jueves, 24 de julio de 2014

8.- 34 EL “SENTIDO” DE LA “VIDA”


¿Es que tiene/debe tener “sentido” la “vida”? ¿Cuál es/debe ser su “sentido”?.
Y tenemos, para dicha pregunta, respuestas preparadas. Respuestas religiosas, respuestas morales, respuestas políticas,…
Aunque hay quienes se cuestionan si la pregunta misma es pertinente porque ¿acaso no es la vida un sinsentido, un contrasentido, puesto que acaba, indefectiblemente, con la muerte?
¿Es la muerte el sentido de la vida  puesto que cada momento que pasa está acercándose más a desaparecer como vida?
¿Habrá, pues, que vivir cara a la muerte (el hombre como “ser para la muerte”, de Heidegger) o más bien como Epicuro “¿por qué ocuparse y preocuparse por la muerte si mientras yo estoy ella no está conmigo y cuando ella esté yo ya no estoy, porque ella y yo somos incompatibles?”)

También hay, para dicha pregunta, respuestas filosóficas, muchas, tantas como filosofías y al ser éstas tantas, tan variadas y tan distintas…

¿Qué es esa cosa llamada “sentido”?

Porque “sentido” nada tiene que ver con los sentidos externos (sentido de la vista, sentido del olfato,..) ni con los sentidos internos (sentido de la imaginación, sentido de la memoria,..).
Ni nada que ver con el “sentido común” (aunque se diga que muchas veces es el menos común de los sentidos).

¿Y cuando preguntamos por el “sentido de un texto”?.
Lanzamos al aire, y al azar, un conjunto de letras y, al caer, del resultado solemos decir que “no tiene sentido”, que nada dice, que carece de significado (como “rtraause” no tiene sentido, aunque sí lo tiene “restaura”)

¿Y cuál es “el sentido de una acción”?. ¿Por qué ha hecho eso y no aquello o por qué no se ha abstenido de hacerlo?. ¿Cuál es el sentido, el porqué de esa acción, y no sólo de la acción sino, también, la intención, la finalidad del ejecutante de la misma? (lo que hemos visto en otras ocasiones como “finis operis” y “finis operantis”).

¿Y cuál es el “sentido del mimetismo o camuflaje de los camaleones”, variable según el ambiente que lo rodea?
Es “para” no ser percibido, “para” pasar desapercibido y no ser presa del enemigo?

¿Y cuál es “sentido de un vector o de una flecha”?¿cuál es la “dirección” que indica?, ¿a derecha, a izquierda, arriba, abajo?

¿Qué “sentido” tiene llevar en la muñeca un reloj? ¿Cuál es su función?. ¿Para qué sirve?

Y si, como acabamos de ver, el término/concepto “sentido” tiene varias acepciones que, muchas veces, nada tienen que ver unas con otras, ¿qué decir del término/concepto “vida”?.

De inmediato surgen dos acepciones distintas:

a.- “Vida” como vida biológica, fisiológica o vida orgánica (vegetal y animal, que es lo que estudian las Ciencias Biológicas)
Así lo entendió uno de los inventores de la palabra “biología”, Lamarck, que bajo ella englobaba la Botánica y la Zoología como Ciencias de los seres vivientes orgánicos.
La “vida humana” también es orgánica, pero no se reduce a ser sólo orgánica.

b.- “Vida” como vida espiritual, divina, eterna,… y también la vida humana, moral, social, cultural,…
La “vida humana” no es reducible a “vida biológica”, como la “biografía o vida particular de un individuo” no es reducible a la “biología o vida general de una especie”.

Muchas veces les hacía, a mis alumnos, la pregunta: “el pájaro tiene alas PARA volar o vuela PORQUE tiene alas?.

