jueves, 31 de marzo de 2011

PARLAMENTO EUROPEO Y SENADO ESPAÑOL.

El Parlamento europeo ha sido considerado como “el cementerio de elefantes”, la prejubilación de oro para parlamentarios nacionales ya amortizados, residencia de lujo en el extranjero, todo incluido, y más que me sobra.

Igualmente nuestro Senado.

No seré yo quien ponga en la picota a los mayores; entre otras razones porque yo también soy un mayor.
Pero tampoco seré yo quien los venere por el hecho de ser mayores.
Ser mayor es un hecho, no es un valor. Como no es un valor ser varón o ser mujer, ser alto o ser bajo, delgado u obeso.
Habrá mayores valiosos y mayores “falsa moneda”, pero no por ser mayores (edad) sino por ser tal tipo de persona.
Pero hacer de la edad un criterio de sabiduría… eso, ya, es pasarse.
Si en otro tiempo sí lo fue (y ahí están, para confirmarlo, los “senadores” (senex = viejo) en el “Senado” (reunión de viejos), hoy no lo son, al no ser, ya, depositarios de un saber que sólo la edad lo da y que los llevaba a ser mandatarios o jueces.
La “veteranía” (“veteres” son los viejos) era un grado y una garantía de saber.
Hoy afirmamos que la edad no implica talento, ni viceversa. Debido a la dificultad de estar al día en los nuevos conocimientos y las nuevas tecnologías, más bien la edad es un impedimento.
La experiencia es el origen de la ciencia y es la maestra de la vida.
Pero las experiencias de uno, nacen, viven, se desarrollan y mueren en uno.
Mis experiencias sólo me valen a mí, no a ti ni a nadie. Son privadas, nada enseñan a los otros. Mis aventuras son mías.
Ni mi experiencia laboral le sirve, ni mi experiencia religiosa.
Los mayores, aunque sigamos caminando, no podemos forzar la marcha ni ir al mismo ritmo que los jóvenes.

Nuestro Senado, hoy, es la residencia de políticos ya no aptos para la lucha parlamentaria autonómica y para consolidar jubilación dorada. Es un lujo innecesario, no natural y, además nos sale caro. Es un “nido dorado”.
Si en otros tiempos, de discurrir más lento, era garantía de sensatez, hoy, que “los tiempos adelantan, que es una barbaridad” es un sinsentido mantenerlo. O, como diría un andaluz, es un “contradiós”-

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