miércoles, 2 de febrero de 2011

LAS PATAS DE LA MESA

Ya sólo falta el Senado.

Un expresidente del gobierno y algún presidente autonómico ya han dicho, alto y claro, lo que muchos (entre ellos yo) pensábamos desde hace mucho tiempo: “que tienen que desaparecer las DIPUTACIONES”.
50 Diputaciones multiplicadas por X nominados mensuales (dietas aparte a añadir) para endeudar más a España, porque productividad, ninguna, y gastos de un dinero que no hay, muchos. Que las supriman. Quizá, así, no habrían tenido que rebajarle el sueldo a los funcionarios que, (éstos sí) se han ganado el puesto tras quemar pestañas, en noches interminables, y restarle tiempo de dedicación a su familia.

Otro expresidente, apoyado por el partido, ha dicho, públicamente, que España no puede permitirse el lujo de tantos miniestados, o "nacioncitas" como lo son las 17 AUTONOMÍAS.
Los políticos sacarán del botiquín de urgencias pabras bonitas, mentiras piadosas, como "la vertebración de España", cuando entre ellas reina la insolidaridad manifiesta (como el fracasado trasvase del Ebro, de un agua sobrante)
Sumen Uds, a los presidentes y vicepresidentes, todos los consejeros, secretarios, asesores, personal colado, a dedo, y cobrando a manos llenas, más la cantidad de personal anexo, con gastos de tanto parlamento autonómico, parlamentarios,…. Y, quizá, no habrían tenido que congelarnos las pensiones.

Tanto las Diputaciones como las Autonomías se han convertido en agencias de colocación de personas del partido, muchas de las cuales llevan toda la vida metidos bajo el paraguas, pero sin dar un palo al agua.
Y, ahora, además, la Junta de Andalucía, con el pomposo nombre de “reestructuración del sector público” quiere colar, por la puerta de atrás, dotándoles de un empleo estable, sin pasar por el filtro de la oposición, sino por el coladero del amiguismo y del enchufismo.

No se trata tanto de suprimirlas como de sanearlas. No de operar y cortar, sino de curar, con un régimen estricto, para que no engorden con tanto personal nominado.

No se trata de arrancar las patas de la mesa, sino rebajarlas e igualarlas. De adelgazar presupuestos, de rebajar subvenciones, de suprimir puestos duplicados.

Ya sólo falta que otro expresidente dijera, públicamente, lo que tantos y tanto pensamos de manera callada, que para qué sirve el SENADO.
Es lo que yo me he preguntado desde hace mucho tiempo. Para qué servirá el SENADO, además de hacer visitas al extranjero en misión de cualquier cosa. Senadores y sus despachos, equipos,… y, por añadidura, el senador Espronceda con el pinganillo para oír al senador Gutiérrez, cuando acaban de subir del bar hablando tan ricamente en castellano. ¿Qué otro desaguisado más esperpéntico podría haberse inventado una persona normal?. Pues nuestras lumbreras lo han visto como normal.

En la época de las tecnologías aplicables a la gestión, a la contabilidad, a la comunicación… ¿para qué sirve tanto intermediario si no es para encarecer el producto?.

Mal está que estos organismos superfluos, inútiles y derrochadores existan en épocas de bonanza, pero ¿estando como estamos, con el agua al cuello, estos tres lastres atados a los pies y hundiéndonos un poco más?
¿No son un despropósito?.

La cuarta pata de esta mesa imaginaria seria la subvención a los partidos políticos y sindicatos. ¿Por qué no se sufragan ellos tanta parafernalia, no necesaria, congreseril para decir, a gritos, palabras gastadas que tienen que decirlas para seguir donde están, pero que ni ellos se las creen, menos aún los ciudadanos normales y corrientes?.
Si quieren espectacularidad (de espectáculo) y boato, para echar incienso al jefe (como a los Obispos en la catedral), si quieren derroche, para impresionar a los propios de la correa, ¿por qué tenemos que participar en el prorrateo los extraños?
Los sindicatos no quieren perder, por nada del mundo,los privilegios hasta ahora conseguidos, las regalías conquistadas por el chantaje de la huelga general.

Hablar de defensa de los trabajadores, ante la gangrena del paro, parece, más bien, una impostura.

Su misma presencia es una invitación e incitación a volver a levantar la loseta del dormitorio para que el dinero se vuelva negro, no siendo que, a la luz, sea dedicado a pagar tánta nómina y tanto sueldo.

Cuando yo era pequeño, en el pueblo, sin televisión ni radio, jugábamos, por la noche a estudiar geografía de España en aquel hule sobre la mesa de la cocina.
La mesa tenía 4 patas, por eso casi siempre cojeaba, porque el suelo era de barro, no liso. Mi padre cogía, entonces, un trozo de papel, (casi siempre un sobre usado), lo doblaba varías veces y, tanteando una y otra vez, la calzaba.
Pero cuando llegaban las nevadas y no podía salir al campo, cuando tenía tiempo cogía la escofina y empezaba a lijar/limar las que más sobresalían, para igualarlas por abajo.

¿No habría que cambiar muchas cosas para que esta mesa, llamada España, en la que todos estamos sentados, dejara de estar coja?.
Mi padre siempre me decía que una mesa de tres patas nunca cojea, y que cuantas más patas tenga la mesa más cojeará a no ser que fuera más bajita.

Como sigan estas cuatro patas y como sigan creciendo, habrá que consultar a IKEA sobre mesas empotradas en la pared, sin necesidad de patas, o con una sola pata central, para que no cojee.

En ese mapa de España, de hule, aparecía un escudo de un águila, en negro. Debajo, la leyenda, en letras grandes: UNA, GRANDE Y LIBRE.

Lo de UNA siempre lo entendía, no había más que UNA España, las demás se llamaban Francia, Italia, Alemania....
Lo de UNA como UNIDA, con el tiempo llegué a comprender cómo era y por que era la Unidad.

Lo de GRANDE, yo no la veía tan grande.

Lo de LIBRE ni me enteraba, Luego sí me enteré, cuando ya casi era tarde, y como empecé a disfrutar de la democracia...

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