martes, 5 de agosto de 2014

8.- 39 RELIGACIÓN.


El término/concepto de “religación” supone:
a.- Haber estado “ligados” (ligación, vinculación).
b.- Habernos “desligados” (desligación, desvinculación)
c.- Estar/deber estar “religados” (religación, re-ligión).

a.- ¿Haber estado “ligados” a qué?
A muchas cosas.

1.- LA RELIGACIÓN NATURAL.

Hemos estado, ab inicio, ligados a la “Naturaleza”, de la que formamos parte (la naturaleza humana), al medio ambiente en que estamos, aún, instalados, el que nos facilitó la aparición de nuestra especie y el que nos facilita la vida sana.
Incluso cuando la naturaleza le era adversa el hombre mostraba adoración a la misma, con oraciones, con sacrificios, para que “la madre naturaleza dejara de ser “madrastra”) y, de nuevo, le fuera favorable en la caza, en la pesca, en la agricultura,…
El convencimiento de que si la “madre” lo castigaba no era por capricho sino por haber obrado mal con ella, por haber pecado contra ella. Había que solicitarle el perdón, arrepentirse del pecado, y cumplir la penitencia con la satisfacción de obras, con lo que quedaba saldada la deuda contraída.
Los primeros hombres estaban vinculados a la naturaleza, la temían porque no la conocían, quizá por eso la respetaban, la amaban, incluso.

Cuando emergió la razón y, sobre todo, cuando se desarrolló. Cuando a la razón natural, al sentido común, la sustituyó la “razón científica y sus vástagos, la ciencia y la tecnología) se le perdió el respeto a la naturaleza.
Aprendimos, supimos cómo se comportaba, descubrimos las “leyes de la naturaleza” y el temor desapareció, ya no nos pillaría de sorpresa un comportamiento sobre-natural de la naturaleza.
Ella estaba regida, no por la libertad (la naturaleza no era libre) sino por la necesidad, así que descubrimos que “siempre que se den las mismas causas, necesariamente se darán los mismos efectos” y viceversa “si nos encontramos con ciertos efectos, desde ellos podemos ascender a sus causas”.

Con la Razón Científica conocíamos las leyes y con la tecnología comenzamos a ponerla a nuestro servicio, a aprovecharnos de ella, a explotarla.
Eso nos investía de poder sobre ella, podíamos manejarla.

“Savoir” – “prevoir” – “pouvoir” sería el lema a partir de la edad moderna.

Pero, del uso razonable de los “recursos naturales”, por un afán desproporcionado de riqueza, entramos a saco en ella, hemos ido esquilmándola, hemos abusado de ella y se nos está volviendo en contra.

Hemos contaminado/estamos contaminando “la tierra” que pisamos, “el agua”, tan necesaria para la vida, “el aire” sin cuyo oxígeno moriríamos y hemos abierto un agujero, denominado “negro” por el que se nos cuela el cuarto elemento natural “el fuego” pero sin la sombrilla mitigadora, la atmósfera.

Los cuatro elementos de los presocráticos, pilares y cimientos de la naturaleza, en general, y de la naturaleza humana, en particular, y en cuya armonía de ambas viviríamos felices están volviéndose contra nosotros por no haber sabido cuidarlos, usarlos y haber apretado el acelerador del “abuso”.
Y es el que abusa quien contrae la deuda y debe pagarla.

Para acabar de estropearlo, una mínima parte de los hombres acapara todos los beneficios naturales y la gran mayoría de la humanidad está pagando una deuda que otros han generado.
Y lo están pagando con la moneda de la muerte por inanición, por pobreza, por sequías, por riadas, por catástrofes naturales, efectos de un calentamiento global, de una lluvia ácida, de una atmósfera contaminada, en lo que ellos apenas participan pero que están pagando las consecuencias.

Estuvimos “ligados” a ella, nos hemos “desligado” por abusar de ella y debemos “religarnos” de nuevo, hacer las paces, “llevarnos bien”, respetarnos.
Sabemos que si la cuidamos ella nos lo devolverá con creces.
La receta es la “ecología”, tener limpia, y no sucia, la casa, hermanarnos o filiarnos de nuevo con ella.

Pero la razón, insensata, en una carrera suicida de competitividad y de propiedad intelectual de descubrimientos, generadores de riqueza, apuesta por descubrir las medicinas que curen la enfermedad, en vez de luchar por no caer enfermos.

2.- RELIGACIÓN PERSONAL

Tras los nueve meses obligatorios en el “claustro materno”, envueltos en un paraíso amniótico, la naturaleza nos empuja y, con dolor, llorando, debemos abandonarlo para ingresar en el “claustro social”.
Sustituir el líquido amniótico por el aire a respirar para poder vivir, y sustituir el cordón umbilical por la boca y la teta para seguir viviendo será el primer trauma por el que todo hombre debe pasar.

El primer círculo de desarrollo es el familiar, el que no sólo llena su pequeño estómago con alimento, sino que también su alama, inmadura, irá alimentándose y madurando con la cultura.

Ligado, en un principio, hasta fisiológicamente, al reducido círculo del vientre materno, el círculo familiar, con el afecto, irá estampando improntas sociales y culturales.

Del lloro de los primeros meses y, que tan sabiamente, lo interpreta la madre como petición de remedio a una necesidad, pasará a tener que señalarla con el primer alimento cultural, base de todo lo demás, será el aprendizaje y dominio del lenguaje.