En Aristóteles, tanto la materia muerta como la materia viva, está impregnada de “teleología o finalidad”.
La piedra cae verticalmente PARA llegar a su lugar natural, que es el centro de la tierra como la bellota se desarrolla/se desenrolla para llegar a su lugar natural, que es ser encina.
Tanto la Física como la Biología Aristotélicas son finalistas, teleológica, tienden a.. (Su teoría de los “lugares naturales”)

En los seres vivos, que nacen, crecen, se alimentan, se reproducen,… “se desarrollan o se desenrollan”.
El desarrollo no es sino el proceso de la finalidad hasta conseguir desenrollarse y llegar  ser en acto lo que, hasta ese momento, sólo se era en potencia (su teoría del movimiento o cambio como “paso de la potencia de ser al acto de ser”
La bellota es “encina en potencia” y sólo será “encina en acto” al final del desarrollo, cuando llegue a su fin.
Una bellota “absoluta”, ab-suelta, suelta de la relación a la encina, como el huevo en relación a la gallina, son “sin-sentidos”
Como “sin-sentido” es que una higuera dé melones y “sentido” es que dé higos.

El “para” de la caída en vertical de los cuerpos pesados, de Aristóteles, será sustituido, ya en la Edad Moderna, por el “porque” de Galileo.
“El lugar natural” deja paso a la “gravedad” en el mundo material.

El “sentido” de realizar un ejercicio gimnástico, y no otro, dice referencia al fin al que va dirigido, el saltador de altura y el lanzador de martillo deberán entrenar de manera distinta. Lo contrario sería un “sin-sentido”.
¿Cuál es el “sentido” de la cooperación en equipo, de fútbol o de baloncesto, por ejemplo?

¿Cuál es el “sentido” de saludarse dándose la mano o descubriéndose la cabeza o poniéndose un velo?
¿Qué “sentido” tiene rezar y/o sacrificarse?

Los comportamientos “humanos” (no me refiero, ahora, a los “del hombre”, como la respiración o la digestión) tienen, normalmente, un “sentido”, una “razón de ser”, un “para qué”, una “finalidad”.

¿No es un “sin-sentido” querer ocultarle a Dios, omnisciente, la mala conducta que uno ha realizado?

¿Es la utopía un “sin-sentido” o tiene “sentido”?

Saber/conocer el sentido de un acto humano muchas veces se oculta, no se manifiesta, ni al mismo que lo realiza cuanto más a los demás, y hará falta una interpretación, una hermenéutica.
Porque ¿cuál es el sentido de un “lapsus linguae”?.

Preguntarse por el “Sentido de la Vida” no es fijarse en el sentido de cada uno de los actos de la cadena vital, sino de la “Vida Global”, como un TODO.
No el “para qué” de un eslabón, sino de la cadena.

Pero es que, además, cuando se habla de Vida puede entenderse como: 1.-  “Vida Privada” de un individuo, como vida individual, o 2.- Como “Vida Social, Grupal o Colectiva” o 3.- Como “Vida de la Humanidad” de todo ser humano en cuanto hombre.

¿Cuál es el “sentido” de “la” vida del hombre, de la especie humana (no de la tuya ni de la mía, no la de mi sociedad), sino de “La Vida como Totalidad”?.

¿Pudiera ser que los eslabones, los segmentos vitales SÍ, tuvieran sentido y NO la tuviera la cadena, la Vida Global, la Vida Humana en cuanto Vida Humana?

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¿SENTIDO INMANENTE O SENTIDO TRASCENDENTE?

EL PROBLEMA RELIGIOSO

Religión -  Religioso – “Ligación” – “Religación”.
Como si el hombre hubiera estado “ligado” ab inicio, se hubiera “desligado” y ahora tuviera que volver a “ligarse”, a “religarse” para que tenga sentido su vida.

¿Sin “religión-religación” no tiene sentido la vida?

Hablamos no del sentido de UN acto humano sino del sentido GLOBAL de la VIDA.
Y no de la “vida privada”, ni siquiera de la “vida social o del grupo”, sino de “la Vida de la Humanidad”.

La “religación-religión” va ligada a la Vida Global, ni a la individual ni a la grupal y dice relación al “sentido”.

