sábado, 5 de diciembre de 2020

ASÍ ES LA VIDA ( 6 ) LA FAMILIA ( y 2 )

Aunque todos sabemos que “sentirse joven” no es equivalente a “ser joven”.

 

En sus orígenes la droga era para los viejos y los enfermos con el fin de paliar o anular los dolores insoportables (también hoy se les aplica la morfina).

 

Y los jóvenes que no se atreven con las drogas han encontrado el sustituto perfecto, el alcohol, la litrona, el cubalibre, además en grupos en que mutuamente se estimulan a beber, en los “botellones” de, sobre todo, los fines de semana, aunque no necesariamente.

 

La pura y dura represión, ni antes ni después, ha surtido efecto, no ha resuelto el problema porque el alcohol, que muy dosificadamente, es una ayuda en las comidas, ha dejado de ser una “droga blanda” y ha pasado a ser “droga dura” porque ese alcohol, y cada vez más, tiene una mayor graduación.

 

¿Y el tabaco?

¿Quién duda de su nocividad? Hasta en los mismos paquetes de cigarrillos, y en letras muy visibles lo anuncian, “mata o puede matar”.

 

Hoy el tabaco y el alcohol (que, además son más baratos y fáciles de conseguir que la droga) junto con la carretera, matan mucho más que la droga.

 

Antes los jóvenes morían en el frente de cualquier guerra, que los diezmaba, pero hoy, apenas sin guerras, siguen muriendo, aunque de otra manera.

 

Si antes no se concebía una película sin sexo, hoy, además de sexo, también está presente la droga y esnifar una raya lo vemos ya casi como algo normal en altos ejecutivos que llevan una vida tan estresada que para llevar ese ritmo necesitan estar estimulados.

 

Los jóvenes descuidan su vida presente porque no ven cercano su final, dan la vida por descontada y su cuerpo como invulnerable, de ahí los riesgos y aventuras a los que se lanzan como si la muerte no fuera con ellos.

 

Cuando veo los rescates de la guardia civil, con helicóptero incluido, de esos jóvenes que se han despeñado o han quedado atrapados en la falda de un desfiladero rocoso, intento comprenderlos por aquello de las “endorfinas” pero… ¿qué queréis que os diga de exponer así su vida?)

 

Quizá lo más trágico de las drogas, además del peligro de muerte, es ese fango en el que caen, en el que bracean para no hundirse, con la delincuencia como compañera y su ceguera en darle sentido a su vida.

El único sentido es seguir en el fango.

 

Los animales saben que hay peligros, pero no saben que existe la muerte por lo que, para ellos, la muerte no existe y la vida, para ellos, es jugársela cada instante, por lo que no conocen el valor, son impúdicamente cobardes.

 

El león no quiere demostrar que es el rey de la selva y por eso corre tras el infantil cervatillo o tras el ciervo cojo o lento en su carrera.

No van contra el más fuerte y el más veloz, no quieren demostrar su fuerza y su velocidad, esperan la ocasión escondidos, camuflados, hasta que calculan el momento justo de lanzarse tras él.

 

Ningún animal es/ ni puede ser héroe exponiendo su vida, porque no puede despegarse de ella, al revés que el hombre, que puede morir de heroicidad con su vida expuesta, desdeñándola, jugándosela y lanzándose hacia la muerte.

 

¿Cuál puede ser el peligro en el futuro?

Imposible de saberlo porque juzgamos/tenemos que juzgar el futuro con los criterios del presente, y el peligro futuro no tiene por qué ser detectado con nuestros esquemas de hoy.

 

¿Quién pudo imaginar, en el XIX, a un Hitler o a un Mussolini, con los esquemas mentales de entonces?

¿Quién iba a imaginar en el XIX que los nacionalismos serían un problema en el XX y en el XXI?

 

No volverá un Hitler y el nacionalismo como problema será resuelto pero no tenemos ni repajolera idea de cuáles pueden ser los problemas del futuro.

¿Alguien podía imaginarse, en el siglo XX, que un virus, un simple virus, procedente de China, trajera tantas muertes y produjera tanto daño en el mundo mundial?

 

No podemos ponerle nombre al peligro futuro que vendrá (y que vendrá).

¿La cibernética? ¿La inteligencia artificial? ¿Los robots?

 

Y los fundamentalismos e integrismos religiosos, que están operando, desde dentro, como una metástasis, en la cultura occidental, laica y tolerante, ¿qué recorrido temporal tienen?

¿Se impondrán y establecerán una dictadura religiosa o se integrarán y aceptarán los Derechos Humanos y la libertad de creencias, sin exclusión de personas por motivos de sexo, ideología, creencia, color de la piel…?

 

¿Y los ultranacionalismos con la otra mitad de la población en contra?

 

¿Y las sectas religiosas violentas podrán instalarse en el mundo occidental, tolerante, y destruirlo desde dentro, desde sus democracias respetuosas de todas las personas y tolerantes de ideas y creencias?

 

¿Cómo juzgar el futuro con criterios del presente? 

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