Será la palabra la que represente la cosa, nominándola. Y la palabra se hará frase. Y la frase interrogación, o petición, o deseo, o temor, o sorpresa, o…

El primer agente cultural será la familia, las personas que, inmediatamente, lo rodean y con quienes convive el niño a diario.
Pero si la “ligación personal” es necesaria, nunca será suficiente.

La edad y los instintos gregarios y sexuales romperán, de manera natural, el círculo familiar, comenzando por el círculo escolar y vinculándose a personas ajenas a la familia, sean amigos, sean personas del mismo o del otro sexo.

Los lazos familiares se aflojan a favor de estas nuevas vinculaciones.

Pero, tanto la explotación familiar infantil como el abuso y maltrato filial a los padres supone una desvinculación, perjudicial para ambos.

Quizá no sea absolutamente necesaria, ni, quizá, suficiente, pero sí es conveniente la “religación familiar”, como clima enriquecedor para todos.

Recuperar los lazos de sangre, esa soterrada genética, despertadora de afectos y de recuerdos paterno-infantiles gratos.

Porque los hombres pasan, los genes continúan y la memoria permanece, adornando y agrandando el recuerdo que, ante la ausencia de realidad, la imagen resplandece.

No sólo de pan vive el hombre.
No sólo las realidades presentes y las expectativas futuras, también nuestros recuerdos son base y fundamento, son combustible en la formación de  nuestra personalidad

El vehículo de la vida se nos entrega, a todos y de serie, no sólo con parabrisas, también con espejo retrovisor

3.- LA RELIGACIÓN SOCIAL-CULTURAL.

Si la familia es el primer agente cultural es solamente eso, el primero, fundamental pero sólo primero.

¡Lo he repetido tantas veces¡

NOS “NACEN” HOMBRES (nuestros padres, vía genética) ///// NOS “HACEN” HUMANOS (los otros, la sociedad, vía cultural) //// NOS “HACEMOS” PERSONAS (nosotros, todos y cada uno, vía libertad, opción, apuesta, decisión,..)

No somos responsables de lo que somos, “hombres”, no hemos nacido, nos han nacido.
Ni somos responsables del tipo humano que nos han hecho los primeros agentes sociales y culturales. No éramos libres para digerir el alimento cultural que, en los primeros años de vida, iba rellenando el vacío de nuestra mente.
Pero sí somos responsables del tipo de personas que somos, por no haber optado caminar, siendo libres, por la senda enriquecedora y haber desviado la orientación. Ser buenas o malas personas es efecto de nuestras decisiones.

Los agentes culturales son el equivalente a los sacerdotes en la religión.

Sin cultura podrá haber y seguir habiendo “vida biológica” (los “niños ferinos”) pero no “vida humana”.

Ligados desde el principio a los otros, quizá no todos convenientes, sí es necesaria la religación a los otros benefactores.

Sin “los otros” no habría “nosotros”.
Sin unos, ni existiríamos, sin otros, culturizándonos, seguiríamos siendo “hombres”, pero no “humanos”, seríamos sólo animales antropomorfos.
Es la cultura social la atmósfera que mantiene viva al alma, como el cuerpo necesita la de oxígeno, nitrógeno,…
Todos somos necesarios para la sociedad, aunque nadie sea imprescindible. La inercia no para.
Sin la sociedad y la cultura seríamos seres “macados”, mermados, no sólo de riqueza, también de posibilidades.

¿Qué son el beso, el abrazo, qué es el sexo y el amor,… sino “cultura”?
¿Por qué nosotros (varones) saludamos a las mujeres con dos besos en las mejillas, pero a la esposa con un beso en la boca, a los hijos nos los comemos a besos y a los demás varones sólo con un apretón de manos?. Por la CULTURA
¿Por qué las distintas sociedades tienen distintas formas de besar y de emparejarse, de engendrar, de criar y de educar, de comer y de vivir, de relacionarse, de vestir, …? Por la CULTURA.

No es que “tengamos” cultura (una u otra), es que “somos” seres sociales y culturales.

¿Qué es el fuego sino “cultura”?.
¿No era obligación social el mantenimiento de la llama, siempre viva, con clases especiales para su conservación?.
¿No era el fuego algo sagrado?
No fue el hombre el que descubrió e inventó el fuego. Fue el fuego el que creó al hombre. Mantenerlo era un humano deber. Un agradecimiento. El pago de una deuda contraída aunque no estuviera firmada.
Antes del fuego, todos éramos homínidos.

Rousseau despotricaba contra el influjo maléfico de la sociedad y de la cultura en la mente limpia y pura, y proponía “volver a la naturaleza”.
“El hombre era bueno por naturaleza y es la sociedad la que lo ha maleado y lo malea”.
Propone, en la educación de su Emilio, prescindir de la cultura y acompañarlo, sólo, de un tutor que guíe sus pasos.
Pero ser tutor es “cultura”.

Diógenes, el cínico, prescindió de la escudilla (cultura) para beber agua, al contemplar a un niño beber agua juntando las manos (naturaleza), pero la fuente de la que bebía era “cultura”.
Vivía medio desnudo o medio vestido, y en un tonel, pero el vestido y el tonel son “cultura”.

Cuando con frecuencia se proclama, alegre y solemnemente, que “primum vivere, deinde philosophare”, se olvida, consciente o inconscientemente, que la “vida” no sería “vida humana” sin la Filosofía, sin el Pensamiento, sin la Cultura.

La “vida humana” no es una “vida a secas”, una “vida biológica”.
“El vivir humano” no es “un supervivir biológico” sino un “vivir axiológico”, superior, un “vivir de y con valores”




No hay comentarios:

Publicar un comentario