¿Es la “vida religiosa-religada” la única vida con sentido y fuera de ella todo es un sin-sentido como lo era la “vida desligada”?

El hombre “absoluto”, totalmente solitario, es imposible, porque, ya, incluso para nacer, necesita de otros, los padres.
Incluso una vez nacido, solitario, no llegaría a la categoría de “humano”.

Igual que hablamos de “hombres inhumanos”, el totalmente solitario, desde el nacimiento, sin contacto con otros hombres, no sería “humano”.
Cada individuo necesita estar ligado a otros hombres para que se socialice y se humanice.

“Todo hombre está religado, al inicio, a los demás hombres”
“No hay “yo” sin “tú” “- es el Principio de Fichte

La “religación” del hombre es necesaria y sólo así tiene “sentido”.

Pero ¿Religación INMANENTE o Religación TRASCENDENTE?

¿Si la vida humana tiene sentido es sólo por la Religación Trascendente, por ser una realidad religada trascendentalmente, en relación a Dios? –esa es la posición de Zubiri.

Pero ¿de que la religión sea religación se infiere que la única religación posible es la religiosa, la del hombre religado a Dios?

Porque hay, al menos CUATRO tipos de “Religación”.

1.- Religación de la vida humana con los contenidos culturales (empezando por el lenguaje) configurados por los hombres que nos han precedido y a lo largo de la historia.
La vida humana sólo lo puede ser si está religada a la cultura.
Los agentes culturales realizan la misma función que los sacerdotes en la religión.

Sin cultura habría “vida biológica” pero no “vida humana”.
¿Cuántas veces habré escrito y repetido que: “Nos Nacen Hombres (nuestros padres), nos Hacen Humanos (los agentes culturales) y nos Hacemos Personas (cada uno, su biografía)”?

¡Cuidado con la sentencia de “primum vivere, deinde philosophare”, porque no se podría vivir sin “philosophia”, sin cultura previa.
Porque el vivir humano supone la cultura, el lenguaje, el conocimiento, el saber,…

Es verdad que sin vida (un muerto) no hay/ni puede haber cultura, pero no es menos cierto que sin cultura la vida no puede ser humana.

2.- Religación a los otros hombres.
Sin ellos ni existiríamos, pero nada más abandonar el claustro materno nos instalan en el claustro social (primero el familiar, luego…).
Sin “ellos” no seríamos “nosotros”.
Son “los otros” los que, culturizándonos, nos hacen humanos.
No sólo estamos religados a la cultura, también a la sociedad, a los demás hombres, comenzando por los padres.

3.- Religación con el cosmos, con el todo que nos rodea, con el medio ambiente. Sin el universo que nos envuelve no viviríamos.
La vida tiene sentido si cuidamos el cosmos que nos facilita vivir, debemos estar ocupados y preocupados por nuestra religación con él, con todos los seres.
Heidegger lo expresa con una sentencia: “el hombre es el pastor del ser”, que podría interpretarse desde esta religación.

4.- Religación con el Ser o los Seres Trascendentes.
Ésta es la propiamente “religación religiosa”.
Es la dimensión trascendental del hombre con Entidades no humanas, pero Personales, a las que se las denomina “númenes”.
A  estos “númenes” se les puede hablar (la oración) y se les puede oír (revelación”).
Se habla con ellos y ellos se comunican con nosotros.

Una religión en la que no haya ni oración (hablar, orar) ni revelación (oír) no es una religión positiva, sino una ficción de religión, como lo era la religión natural de los deístas (el relojero), idea límite de religión (como un lenguaje universal, artificial, perfecto, pero no hablado por nadie no es un lenguaje positivo.

La religación religiosa puede extenderse y ampliarse al poder considerar a Dios como la Humanidad (“lo que no hagáis a cada uno de los hombres no me lo hacéis a Mí”, “amar a Dios es amar a los Hombres”, “Dios se realiza cuando se libera al hombre de todo tipo de esclavitud”, “Dios es la humanidad liberada”…. Es el contenido de la Teología de la Liberación.
Dedicar la vida a Dios es dedicársela a los hombres para sacarlos de la miseria, de la ignorancia,…
Lo divino son los hombres.

