miércoles, 15 de abril de 2015

EL RELOJ (Agradecimiento que no pudo ser)



Un Reloj es un regalo envenenado, pero es el típico regalo que le hacen los compañeros al que se jubila.
Y es que lo que menos necesita un jubilando (sobre todo en el gremio de la enseñanza) es un reloj.
Y me explicaré, incluso recurriendo a Freud.

Vosotros, trabajadores de la enseñanza, o mejor, educadores, sí que necesitáis reloj: “Ya es hora”, “todavía no han tocado”, “ya van a tocar”, “se acabó la hora”, “mañana entro a segunda hora”, “la evaluación de 2º A es a las 7,30”....
Vosotros sí que necesitáis un reloj, porque dependéis del tiempo, tenéis que acoplaros al tiempo, tenéis que ir vosotros al ritmo del horario, del tiempo, sois esclavos del tiempo.

Pero desde hace unos días, desde el mismo momento en que me jubilé, yo ya no necesito reloj alguno, porque  soy dueño, y no esclavo, no dependiente, del tiempo, porque tengo todo el tiempo del mundo, hago las cosas que quiero, las que me apetecen y cuando me da la gana.     Vosotros NO, pero yo SÍ.

¿Que a qué hora me acuesto? Cuando me entra el sueño.
¿Que a qué hora me levanto? Cuando me despierto, que puede ser pronto o tarde. Me da igual.

Me habéis preguntado estos días qué se sentía de JUBILADO y os he dicho, y os digo, que un JÚBILO ENORME, porque mastica uno la LIBERTAD.

“LIBERTAD-DE” esas obligaciones que a todos vosotros os tienen atados, pero, sobre todo, LIBERTAD-PARA.
LIBERTAD  PARA hacer LO QUE QUIERO, COMO QUIERO Y, LO MÁS IMPORTANTE, CUANDO QUIERO.
Por eso lo que menos necesita un jubilado es un reloj.

Volvamos a Freud, a su Inconsciente y a su psicoanálisis,
Este reloj que me regaláis es el mismo que, INCONSCIENTEMENTE, TODOS VOSOTROS ESTÁIS DESEANDO  Y ESPERANDO QUE OS LO REGALEN EN UNA SITUACIÓN SEMEJANTE, en una situación de jubileo, de jubilosos, de júbilo como estoy yo ya experimentando en este mismo momento.

¿Que si estoy defraudado con el reloj, que os lo devuelva?
Ni lo soñéis. 
Porque, ya no por utilidad, sino por el afecto que os tengo, es el mejor regalo que, en el fondo, se le puede hacer a un jubilado o a un jubilando, porque cada vez que lo vea, no me acordaré ni del reloj, ni de mí, ni de mi jubilación, sino que me acordaré emocionalmente de todos vosotros, compañeros y, sin embargo y para siempre, amigos,

Durante las 24 horas, y en mi corazón, estaréis siempre, siempre presentes.

GRACIAS. DE CORAZÓN.

P.D.

Y es que el regalo fue un ORDENADOR como éste desde el que estoy escribiendo.

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