viernes, 6 de julio de 2012

LAS ESTRFELLAS Y LOS GENES.


“Nacer con buena estrella o nacer “estrellado”, “nacer con buenos o malos genes”. La obsesión por los orígenes.
Sabemos que “estamos aquí”, sabemos, deduciéndolo, que algún día “no estaremos” pero estamos obsesionados por el “de dónde venimos”.
Como nos resistimos a “perecer del todo” y “ser polvo”, nos imaginamos y creemos en finales eternos y felices (nosotros, tan temporales y tan desgraciados muchas veces).

Durante gran parte de la historia hemos buscado nuestro origen en lo más alto, en las estrellas (la perenne astrología y los actuales horóscopos y demás ídolos, así nos lo confirman).
Actualmente practicamos la religión del origen genético. Estamos asistiendo y practicando el “fundamentalismo genético”.

Es verdad que, a veces, en nuestras vidas ocurren fenómenos extraños y que nos inquietan, tanto porque no podemos conocerlos como por no poder dominarlos, y deseamos y pedimos que se repitan, si nos han sido propicios (“¡qué pena que sólo haya sido un sueño¡”) o, si nos han sido maléficos, (“¡qué horror¡, menos mal que sólo ha sido un mal sueño”).

Lo asombroso, lo raro, lo insólito, lo extra-ordinario,… nos llena de intranquilidad.

Los sueños (siempre tan presentes a todos y en todo tiempo y lugar) durante casi toda nuestra historia fueron considerados como el camino, el medio, que tenían tanto Dios como el espíritu de nuestros familiares muertos para comunicarse con nosotros, los vivos. Sería horrorosa la entrevista personal y en directo.
Y, para saber qué nos querían comunicar, con nuestro sueño, allí estaban, esperando para intervenir e interpretar, los intermediarios: los brujos, los curanderos, los adivinos, los sacerdotes o profetas y las sacerdotisas.
Ellos descifraban el cifrado lenguaje. No era igual lo patente, manifestado en el sueño, que lo latente, lo que realmente significaba.

Si analizamos la historia antigua y media, tanto religiosa como laica (y, en algunas sociedades, la actual) de la humanidad veremos ese mismo método comunicativo.

Acudir a las estrellas para ver en ellas nuestro destino fue el camino más transitado. No en vano las estrellas eran dioses (Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus, Saturno (toda la semana) o morada de los dioses.

Hoy, cuando el nuevo aparataje astronómico no divisa el final del universo, cada vez más amplio, hemos dado marcha atrás, cambiado de dirección y estamos buscando nuestros orígenes aquí abajo, en lo más cercano, en lo profundo, en nuestros genes.

Los secretos del “de dónde venimos”, del “qué somos” y del “a dónde iremos”, creemos encontrarlos, hoy, en el descifrar el lenguaje genético.
El nuevo mapa genético nos muestra que “los genes hablan” pero que no sabemos, todavía, qué quieren decirnos.

Del hecho de que nos sucedan, a veces, cosas, ¿es porque nos “tenían” que suceder o sólo porque “podían” sucedernos?.

¿Somos los seres vivos la realización de un plan, de un destino ya prefijado?, ¿ o sólo somos el resultado casual y fortuito de átomos inorgánicos (Carbono, Hidrógeno, Oxígeno, Nitrógeno, algo de Calcio y una pizca de sulfuro, más apenas un poquito de otros elementos (comprables en la farmacia de la esquina) y, de todos ellos, recombinados: ¡VOILA¡, la vida?.

La casualidad, el azar, nos puso en la vida pero todo lo que la rodea era y es opuesto a la vida y propenso a la extinción de la especie (no en vano el 99,99% de las especies que han existido en nuestro planeta han fenecido, ya no existen).

Y si nosotros seguimos estando no es tanto por nuestra adaptación al medio (que también) como por el conocimiento y el dominio que del medio tenemos.
Tuvimos que trabajar y tuvimos que inventar, para no perecer.

¿Cómo si no, con 40º a la sombra, con los virus y las bacterias al acecho, con los alimentos corrompibles/corruptibles, con el colesterol y la glucemia jugando con nosotros, con el atoro de nuestras arterias, con las proclives enfermedades congénitas o ….podemos seguir vivos aún?.

Pero siempre habrá “vendedores de polvo!, los astrólogos, que, ignorantes voluntarios de información veraz, suplen la ausencia de conocimiento con una imaginación desbordada y con un lenguaje amenazador, a la busca y captura de “crédulos pudientes, incultos e incautos”.

Los astrónomos, en cambio, pertrechados de las matemáticas y de la metodología científica, se rodean de y nos envuelven con teorías que intentan proporcionarnos explicaciones plausibles desde el primer segundo del Big Bang.

Mientras, los genetistas, profundizan en el engranaje de los componentes genéticos, intentando buscar y encontrar la última explicación de lo que somos y de tal como somos.

(P.D. ÚLTIMA NOTICIA: EL BOSÓN DE HIGGS, LO MÍNIMO DE LO MÍNIMO)

1 comentario:

  1. En mi forma de concebir las cosas, nunca me he definido como una persona predeterminista. Considero que, en buena parte, cada uno es dueño y responsable de las cosas que le pasan en su vida.
    Yo distingo entre azar y suerte. Para mi el azar está presente en la vida es cuando nacemos y en la etapa en que somos muy pequeños (nuestra conciencia todavía no está despierta y desconocemos las consecuencias de nuestros actos), pero una vez que empezamos a ser capaces de interactuar nuestro yo con el mundo que nos rodea, es la suerte la que aparece, y para que nos sonría hay que trabajarla. Aún pensando así, no estoy libre de las incertidumbres...

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