No tuve más remedio, ante las circunstancias que, tras el suceso no deseado ni buscado, surgieron, que poner entre paréntesis lo que, en esos momentos, me traía entre manos y dedicarme, con todo mi esfuerzo, a implementar la sinergia.
Y no sólo yo. Recurrí, para ello, a toda mi familia, porque el horno no estaba para bollos. Y menos mal que lo cogimos a tiempo, si no, hasta nuestros vecinos hubiéranse visto afectados.
Tras la implementación familiar de la sinergia todo volvió a su cauce.
Ya puedo pasear por la arena de La Carihuela.
Ya puedo dejarme ganar al “cinquillo” por mi Santi.
Ya puedo jugar a esconderme y a encontrarme con mi Alberto.
Por fin, otra vez de estreno, una vez implementada la sinergia.
Y todo por el dichoso gato que….
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