jueves, 13 de marzo de 2014

Y 7.- 24 - EL CINE Y LA CULTURA.


Aristóteles, en la Poética, emplea la palabra catarsis para designar el efecto que debe ejercer la tragedia en los espectadores.

Si analizamos dicha palabra encontramos que catarsis es igual a purificación emocional, corporal, mental y espiritual.

Según Aristóteles, la catarsis es la facultad de la tragedia de redimir (o "purificar") al espectador de sus propias bajas pasiones, el espectador las ve proyectadas en los personajes de la obra y le permite ver el castigo merecido e inevitable de éstas; pero no experimenta dicho castigo el mismo.

Es interesante cómo Aristóteles plantea esta catarsis por parte del espectador, el reflejo de los personajes en nosotros nos hace replantearnos nuestras propias vidas pero, me parece más interesante plantear que el propio director, en el cine, también es sometido a esta catarsis y no dejamos de ver un reflejo de él mismo en sus personajes y cada acción, comportamiento o evolución emocional de estos nos marca también esa búsqueda interna del autor.

El principio aristotélico de la catarsis viene a decir que la tragedia es muy útil porque los espectadores ven proyectadas sus emociones negativas (temor y piedad) y, sobre todo, porque asisten al castigo que éstas merecen; de esta manera se produce en ellos un efecto purificador.

Los espectadores, mediante la contemplación de la tragedia y mediante su participación anímica en la misma, purifican su espíritu y cuando salen de la representación teatral sienten su alma más limpia.

Así pues, para Aristóteles, la tragedia tenía un valor positivo, ya que tenía este valor catártico que purificaba el alma.

¿Este proceso catártico que planteaba Aristóteles puede producirse hoy en día mediante el cine?

Una conclusión provocadora a la que se ha llegado es a que la violencia en las pantallas, en vez de exacerbar los delitos, los aplaca.

El estudio postula que las películas violentas reducen la concreción de los crímenes por parte de potenciales criminales.

Esta hipótesis parece inspirarse en la Poética de Aristóteles, en el sentido de que la contemplación de las tragedias permitía, para el pensador griego, que el espectador hiciera catarsis, es decir, que liberara su carga psicológica interna a través de una experiencia de purificación interior, a partir de la sensación de temor y compasión que pueden motivar los hechos representados en la obra.

De otro lado, está la Asociación de Psicología de los Estados Unidos, que da una alarma año tras año por la violencia que las pantallas transmiten. Dicen que, al concluir la escuela primaria, un niño norteamericano ha visto en televisión 8 mil asesinatos y 100 mil actos de violencia.

Para ellos, la violencia en los medios fomenta y aumenta concretamente el comportamiento agresivo.

A esta idea se apuntan los padres, que se niegan a comprar armas de juguete o material bélico para que sus niños usen en sus horas de ocio.

Los héroes de celuloide, ¿elevan las aspiraciones y la moral de los espectadores? ¿Cuál creen que es la incidencia del cine en sus espectadores? ¿Puede instigar a la violencia o por el contrario puede aplacarla? ¿Constituye una descarga de pasiones negativas o un ejemplo de que pueden ser llevadas a cabo? La literatura en sí misma, ¿"funciona" porque provoca catarsis?

Hoy en día la industria cinematográfica es enorme y, por tanto, tenemos películas de baja calidad con las que es imposible sentirse identificado; éstas no podrían ni siquiera considerarse “poética” ya que no son verosímiles ni cumplen las cuatro causas que nos planteaba Aristóteles, por lo que de ninguna manera tendrían un efecto purificador.

Por otro lado, en la actualidad, hay películas que están muy bien hechas y, por tanto, en ciertas situaciones podemos abstraernos del mundo que nos rodea y así entrar en el mundo ficticio que nos plantea la película, sintiéndonos identificados con ciertos personajes o situaciones.

Esto es difícil con una película de terror, ya que las películas de terror de hoy en día no son muy cercanas a la realidad que nos rodea y es muy difícil que creen en el espectador un verdadero sentimiento de temor.

Pero es posible que esta purificación del alma se dé con dramas ya que nos plantean situaciones muy cercanas a nuestras vidas.

