miércoles, 27 de agosto de 2014

EL INDIVIDUALISMO MORAL.



¿Que el individualismo moral, no sólo está presente sino que es el dominante en el mundo actual?, es algo incuestionable e indiscutible.

Uno se acerca a la Universidad y lo que contempla es estudiantes (todos) con el único objetivo de conseguir un título que (creen) va a posibilitarles y facilitarles el acceso a un puesto socialmente mejor considerado y, por lo general, mejor retribuido (aunque, luego, no sea así).
Ese título (cree) le reportará condiciones ventajosas (y por lo general exclusivas. Nadie que no tenga el título de Licenciado en Medicina podrá optar al MIR y, posteriormente, a la especialización).

Desde tener un mejor expediente para conseguir ventajas, desde obtener el título en una Universidad de renombre, hasta colmar el currículum con Masters, dominio de idiomas, manejo de la Informática,… y, todo y sólo, para competir mejor y acceder a una de esas pocas plazas ofertadas.

Cuando un candidato se acerca a una entrevista para acceder a un puesto de trabajo intenta aparentar su mejor cara y hacerse creíble.
No prima la sinceridad, sino el ventajismo.

Cuando uno se presenta a oposiciones (y el que esto escribe se presentó, como opositor, a varias y como miembro de tribunales también varias veces) lo que se respira en el ambiente de los opositores es, en primer lugar, que haya pocos aspirantes, para tocar a una mayor proporción y/o que les salga a los contrincantes alguno de esos temas endiablados que nadie querría que le tocaran a él, que le haga, pues, mal y, así, un competidor menos.

No reina/no puede reinar la solidaridad, y menos la caridad.

Felicitar al otro porque “le ha hecho muy bien”, aunque sea un amigo, no deja de ser un competidor y suele haber bastante hipocresía, generalmente latente.

En caso de alternativa uno querría haber sido el otro.

Se habla de “individualismo responsable”, de “individualismo exigente”, de “individualismo posesivo”, de “individualismo ético”,…
Pero los adjetivos son adjetivos y el substantivo es “yo, mi, me, conmigo, para mí y, si sobra algo, para mí también”

Y cuando digo “yo”, digo “los míos” (mis hijos, mi mujer, mis nietos, mis familiares, mis amigos,…)

Incluso en nuestra democracia, en que el poder reside en el pueblo y los políticos son los representantes legítimos de los ciudadanos, son individuos y practican más el individualismo propio o del partido que el de la comunidad, el universalismo de todos, aunque no los hayan votado.

Y bajo una pátina de búsqueda y sacrificio por el Bien Común, buscan que algo/bastante caiga y se quede en sus manos.

Pero individualismo no sólo personal o familiar, también el individualismo autonómico, nacional, de clase, europeo, racial, incluso individualismo específico (los lobos y las ovejas, los leones y los ciervos, las ranas y los mosquitos, las arañas y las moscas,…)
¿Qué puede importarle a las arañas las moscas sino como comida?

Los modelos colectivos o colectivistas, los modelos estatales, nacionalistas,…el todo frente a los individuos, han sido fracasos  a lo largo de la Historia (con las mínimas excepciones de colectivos muy restringidos).

El individuo narcisista, que nos cerca por todas partes, es el que pretende satisfacer los deseos psicológicos (que son, casi, infinitos) y no sólo sus necesidades biológicas (que son limitadas).

Y como los recursos son siempre escasos, los fastos para unos son recortes para los demás.

Mientras las Instituciones no se nutran de Ética, no sean Éticas (y no sólo legales) el individualismo rampante habitará entre nosotros.

Me gusta que la gente reclame sus derechos, pero me gustaría, también, que considerara y tuviera en cuenta los derechos de los demás.

Cuando no hay suficiente, acaparar es un pecado, pero debería, además ser considerado delito.

¡Ojalá fuéramos capaces de practicar la sentencia agustiniana, de hace más de 1.500 años, de “ama y, luego, haz lo que quieras” porque quien ha optado por la actitud amorosa no necesita obligaciones impuestas, ni actúa por temor a sanciones, porque al amar no sólo da, se da.


Por desgracia, este “Humanismo Ético” es un canto de sirenas, que suena muy bien, pero que…

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