También son divinizados los artistas, los creadores de cultura.
Los creadores en el oír (música), en el hablar/decir/escribir (los poetas), en el ver (los pintores y escultores).
El divino Beethoven, el divino Dante, el divino Miguel Ángel.

Igualmente se ha divinizado a la naturaleza, “la madre naturaleza”, considerada como manifestación divina (el panteísmo) y como regalo divino.
La divinización de los astros (nuestros planetas) sobre todo el Sol y la Luna, los grandes dioses y a los que se les ha rendido culto, como dioses, hasta que la Astronomía nos los ha secularizado, como objetos materiales.

Serían “religiones imperfectas”, amando las obras culturales (fetichismo de objetos culturales, una estatua, una sinfonía, una poesía), amando a los hombres como una religión humanista (religión como moral, o ética, o política), amando, respetando y cuidando del cosmos, como lo sublime (panteísmo).

Claro que también han sido adulteradas.
Afirmar que la “religión (producto cultural) es el opio del pueblo”, una droga que el explotador suministra a los explotados a fin de evitar la rebelión engañándolos con esperanzas ultraterrenas.
O considerar la religión como consuelo que el pueblo oprimido se administra con objeto de poder soportar, con un mínimo de dignidad, la explotación,….

Aunque también religaciones religiosas impropias se corresponderían con los tres géneros de vida que nos transmitieron los antiguos:

a.- La “vida placentera”. Vida que sólo tiene sentido cuando está orientada al placer, tanto al placer del cuerpo (hedoné) como al placer del alma (jará), tanto al vino como a las bellas artes.
Es la religación del hombre a los bienes que ellos mismos han creado y que felicitan tanto al cuerpo como al alma.
El sentido de la vida está y se da sólo en el Placer, en el Disfrute.

b.- La “vida virtuosa”, orientada a los hombres, como una religión humana que se manifiesta tanto en el comportamiento ético como en el político.
Está orientada y dirigida por la virtud, tiene como objeto la solidaridad, la justicia, el buen gobierno de la polis, la felicidad de los otros, que repercutirá en la felicidad de cada uno.
Lo que antes hemos denominado “religión humanista”.

c.- La “vida teorética” (divina) o contemplativa, orientada al conocimiento, al saber, a la sabiduría.
Esto es la felicidad.
“Sólo el sabio es feliz”.



SENTIDO INMANENTE-ANTROPOCÉNTRICO DE LA VIDA.

La religación del hombre con la cultura es evidente, es innegable, como antes hemos expuesto.
Sin embargo nunca podemos obviar que, en el fondo, todos los conflictos humanos son conflictos culturales porque hay muchas, muy variadas, incluso opuestas culturas, donde la compatibilidad es mínima.

El sexo es cultural, la voluntad de poder y de dominio es cultural, el alimento es cultural.
No sólo queremos comer y dormir, queremos comer pan blando y bueno y no dormir en el suelo sino en un colchón confortable, y todo esto es cultural.
Luchar por/para comer es luchar por la harina, por el abono, por el horno, por las panaderías,…y todo eso con armas, que también son cultura.
Los conflictos humanos giran en torno no de los bienes elementales sino de los bienes culturales.
¿Qué es el petróleo sin la cultura?.

Dice Engels que “no fue el hombre quien inventó el fuego sino el fuego el que hizo al hombre”, porque antes del fuego sólo había homínidos, no todavía hombres.

Sin embargo todos (muchos) conocemos la doctrina de los filósofos CÍNICOS y de su equivalente cristiano, el ASCETISMO, incluso del mismo ROUSSEAU, que consideran a las culturas como corruptoras de la pureza natural del hombre y predicando la “vuelta a la naturaleza”.
“El hombre es bueno por “naturaleza” y la sociedad (la cultura) es la causa de su corrupción, la que malea al hombre”.
Sin embargo Diógenes arrojó la escudilla (cultura) y beber con las manos (naturaleza) pero no iba a beber al río o esperar a que lloviera, sino que bebía el agua de la fuente, en el ágora (cultura).
Y vivía medio desnudo o medio vestido (y esto es cultura).
Y vivía en un tonel (cultura) y no al raso (naturaleza).
Y sabía hablar (cultura)….