Con el cine actual es más fácil liberar el sentimiento de la piedad, dolor por el sufrimiento de otros, ya que al ver a otro en situación de peligro o sufrimiento vemos que nosotros también somos vulnerables, aunque en este sentido el sentimiento de piedad iría unido al temor pues tememos que aquello que le pasa a otro nos pase a nosotros.

Pero, como sabemos que ya está escrito y grabado, esperamos que nuestro héroe, con el que nos hemos identificado, dé un vuelco a la situación y salga/salgamos vencedores y el “malo” vencido y/o castigado.


En todo caso, aunque es posible que hoy en día mediante el cine se dé este proceso de catarsis en personas que por su situación se sientan más próximas a lo que el cine les pueda mostrar en un momento determinado, es muy difícil que una persona se sienta totalmente identificada con una película hasta el punto de llegar a este proceso de catarsis, porque, de antemano, sabemos que es ficción y lo que allí se representa no es real.

El cine o la televisión no afectan en gran medida a la personas, ya que éstas recurren a estos medios para entretenerse y son conscientes en todo momento de que se trata de una ficción, siendo poco válida la idea de Platón que, al contrario que Aristóteles, creía que la poética era algo negativo que influía en las personas convirtiéndose en algo peligroso.

Por ejemplo, el hecho de ver violencia o sexo en la televisión no hace que nos convirtamos en personas violentas o nos identifiquemos con las víctimas ni que estemos todo el día pensando en sexo.

Al igual que es muy difícil llegar a un proceso de catarsis, también es muy difícil que el cine o la televisión puedan llegar a influir en nuestra conducta.

Por todo lo planteado anteriormente, creemos que, aunque el cine es algo positivo que puede aportarnos tanto entretenimiento como conocimiento (yo “ponía” “El nombre de la rosa”, con Sean Connery, todos los años, a mis alumnos, al pasar de la Edad Media al Renacimiento y “Galileo Galilei” para mostrar las dificultades con que se encontró la ciencia, en sus primeros momento, por parte del poder de la Jerarquía eclesiástica) en ningún modo es negativo como Platón afirmaba de la fantasía del artista, aunque es muy complicado que una persona pueda llegar a la purificación de su espíritu a través de una ficción.

Pero, aunque hoy en día no se pueda llegar con facilidad a ese extremo de la purificación, el buen cine, entendido como arte, nunca nos deja indiferentes y sí crea sentimientos en los espectadores, siendo ésta una de las cosas que busca el espectador cuando va al cine.

Mientras los primeros autos sacramentales y, posteriormente, el teatro sólo afectaban a un público limitado el cine pertenece al género de la cultura de masas y de la opinión pública.

Además, son variados los géneros cinematográficos, entre ellos el de entretenimiento, sin otra finalidad.

Aunque muchos Films persigan y consigan fines loables: la amistad (La fortuna de vivir), la figura paterna (Matar un ruiseñor), la justicia (Vencedores y vencidos), la conciencia moral (Un hombre para la eternidad), el amor (Cyrano de Bergerac), la pasión (Amadeus), la compasión (Luces en la ciudad, de Charles Chaplin con la chica ciega que vende claveles).

Pero también sabemos que la mímesis y la catarsis, que pueden ser beneficiosas y curativas para la persona, también puede ser un instrumento de manipulación.

Si Platón desconfiaba de los artistas es porque estaba convencido de su gran capacidad de seducción.

El placer y el dolor son instrumentos excelentes para la formación social de las personas y quien controla los mecanismos del placer –y el arte es uno de ellos- controla, en gran parte, la educación de la ciudadanía.

Por eso quería Platón desterrar a los artistas de su República, porque ellos contribuían a que los esclavos de la caverna se sintieran a gusto en ella y no desearan salir.

Porque un buen artista –un buen director de cine y un buen actor- puede hacer creíble, y hasta admirable, cualquier tipo de vida a cualquier tipo de espectador.

Todavía una persona adulta es capaz de confrontar y oponer la realidad de la vida a la ficción de la película pero ¿y un niño, que cree que Marco es un niño real en busca de su madre?

¡Cuántas lágrimas no echarían mis hijas cuando, pequeñitas…¡

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