostein Gaarder, muestra a la luz el supuesto  CODEX FLORIAE, las cartas que la compañera de Agustín de Hipona escribió tras la lectura de las  famosas CONFESIONES, narración autobiográfica en la que éste nos cuenta el camino de su conversión del paganismo a la fe cristiana.

Flora Emilia le reprocha las referencias a su amor como algo pecaminoso, su elección por la “continencia” (“Santa Continencia” –llega a denominarla) y por una vida alejada de la sensualidad y hace una gran exhortación al  Carpe Diem, (“aprovecha el instante, el momento”), al disfrute de la vida en cada uno de sus instantes y con todos los sentidos dispuestos a ello.

“La vida es breve”.

Además, Floria Emilia, vaticina el lugar para la mujer en este nuevo mundo cristiano que para sus ojos está aún por venir.

“Imagina un frondoso paisaje en donde haya personas y animales, flores, niños, vino y miel.

Un paisaje donde también exista un terrible laberinto.

Imagínate, santo obispo, tú, antiguo compañero de juegos en el lecho, imagínate ahora perdido en ese profundo laberinto donde no encuentras el  hilo de Ariadna que pueda guiarte fuera de los oscuros caminos y te permita volver al paraíso en que habitabas anteriormente.

En el fondo de ese laberinto reinan teólogos y platónicos y, cada vez que un hombre nuevo entra en su territorio, su número aumenta: pues a todo el que va llegando se le convence de que todo cuanto está fuera es obra del diablo.

Te toca ahora a ti ser persuadido, y pronto dejas de querer salir de allí.

 Es porque tú también te has adherido a esa legión de teólogos, te has convertido en uno de esos antropófagos que viven en las profundidades del oscuro laberinto.

Quizá debería llamarlos” pescadores de hombres”

No olvidas a la mujer que amaste, pero alabas a Dios por haberte separado ya de ella, porque ella ya no te puede tentar.

Sólo en tu memoria permanecen aún vivas «las imágenes de aquellas cosas que la costumbre dejó impresas en ella».

¡Que Dios te perdone¡

Tal vez Dios esté sentado en algún lugar viendo cómo desprecias sus obras.

En tus Confesiones escribes repetidas veces que en tu vida anterior estabas donde no está Dios.
Pero tal vez sea ahora cuando estás perdido de verdad.

 También Edipo pensaba que iba por el camino correcto cuando marchó de Delfos a Tebas.
Ese fue su trágico error.
Todo le hubiese resultado mejor si hubiera vuelto a Corinto, con sus padres adoptivos.

A ti te habría sido mucho mejor  regresar a Cartago.
Aquí intuimos todavía el amor de Dios en las flores, en los árboles y en Venus.

Quiero mencionarte unas palabras de Horacio: «Piensa que cada día que amanece es tu último día».

 No es seguro que éste vaya a ser tu último día, pero puede ocurrir que así sea.
De igual modo puede pensarse que no existe otra vida después de ésta para nuestras almas.
Puede ser, viejo rétor, y quiero que vuelvas a meditar sobre esa posibilidad.

Imagina que el obispo de Hipona Regia se haya equivocado.


LA VIDA ES BREVE, DEMASIADO BREVE. 

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