Y los ascetas cristianos se apartan del mundo para unirse, espiritualmente, con Dios. Pero el concepto que tienen de Dios es un concepto cultural (eterno, omnisciente, omnipotente,… productos culturales).
Y rezan y meditan… pero eso saben hacerlo porque lo han aprendido (cultura).

Y Rousseau, en su Emilio, dice y pretende, para la educación de Emilio, prescindir de la cultura, y propone la ausencia de maestros pero la presencia de un tutor (y esto es cultural).

Si el cristianismo había afirmado que “gratia naturam non tollit, sed perficit”, ¿por qué la cultura no puede hacer lo que la “gracia”, perfeccionar la naturaleza y no suprimirla?.

Aunque no asimilemos, ni aceptemos, al 100% toda la cultura, todos los objetos culturales, sí que somos culturales, aunque afirmamos que la cultura nunca es pacífica, tranquila.

Casarse, besar, nacer, la poligamia, la homosexualidad,… son naturales, pero también son culturales. El beso de amigo no es el beso del enamorado, la monogamia/poligamia (poliginia o poliandría) son culturales. Y la homosexualidad es tabú, con pena de muerte asociada, en algunas culturas (por no ir directamente dirigida a la reproducción) y considerada como otra forma legítima de vivir la sexualidad.
¿Qué es el sexo para el cristianismo y qué ha sido la mujer para él?.

Sin cultura no puede vivirse, de lo que no puede inferirse que sea la cultura el valor único y supremo que dé sentido a la vida humana.

Estar, vivir y morir “en gracia de Dios” era el objetivo y confería sentido a la vida del cristiano.
Pero en una cultura laica lo que da sentido a la vida de muchos hombres es participar de la cultura del espíritu. Esos son los artistas (los poetas, músicos, escultores, pintores,…).
Pero no todos los hombres son/somos artistas sino que, por el contrario, son muy pocos los que dan sentido a su vida realizándose como artistas creadores.
No todos somos cardiólogos, pero son muchos los que crean nuevas técnicas cardiológicas e incrementan el conocimiento del corazón.

EPICURO Y LA ESCUELA EPICUREA (la mayor resistencia pagana al cristianismo) sin embargo, cree ver el sentido de la vida de otra manera.

De los tres tipos de deseos: 1.- Deseos naturales y necesarios, 2.- Deseos naturales pero no necesarios y 3.- Deseos ni naturales ni necesarios, sólo los primeros son la base de la felicidad. Los otros dos tipos lo que procuran al hombre es intranquilidad, nerviosismo, preocupación,…

La filosofía debe tener un papel soteriológico, debe “salvar” al hombre, salvarlo del dolor, de la desgracia, de la miseria en que vive.
Una filosofía que no cure las heridas del alma no tiene sentido alguno (para los dolores del cuerpo, ahí está la medicina).
El fin último de la actividad filosófica debe ser la “felicidad”, es la que da sentido a la vida, su búsqueda y su disfrute.
“No hay que reprochar a nadie porque no sepa si Héctor era griego o troyano” ¿Puede ser el conocimiento el objetivo, la meta de la vida?

Cuatro son las causas de la infelicidad y proponen cuatro remedios (el tetrafarmacon)
1.- Temor al destino. Remedio: no existe el destino.
2.- Temor a los dioses. Remedio: aunque existen, no se preocupan de los hombres.
3.- Temor a la muerte. Remedio: ella y yo somos incompatibles; cuando ella esté yo ya no estaré y mientras yo esté ella no está. ¿Por qué preocuparse de lo que nunca puede estar junto a nosotros?.
4.- Temor al dolor: Remedio: aunque éste sí que existe y está con nosotros, tenemos cuatro remedios contra él (el tetrafarmacon):
         a.- Hay que aceptar el placer presente.
         b.- Hay que rechazar el placer presente si la razón prevé que de él se derivará un dolor nuevo superior.
         c.- Hay que rehuir el dolor presente.
         d.- Hay que aceptar el dolor presente si la razón prevé que de él se derivará un placer futuro superior.

Hay que eliminar o, al menos limitar, ausentar el dolor sensible (la “aponía”) con esos fármacos

Epicuro y la Escuela del Jardín defienden que lo único que puede hacer feliz al hombre es el placer.
Es una persona y una escuela HEDONISTA, pero es un hedonismo extraño, porque distingue dos tipos de placeres: los somáticos o corporales y los anímicos o espirituales (el gozo o “jará”).
Sólo éste puede darnos la felicidad, porque sólo éste puede darnos la tranquilidad de nuestro ánimo (la “ataraxía), que es la esencia de la felicidad.
Es la paz interior, no el placer de las riquezas, lo que el hombre debe buscar, sólo así será feliz.
“Si quieres hacer rico a Pitocles, no aumentes sus riquezas, disminuye sus deseos”

El hombre que ha llegado a este estado de “ataraxía” (de paz interior), que rehúye el dolor sensible (que no sé por qué tiene que ser un mérito para nada ni que alguien quiera desearlo si no está enfermo (masoquista) pero que lo acepta resignadamente si le sobreviene y no puede, ya, ausentarlo, que limita sus necesidades materiales, que aspira al gozo (“jará”) del alma, derivado del saber y del cultivo de la amistad (la gran virtud para ellos), ese hombre tal será un sabio, el “sabio epicúreo”, y ya no tendrá temor al dolor (y lo dice él, aquejado de una cruel enfermedad (que hoy llamaríamos cáncer de estómago) y que su máximo placer corpóreo era tomar un poco de queso y beber un poco de leche de las cabras que pastaban en el monte Olimpo).

“Ataraxia” que no es un nirvana sino la imperturbabilidad del alma, un dominio de sí, sin altibajos

Un jardín, por donde pasear.
Unos amigos (conveniencia mutua) con quienes dialogar y que llenan, colman la vida, dando y recibiendo.
Un alejamiento de la política (una de las mayores causas de la intranquilidad)
Un volver a la vida privada, subjetiva (yo, y mi alrededor, en mi espacio (aquí), en mi tiempo (ahora) con estas personas (mis amigos). Una célula feliz.
Unas necesidades materiales y unos deseos mínimos.

Ese es lo que da sentido a la vida, a esa vida limitada por el tiempo, por el espacio y por las personas. Eso es lo que procura la felicidad.
Que no es un cálculo aritmético en el que la suma de placeres supere a la suma de dolores.
Es el placer cualitativo, no la cantidad de placeres.
El placer epicúreo es desde el nacimiento (no antes) y hasta la muerte (no después).

Ese extraño hedonismo es lo que da sentido a la vida.


SENTIDO TRASCENDENTE DE LA VIDA.

Obvio la religación trascendente con el cosmos, con una visión panteísta y ya presente en autores y movimientos antiguos y a lo largo de la historia y que, en cierta medida, está presente en los movimientos ecologistas de nuestros días y cuyo sentido de la vida lo encuentran en cuidar, gozar y contemplar el mundo natural.
Habría que decir, sin embargo, que en vez de ser protegida, la naturaleza “para” el hombre, en los tiempos que corren debe ser protegida “del” y “contra” el hombre.
Es el derecho del medio ambiente sobre el hombre, y no al revés.

Al hablar de “trascendencia” nos referimos a la religión estricta, como relación del hombre con Dios, con los dioses, con los “númenes”, personales y vivientes, pero no humanos sino sobrehumanos.

“Sentido religioso de la vida”, superior a todas las anteriores religaciones, siempre subordinadas a aquella, última y definitiva religación con seres trascendentes vivos.

Tanto el sentido estético de la vida, como el sentido moral de la misma serían sólo estadios previos al sentido auténtico de la vida, el sentido religioso.

Pero esto es abrir la puerta al fanatismo, porque es el sentido religioso de “mi” religión, la verdadera, por lo que las demás son falsas.

La historia ha sido testigo de que las luchas más sangrientas han sido las guerras de religión.
El judaísmo del pueblo elegido por Yahvé contra todos los idólatras que estaban asentados en la tierra prometida.
El cristianismo, con sus Santas Cruzadas, contra el islamismo y las guerras de religión en Europa entre los cristianos entre sí, católicos contra protestantes.
El islamismo y su guerra santa desde el mismo momento de aparecer hasta ahora, y seguirá.

Y todas, y siempre, “por mandato de Dios”.

Las religiones denominadas “superiores” (judaísmo, cristianismo, islamismo) son las que conciben la religión como la relación trascendental del hombre con (su respectivo) dios, que sería en la escala de los númenes, el “Gran Numen”.

Pero siempre, al tratar esta relación hombre-dios, debemos tener en cuenta que “el dios de los filósofos” (como el motor inmóvil de Aristóteles) no es “el dios de los teólogos”
El motor inmóvil no conoce al hombre, no puede ser conocido por el hombre, no puede ser amado por el hombre, se limita a mover el universo.

Los teístas y, sobre todo, los teólogos, al intentar racionalizar lo religioso son los auténticos enemigos de la religión, no los ateos, ni los agnósticos.

Hay que distinguir, pues, entre “religión” y “teología”.

Todas las religiones positivas se definen, pues, por esa relación de culto, de oración, del hombre con seres sobrenaturales.
Pero ¡cuidado¡ porque en muchas culturas esos seres trascendentes pueden ser animales fuertes y misteriosos (como el oso, o el búfalo) y que serían númenes finitos, incluso zoomórficos.

Atención a este texto de Celso:
“Cuando uno entra en los templos egipcios contempla espléndidos recintos sagrados, bellos pórticos, santuarios maravillosos, soberbios peristilos, incluso ceremonias un religioso temor y misterio. Pero, una vez dentro, se encuentra que es un mono, un gato, un perro, un cocodrilo, un macho cabrío,.. lo que allí es sagrado”
¿Y alguien duda de que fuera la egipcia una auténtica religión?

¿Quién no ha leído y conoce el discurso del “gran jefe indio Seattel” dirigiéndose al “gran jefe de Washington”, en 1.854 y su defensa de “los hermanos animales de la pradera”, sobre todo del búfalo, sólo sacrificado para calmar el hambre y no las matanzas, a tiros y desde un tren en marcha, y que hemos visto en tantas películas de indios?

¿Y qué decir, hoy mismo, de tantas personas que mantienen una relación casi filial, de cuidado y de amor, con un perro de una raza determinada?
Y ya no es el perro como vigilante y protector sino como compañía y afecto, ejemplo de fidelidad, “el mejor amigo del hombre”

¡Cuántos, hoy, prefieren la compañía de un animal a la de una persona¡…

Cuando oigo decir a un creyente (más bien crédulo) “verlo todo clarísimo” me da pánico o pena, porque no puede ser claro, sino oscuro, el objeto de la creencia en que se apoya y fundamenta la vida religiosa.

¿Qué sentido tiene la vida? Ninguno. No existe EL sentido.
La vida humana tiene el sentido que podamos encontrarle y que queramos darle pero no es previo ni viene dado de antemano, sino que cada uno, en su medio, irá dándole “su sentido”.
El sentido va resultando de la acción, de los propios actos por los que el hombre opta.

Es posible, incluso, la posibilidad de situaciones en las que los sentidos se neutralicen y la resultante se haga nula.
Entonces la vida perderá su sentido o será un contrasentido, no ya por faltas de sentidos, sino por superabundancia de sentidos incompatibles.



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